Aldo Abram - Economista y director de la Fundación Libertad y Progreso
El Gobierno no puede cambiar, unilateralmente, la jurisdicción del pago. En todo caso, debería ofrecerles alternativas a los tenedores de bonos que aún no cobraron. Pero lo que más inquieta es la interpretación que puede llegar a hacer el juez de Nueva York, Thomas Griesa, respecto de la decisión de la presidenta Cristina Fernández. El Gobierno había asumido el compromiso explícito ante el magistrado de que no haría nada para evadir la sentencia y lo anunciado tiende a ir en sentido contrario. El riesgo al desacato es fenomenal.
Algo positivo de las decisiones de Griesa fue que no haya ordenado trabar embargos. Hasta puso un mediador para acercar al Gobierno con los holdouts. Ahora, otra vez el país se expone al riesgo de embargos. Todo parece indicar que el Poder Ejecutivo está buscando romper lanzas y su actitud se asemeja a la fábula del león enjaulado: lo ataca, lo agrede y en algún momento reaccionará. Hasta ahora, Griesa ha mostrado que su paciencia es infinita frente a tantas críticas desde la Argentina. Hay que ver si está dispuesto a que un Estado decida pasar por encima de sus sentencias. Ese es el gran interrogante que se abre.
Llegamos a esta situación porque el Gobierno no ha mostrado, cabalmente, voluntad de cumplir con el fallo del juez. Todo tiene límite y, en ese sentido, el panorama puede llegar a complicarse más. Hay que esperar la reacción de Griesa. Todo esto no hace más que generar más incertidumbre entre los agentes económicos y en el mercado. (Especial para LA GACETA)