Redentores de la gloria de la "academia"

Tras 13 años, Racing se consagró con un grupo de ídolos y jóvenes promesas.

HICIERON HISTORIA. El equipo de Racing posa para la foto en el último duelo del torneo, el que lograron conseguir tras 13 largos años de espera a base de contundencia y experiencia en hombres clave. DYN HICIERON HISTORIA. El equipo de Racing posa para la foto en el último duelo del torneo, el que lograron conseguir tras 13 largos años de espera a base de contundencia y experiencia en hombres clave. DYN
Hay un dicho que reza así: “después de la tormenta siempre llega la calma”... A ese refrán Racing lo volvió regla y después de la fecha 7, aquella que se postergó porque en La Bombonera inundada no se podía jugar, lavó su cara en el torneo y comenzó a escalar aprovechando que los de arriba le permitían colarse.

El equipo de Diego Cocca empezó perdiendo ese partido clave ante Boca. Pero el 0-1 con el que tuvo que esperar la reanudación del complemento una semana después, quedó enterrado bajo todo el barro que se juntó la cancha, y al mismo tiempo se destapó Gustavo Bou, el delantero que daría vuelta la historia ante el “xeneize” con su doblete. Y partir de ahí la “academia” fue otra.

“La Pantera” siguió apareciendo como figura descollante y romperredes. Claro que a la par de Diego Milito todo le resultó aún más sencillo... Así la dupla terminó siendo letal para los enemigos y dio tranquilidad a los tan sufridos albicelestes.

Milito comenzó a cumplir con sus promesas, aquellas con las que había vuelto de Europa, en un viaje sin escala de Milán a Avellaneda, sólo para ayudar al equipo de sus amores a recuperar la gloria que durante 13 años le corrió la cara. Lo hizo bien, no sólo con goles y festejos, también con inteligencia y la experiencia que el grupo de jóvenes que lo rodeaba necesitaba.

Acaso en ese punto le dio una mano, o dos, Sebastián Saja. El arquero fue otra voz de mando en el equipo. Si Milito lo era de adelante para atrás, el 1 lo fue de atrás para adelante, ordenando una defensa que también tuvo figuras clave, en los momentos justos. Leandro Grimi e Iván Pillud supieron complementarse a la perfección.

En el medio, donde el juego debe crearse pero también cortarse, la revelación fue Ezequiel Videla, dejando el alma en cada arrastrada, un toque del que ningún equipo campeón puede privarse.

La explosión estuvo a cargo de Ricardo Centurión, el volante veloz que hizo estragos por la banda izquierda y allanó los caminos para que los planes de Cocca se plasmaran en el césped y la cima llegara de una vez por todas, nada menos que venciendo a River, el líder que dejó de serlo hasta que le vio la cara en el Cilindro.

La “academia” no tuvo más que repetir y mantener su receta durante las dos últimas fechas (ante Central y Godoy Cruz) y así, dependiendo de sí mismo, entendió cómo volver a sonreír tras tantos años de espera.

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