Por LA GACETA
29 Diciembre 2014
Desde hace mucho tiempo, el fin de año le depara al ciudadano regalos ingratos. A comienzo de diciembre se suele anunciar el incremento en la tarifa de los ómnibus a larga distancia, con un poco de timidez, se suman los aviones. Sin antifaz se anuncian incrementos en materia turística: alquiler de casas o departamentos, hotelería, gastronomía, tours. El comercio siempre tiene razones pa justificar el alza de los alimentos, los vinos, las gaseosas. El Gobierno se suma a esta gentil escalada aumentando los impuestos (inmobiliario, automotor, entre otros, así como el agua) y las tarifas de servicios aprovechan el envión para no quedarse rezagadas.
El martes pasado, sensibilizado por los reclamos de los empresarios del transporte, el Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán, aprobó el incremento del boleto urbano, que en los próximos días, una vez que el intendente lo promulgue, le costará al ciudadano $ 4,83, es decir un 24% más. Los taxistas se verán también beneficiados porque la baja de bandera será de $ 7 y se cobrará 70 centavos por cada 100 metros de recorrido o minuto de espera, lo que equivale a un aumento de un 17% .
Las Contribuciones que inciden sobre los inmuebles (CISI) subieron un 15%, mientras que el Tributo Económico Municipal (TEM) aumentará un 157%. Según dijeron funcionarios municipales, el alza de los mínimos en los tributos referidos Cartelería, Cementerio, Mesas y Sillas, Propaganda no se actualizan desde 2010. “Todos los años ajustamos un poco, siempre menos que la inflación, lo que son contribuciones, no así las alícuotas. Los tributos son la base de la que se nutre el municipio para dar respuestas a los vecinos. Los dineros de los vecinos, vuelven a los vecinos. No hicimos un incremento grande, es la mitad de lo que dicen los índices oficiales de inflación”, argumentó el intendente.
En julio pasado, la desregulación de la tarifa del gas incidió notablemente en la economía familiar al incrementarse tres veces o más lo que se abonaba. Por ejemplo, los usuarios que pagaban $ 80 recibieron boletas de $ 600.
Como si esta presión impositiva fuera poca, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, anunció en noviembre pasado que a partir del 1 de enero determinar de forma autónoma, el valor de las tarifas eléctricas. Dijo que el 31 de diciembre caduca el acuerdo de convergencia suscrito por la Nación y cada una de las provincias que implicaba el congelamiento tarifario. “El acuerdo de convergencia ha incluido a todas las jurisdicciones, porque observamos profundas asimetrías en el costo tarifario de energía eléctrica”, afirmó.
Si los incrementos sirvieran para mejorar los servicios, posiblemente el ciudadano los pagaría gustoso, sin embargo, no sucede así. Los colectivos -salvo los de la línea 19 y algunas unidades de la 118- y los taxis carecen en Tucumán, por ejemplo, de aire acondicionado; sigue habiendo unidades en mal estado; subirse a un auto de alquiler sigue siendo riesgoso para el pasajero porque no sabe si este es legal.
El gran problema es que los salarios van siempre por detrás de todas estas subas para la cuales el argumento principal es la inflación, cuya magnitud el mismo Gobierno no quiere reconocer. Se asfixia cada vez más el bolsillo del contribuyente. Se trata, por cierto, de un círculo vicioso bastante perverso, en el cual el ciudadano permanece cautivo.
El martes pasado, sensibilizado por los reclamos de los empresarios del transporte, el Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán, aprobó el incremento del boleto urbano, que en los próximos días, una vez que el intendente lo promulgue, le costará al ciudadano $ 4,83, es decir un 24% más. Los taxistas se verán también beneficiados porque la baja de bandera será de $ 7 y se cobrará 70 centavos por cada 100 metros de recorrido o minuto de espera, lo que equivale a un aumento de un 17% .
Las Contribuciones que inciden sobre los inmuebles (CISI) subieron un 15%, mientras que el Tributo Económico Municipal (TEM) aumentará un 157%. Según dijeron funcionarios municipales, el alza de los mínimos en los tributos referidos Cartelería, Cementerio, Mesas y Sillas, Propaganda no se actualizan desde 2010. “Todos los años ajustamos un poco, siempre menos que la inflación, lo que son contribuciones, no así las alícuotas. Los tributos son la base de la que se nutre el municipio para dar respuestas a los vecinos. Los dineros de los vecinos, vuelven a los vecinos. No hicimos un incremento grande, es la mitad de lo que dicen los índices oficiales de inflación”, argumentó el intendente.
En julio pasado, la desregulación de la tarifa del gas incidió notablemente en la economía familiar al incrementarse tres veces o más lo que se abonaba. Por ejemplo, los usuarios que pagaban $ 80 recibieron boletas de $ 600.
Como si esta presión impositiva fuera poca, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, anunció en noviembre pasado que a partir del 1 de enero determinar de forma autónoma, el valor de las tarifas eléctricas. Dijo que el 31 de diciembre caduca el acuerdo de convergencia suscrito por la Nación y cada una de las provincias que implicaba el congelamiento tarifario. “El acuerdo de convergencia ha incluido a todas las jurisdicciones, porque observamos profundas asimetrías en el costo tarifario de energía eléctrica”, afirmó.
Si los incrementos sirvieran para mejorar los servicios, posiblemente el ciudadano los pagaría gustoso, sin embargo, no sucede así. Los colectivos -salvo los de la línea 19 y algunas unidades de la 118- y los taxis carecen en Tucumán, por ejemplo, de aire acondicionado; sigue habiendo unidades en mal estado; subirse a un auto de alquiler sigue siendo riesgoso para el pasajero porque no sabe si este es legal.
El gran problema es que los salarios van siempre por detrás de todas estas subas para la cuales el argumento principal es la inflación, cuya magnitud el mismo Gobierno no quiere reconocer. Se asfixia cada vez más el bolsillo del contribuyente. Se trata, por cierto, de un círculo vicioso bastante perverso, en el cual el ciudadano permanece cautivo.