19 Febrero 2015
Los cambios entre el título original de una película en inglés y el elegido para su distribución en los países de habla hispana muchas veces van más allá de una mera traducción. Es lo que ocurre con “Invocando al demonio”, que en Estados Unidos se llamó (con mucha más precisión) “La posesión de Michel King”.
Claro que esta decisión no es responsabilidad del debutante director David Jung, quien se esfuerza en alcanzar los climas de opresión cuando un documentalista ateo intenta comprobar sobre su propio cuerpo que no existen los fenómenos sobrenaturales y que la presencia de lo diabólico es una manifestación que puede ser racionalmente explicada.
Por supuesto que fracasa a partir de los hechizos y rituales que se realizan para llamar a las fuerzas oscuras que lo habitan, en especial luego del repentino fallecimiento de su esposa por haber hecho caso al consejo de una vidente. No por nada una de las frases de la promoción es “El demonio más poderoso es el que se lleva dentro”.
La filmación retoma en partes el estilo del falso documental con una cámara en mano que tanta repercusión causó en “El proyecto de la bruja de Blair” (por mencionar sólo uno de los títulos más recientes de este subgénero), y que asegura algunos sustos, sobre todo en los espectadores menos adiestrados.
Jung confió en otro desconocido para el público masivo como es Shane Johnson (aunque acredita ya una quincena de filmes) para el protagónico, y todo indica que la apuesta fue acertada. Lo escaso del presupuesto y el buen uso de esos recursos refieren también sobre un director que llegó para quedarse.
Claro que esta decisión no es responsabilidad del debutante director David Jung, quien se esfuerza en alcanzar los climas de opresión cuando un documentalista ateo intenta comprobar sobre su propio cuerpo que no existen los fenómenos sobrenaturales y que la presencia de lo diabólico es una manifestación que puede ser racionalmente explicada.
Por supuesto que fracasa a partir de los hechizos y rituales que se realizan para llamar a las fuerzas oscuras que lo habitan, en especial luego del repentino fallecimiento de su esposa por haber hecho caso al consejo de una vidente. No por nada una de las frases de la promoción es “El demonio más poderoso es el que se lleva dentro”.
La filmación retoma en partes el estilo del falso documental con una cámara en mano que tanta repercusión causó en “El proyecto de la bruja de Blair” (por mencionar sólo uno de los títulos más recientes de este subgénero), y que asegura algunos sustos, sobre todo en los espectadores menos adiestrados.
Jung confió en otro desconocido para el público masivo como es Shane Johnson (aunque acredita ya una quincena de filmes) para el protagónico, y todo indica que la apuesta fue acertada. Lo escaso del presupuesto y el buen uso de esos recursos refieren también sobre un director que llegó para quedarse.