La lluvia dejó al descubierto errores y falencias

Para la sociedad y el campo tucumano las noticias de estos meses de febrero y marzo fueron que las lluvias no dieron respiro, hubo daños y no dejaron a los productores trabajar de manera correcta en sus cultivos. Es cierto las lluvias dieron la nota por la gran cantidad de días que estas ocurrieron en febrero y lo que va de marzo. Igualmente, aunque parezca ilógico, en muchas zonas del Este tucumano las lluvias fueron irregulares y no en todos los campos llovió lo necesario para los cultivos.

Las lluvias en el resto de la provincia, además de la gran cantidad de días que llovió, fueron muy torrenciales y con precipitaciones tales que el escurrimiento fue muy grande. El problema radica en que estas lluvias llegaron después de algunos años secos y, a pesar de los graves problemas que durante muchos años se dieron en la provincia, poco y nada se hizo para minimizar los efectos nefastos que generan las inundaciones, algo recurrente en casi todos los veranos en la provincia, salvo que venga seco.

Los problemas que originan las grandes lluvias son siempre las mismas. Ocurren anegamientos en zonas bajas, grandes escorrentías en campos con cierta pendiente, los desagües naturales no dan abasto y se producen grandes cárcavas por efecto de la gran velocidad que toman las aguas.

Ahora se suma que los canales y desagües naturales como arroyos y ríos no dieron abasto para que el agua escurra sin problemas, y los desbordes que sufrieron estas vías de escapes de agua ocasionaron grandes pérdidas a los pobladores que habitan cerca de los ríos y arroyos, y a aquellos que se encuentran en zonas bajas de la provincia.

Es indudable que la acción antrópica que realiza el hombre en todo el territorio hace que los efectos que provocan las aguas cada vez sean más complicados y poco se hace en forma conjunta para arrimar las soluciones a estos temas.

Si trazamos una línea de Oeste a Este en la provincia, vemos que los efectos del desmonte en el pedemonte y el sobre pastoreo e incendios en las altas cumbres solo hacen que la masa vegetal cada vez sea menor, y por ende tengamos cada vez menos poder de absorción de los suelos. Se suma que en muchas cuencas hay emprendimientos que reducen la capacidad de absorción de agua de los suelos.

No hay obras de desagüe y drenaje de envergadura que puedan ayudar a que las aguas escurran sin ocasionar daños y que salgan de las zonas bajas evitando las inundaciones actuales.

Los ríos y arroyos no fueron encausados correctamente, sus lechos en general se encontraban elevados y sus pasos debajo de los puentes no fueron despejados adecuadamente de todo el material de arrastre que trajeron durante muchos años.

Cuando ocurre esto y las aguas salen de sus cauces naturales empiezan a correr por canales de riego, caminos, desagües naturales sin cobertura y no manejados, por lo que los daños que provocan a veces son cuantiosos como los ocurridos durante estos días. Los perjuicios que ocurren en el pedemonte y a la salida de este son graves, ya que la velocidad del aluvión, sumada a los materiales que arrastra como barro, piedras, árboles y basura, rompen y tapan todo a su paso. Y al llegar a zonas más bajas y planas la velocidad disminuye, el material pesado de arrastre se queda y el agua empieza a frenarse e inundar todos los terrenos bajos.

Es por ello que las localidades como Niogasta, Sur de Lazarte, Gastona, Monteagudo, Lamadrid y demás localidades de la llanura deprimida quedan bajo las aguas, a veces durante varios días.

Infraestructura escasa

Solo basta recorrer los caminos tucumanos para determinar que las obras de infraestructura son escasas y, como no hay desagües ni drenajes, las vías de circulación de personas y vehículos se convierten en los canales por los que corre el agua. Hay rutas que no poseen alcantarillas y puentes de envergadura, que a raíz de la forma en que son construidas sobre taludes en altura, forman un gran dique que contienen las aguas e inundan todo lo que se encuentre hacia arriba de estas rutas.

Lo cierto es que durante muchos años no se hizo nada para mejorar las condiciones hidráulicas de la provincia, pero tampoco se logró controlar que en las cuencas superiores cada uno haga lo que quiera y no lo que se deba.

El trabajo más profundo que se debe realizar es empezar por estabilizar las cuencas superiores donde nacen los ríos y que su capacidad de absorción pueda mejorarse lo más rápido posible. Luego seguirá el manejo de cauces de ríos y mantenerlos como corresponde y que las obras de ingeniería actuales puedan funcionar adecuadamente. Finalmente, realizar las nuevas obras que sean necesarias y dejar de pensar en cosas que terminaron siendo superficiales, como una legislatura un poco cara y gran cantidad de pavimento y cunetas, hoy muchas destruidas por las aguas.

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