Las tormentas dejaron sin agua a San Javier y a La Sala

El acueducto de Anfama sufrió daños y dejó sin suministro a familias de las dos localidades

17 Marzo 2015
Ayer por la mañana San Javier era una nuboselva. El ambiente estaba húmedo, las gotas flotaban en el aire. Sin embargo, los grifos de muchas de las viviendas de esa zona están secos desde hace 10 días, cuando se registró la última tormenta fuerte. Los envases para recolectar agua de lluvia no son difíciles de encontrar. Todos la juntan en cualquier recipiente que encuentran: tachos de plástico, de hojalata, unos más chicos de pintura de 20 litros y hasta en baldes. Con eso lavan la ropa de los chicos y limpian la casa -cuenta Susana Toledo- que vive en la calle 1, frente a la sede comunal. Su padre vive en la esquina y tampoco tiene agua en el grifo, pero sí miles de filtraciones en el techo y un canal que pasa muy cerca y que amenaza la estabilidad de las endebles estructuras de la vivienda. “Ya le pedí a la comuna que saque el bosque que hay en ese canal para que el agua pueda correr”, dice Abelino Toledo.

La calle 13 es en la que se encuentra la Comuna y tampoco tiene agua, cuenta Ramona Gómez. Por el momento se arreglan con el agua mineral que les proveen. La calle 8 sí tiene suministro, porque una parte de San Javier se abastece de un pozo, pero otro sector y las viviendas de La Sala dependen del acueducto que baja de Anfama y cuyos caños se rompieron tras la caída de puentes en la última de las localidades.

Augusto Guraiib, gerente de Operaciones de la Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) confirmó que el servicio de La Sala no les corresponde, pero que están presupuestando el arreglo de los caños que se rompieron para solucionar problemas en el suministro de San Javier, que sí está bajo su administración.

Tras las tormentas, en la zona de La Sala recién están volviendo a la normalidad: limpiando y acomodando las casas y retomando la comunicación con el resto del valle a través de badenes que la Dirección Provincial de Vialidad abrió al costado de los dos puentes que colapsaron la semana pasada. Valeria Valdés vive en el kilómetro 14 de la ruta 340 y tiene tres hijos. Para cocinar utiliza el agua mineral que les han estado proveyendo, pero para lavar y bañarse van a buscar agua al río.

Además de la falta de agua, Víctor López lamenta la pérdida de todos sus cultivos de lechuga, acelga y zapallito. “El agua me mató todo. Ahora tengo que esperar que se seque para volver a plantar, porque todo es barro”, explica. El vive muy cerca de uno de los puentes que se desplomó.

Del otro lado de ese viaducto, la situación es distinta porque el agua que llega a las viviendas no pertenece a la toma de Anfama, según cuenta Elizabeth Arce. “Aquí comenzó a salir agua recién hoy (por ayer), pero es una toma directa que viene por los caños desde un río que está más arriba”, comenta.

Para evitar que una próxima tormenta inunde su vivienda, Elizabeth y sus vecinos cavaron una zanja profunda que rodea la casa. De esa manera espera frenar el agua que se escurre por el descampado que tiene más arriba. “Hace 30 años que vivo aquí y siempre llovió, pero nunca pasó esto. Más arriba han desmontado mucho para hacer un country”, dice Elizabeth señalando un manchón abierto en plena ladera de El Portezuelo, a unos 300 metros de las casas que bordean la ruta.

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