17 Marzo 2015
“En realidad, la toxicidad de la purpurina en sí misma no es muy alta, pero como se trata de partículas muy pequeñas, si se inhala gran cantidad puede ser muy peligrosa”, explicó la bioquímica y toxicóloga Susana Ponce de León.
La toxicidad de estos coloridos “polvos mágicos”, que suelen utilizarse para realizar diferentes tipos de manualidades, proviene de que para fabricarlos se usan metales como plomo, cinc, cobre o estaño.
Diminutas
A diferencia de la brillantina, cuyas partículas son mayores, los problemas que puede producir el polvo de la purpurina son de dos tipos, aclaró Ponce de León.
“Al ser tan chiquitas (menores a una micra, o sea, la millonésima parte de un metro), las partículas no se quedan en el aparato respiratorio alto, que cuenta con modos de eliminarlas (las cilias de la nariz, la tos, los estornudos). La purpurina llega hasta los alvéolos de los bronquios, que están altamente irrigados, y causan problemas a nivel mecánico o físico, pues dañan las estructuras de las células del pulmón”, explicó.
“Pero además -añadió- los metales con la que está hecha pasan a la sangre y modifican el hierro que esta contiene: le impiden combinarse con el oxígeno y no le permiten formar la hemoglobina, que es la que lleva el oxígeno a todo el cuerpo”. De esta manera, lo que ocurre es un fenómeno llamado hipoxia progresiva.
De todas formas, la especialista aclaró que para que se alcance esa toxicidad las cantidades de purpurina inhaladas deben ser muy altas. “Debe haberse producido una inhalación muy profunda”, resaltó. Si bien no cree que haya que prohibir su uso, opina que debería restringirse y no darse a los chicos.
Con barbijo
“Cuando la intoxicación se produce -destacó por su parte el médico toxicólogo Alfredo Córdoba- es de muy difícil manejo y de mal pronóstico”. Por ese motivo desaconsejó también que se les dé purpurina a los chicos para jugar.
“Debe erradicarse de los hogares y de las escuelas -advirtió, contundente-, y si por motivos laborales los adultos deben manipularla, deberían hacerlo siempre con barbijo”.
La toxicidad de estos coloridos “polvos mágicos”, que suelen utilizarse para realizar diferentes tipos de manualidades, proviene de que para fabricarlos se usan metales como plomo, cinc, cobre o estaño.
Diminutas
A diferencia de la brillantina, cuyas partículas son mayores, los problemas que puede producir el polvo de la purpurina son de dos tipos, aclaró Ponce de León.
“Al ser tan chiquitas (menores a una micra, o sea, la millonésima parte de un metro), las partículas no se quedan en el aparato respiratorio alto, que cuenta con modos de eliminarlas (las cilias de la nariz, la tos, los estornudos). La purpurina llega hasta los alvéolos de los bronquios, que están altamente irrigados, y causan problemas a nivel mecánico o físico, pues dañan las estructuras de las células del pulmón”, explicó.
“Pero además -añadió- los metales con la que está hecha pasan a la sangre y modifican el hierro que esta contiene: le impiden combinarse con el oxígeno y no le permiten formar la hemoglobina, que es la que lleva el oxígeno a todo el cuerpo”. De esta manera, lo que ocurre es un fenómeno llamado hipoxia progresiva.
De todas formas, la especialista aclaró que para que se alcance esa toxicidad las cantidades de purpurina inhaladas deben ser muy altas. “Debe haberse producido una inhalación muy profunda”, resaltó. Si bien no cree que haya que prohibir su uso, opina que debería restringirse y no darse a los chicos.
Con barbijo
“Cuando la intoxicación se produce -destacó por su parte el médico toxicólogo Alfredo Córdoba- es de muy difícil manejo y de mal pronóstico”. Por ese motivo desaconsejó también que se les dé purpurina a los chicos para jugar.
“Debe erradicarse de los hogares y de las escuelas -advirtió, contundente-, y si por motivos laborales los adultos deben manipularla, deberían hacerlo siempre con barbijo”.