Declaración de guerra de compromiso

Hace 70 años, Argentina era marginada por los aliados en la II Guerra Mundial, por su filonazismo

30 Marzo 2015

Carlos Duguech - Analista internacional

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) -esa descomunal tragedia humana que con la Gran Guerra (1914-1918) marcaron con sangre y destrucción extendida al Siglo XX- significó para nuestro país afrontar un comportamiento definido. Mantuvo una increíble “neutralidad” que le produjo un aislamiento no sólo de los Aliados en su lucha contra los regímenes del Eje (Alemania, Italia y Japón). También de los países americanos, que hasta último momento aguardaron a que Argentina suscribiera finalmente el Acta de Chapultepec. Que fue la contraseña para poder integrar el privilegiado grupo de los 51 países fundadores de la naciente organización internacional por excelencia: la ONU.

La posición argentina de neutralidad frente a la invasión a Polonia por las fuerzas alemanas el 1º de septiembre de 1939, seguida por la declaración de guerra de Francia y Gran Bretaña a la Alemania nazi, se hizo por un decreto del Poder Ejecutivo Nacional el día 4 de septiembre, haciendo referencia a los derechos y deberes de las potencias neutrales en el marco de las Convenciones de La Haya (1899 y 1907) acerca de los casos de guerras marítima y terrestre. No llama la atención, en un comienzo, que Estados Unidos se posesione como neutral, también, el 5 de septiembre. Recién entra en guerra luego del ataque masivo japonés a la base de Pearl Harbour en 1941. Para Argentina no le fue fácil sortear las críticas y sanciones (embargos por parte de los EEUU) por una neutralidad a ultranza que era vista como una posición de simpatías no disimuladas con el régimen imperante en la Alemania nazi.

Para tener una idea del aislamiento, vale decir que Chile, al romper relaciones con el Eje en enero de 1943, dejaba a la Argentina como el único país de América que las seguía manteniendo.

En nuestro país el protagonismo de los sectores militares (a partir de la rebelión del 4 de junio de 1943) se hacía sentir definiendo a un grupo como pro-aliados y a otro -bien definidos nacionalistas- que se dejaban llevar por las acciones de una logia militar secreta, el GOU (Grupo Obra de Unificación) caracterizado por su posición proeje. Complejos acontecimientos signaron las relaciones argentinas con el mundo. Uno de ellos, durante el gobierno de Edelmiro J. Farrell (el 4 de marzo de 1944) EEUU interrumpía las relaciones con nuestro país.

Largo sería enumerar la serie de acontecimientos, contratiempos y críticas y presiones que recibía el gobierno argentino por adherir a lo americano en el frente contra el Eje. Por ello mismo se recibió con gran satisfacción el decreto del presidente Farrell con acuerdo de ministros (entre ellos Juan D. Perón). El 27 de marzo de 1945, el decreto 6.945 cuyos dos primeros artículos valen ser conocidos literalmente: “Art. 1º. El Gobierno de la Nación acepta la invitación que le ha sido formulada por las veinte Repúblicas Americanas participantes de la Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y de la Paz, y adhiere al Acta Final de la misma.

Art. 2º. A fin de intensificar la política de la Nación con la común de las demás Repúblicas americanas y solidarizarse con ellas ante amenazas o actos de agresión de cualquier país a un Estado americano, declárase el estado de guerra entre la República Argentina y el Imperio del Japón. Art. 3º. Declárase igualmente el estado de guerra entre la República Argentina y Alemania, atento al carácter de esta última de aliado del Japón.”

Se opusieron a la votación en favor de Argentina como fundador de la ONU, la URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia y Grecia). Finalmente, aunque ya concluida la reunión panamericana en México (Chapultepec) e iniciadas las deliberaciones en San Francisco (germen de la ONU) Argentina puede entrar –casi por la puerta de atrás- al conjunto de países que fundarían Naciones Unidas.

El dato necesario: declara la guerra a Japón y Alemania apenas 42 días antes de la rendición de Alemania (el 8 de marzo de 1845); menos de un mes y medio. De una guerra que duró 69 meses en Europa.

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