Por Irene Benito
23 Marzo 2016
LA BIENVENIDA. La canciller Susana Malcorra fue la encargada de recibir a la familia Obama en Ezeiza. REUTERS
El presidente Barack Obama tendrá hoy su jornada más intensa en este país. Luego de una visita más que simbólica a Cuba, el mandatario buscará estrechar los vínculos con Argentina en la víspera del aniversario número 40 del último Golpe de Estado. La agenda oficial incluye un encuentro con el presidente Mauricio Macri y una conferencia de prensa en la Casa Rosada. Luego, el jefe de Estado extranjero visitante rendirá honores a José de San Martín en la Catedral de Buenos Aires y dialogará con jóvenes en la Usina del Arte. A continuación, se reunirá con empresarios y asistirá a la cena para 400 invitados que Macri ofrecerá en el Centro Cultural Kirchner.
El Air Force One, la aeronave reservada para el inquilino de la Casa Blanca, se estacionó en Ezeiza a las 1.10 de la madrugada. En la pista esperaban Noah Mamet, embajador de Estados Unidos en Argentina; la canciller Susana Malcorra, y Betina Alejandra Pasquali de Fonseca, embajadora y jefa de Protocolo de la Cancillería. El Presidente; Michelle Obama, la primera dama; las hijas del matrimonio, Sasha y Malia, y Marian Shields Robinson, suegra del mandatario descendieron juntos por la escalerilla principal tal y como había sucedido en Cuba. Los demás integrantes de la comitiva dejaron el Air Force One por la salida trasera, y abordaron de inmediato los automóviles y ómnibus dispuestos para el traslado hacia la Ciudad de Buenos Aires.
Obama, Mamet y Malcorra se saludaron, e intercambiaron comentarios "protegidos" por el cerco que formaron los vehículos oficiales. Los visitantes fueron recibidos por una noche estrellada con luna refulgente: una temperatura otoñal obligó a desempolvar los abrigos. Quince minutos después del aterrizaje, la caravana interminable encabezada por dos limusinas blindadas arrancaron con dirección al Palacio Bosch, la residencia de la Embajada de Estados Unidos donde pernoctarán los Obama.
Un operativo de seguridad sin precedentes tuvo lugar en el aeropuerto de Ezeiza: numerosos agentes del Gobierno de Obama especialmente destacados para la ocasión supervisaron la organización de los controles con el apoyo de la Policía Federal y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Además, hubo francotiradores apostados en los techos de las mangas. El espacio aéreo fue monitoreado en forma permanente por un equipo de helicópteros.
El despliegue de Ezeiza anticipa las medidas adoptadas para custodiar a Obama durante su estancia en Argentina, unas precauciones que se intensificaron en las últimas horas como consecuencia de los recientes atentados terroristas en Bruselas. Este plan de seguridad implicará el bloqueo de la zona de la Plaza de Mayo y controles rigurosos para el acceso a la Casa Rosada, incluso para la prensa, debido a que el Gobierno de Macri resolvió acreditar solamente a un periodista por medio. Esta madrugada Obama se mantuvo a distancia de los cronistas y las cámaras -Malcorra saludó a lo lejos-. Personal de la Embajada prometió que hoy habrá un contacto más cercano, al estilo del que el jefe de Estado estadounidense puso en escena en Cuba. Es la única y última oportunidad: mañana y después de recordar a las víctimas de la Dictadura en el Parque de la Memoria, los Obama se dirigirán a Bariloche para disfrutar de algunas horas de esparcimiento con vistas al lago Nahuel Huapi.
El Air Force One, la aeronave reservada para el inquilino de la Casa Blanca, se estacionó en Ezeiza a las 1.10 de la madrugada. En la pista esperaban Noah Mamet, embajador de Estados Unidos en Argentina; la canciller Susana Malcorra, y Betina Alejandra Pasquali de Fonseca, embajadora y jefa de Protocolo de la Cancillería. El Presidente; Michelle Obama, la primera dama; las hijas del matrimonio, Sasha y Malia, y Marian Shields Robinson, suegra del mandatario descendieron juntos por la escalerilla principal tal y como había sucedido en Cuba. Los demás integrantes de la comitiva dejaron el Air Force One por la salida trasera, y abordaron de inmediato los automóviles y ómnibus dispuestos para el traslado hacia la Ciudad de Buenos Aires.
Obama, Mamet y Malcorra se saludaron, e intercambiaron comentarios "protegidos" por el cerco que formaron los vehículos oficiales. Los visitantes fueron recibidos por una noche estrellada con luna refulgente: una temperatura otoñal obligó a desempolvar los abrigos. Quince minutos después del aterrizaje, la caravana interminable encabezada por dos limusinas blindadas arrancaron con dirección al Palacio Bosch, la residencia de la Embajada de Estados Unidos donde pernoctarán los Obama.
Un operativo de seguridad sin precedentes tuvo lugar en el aeropuerto de Ezeiza: numerosos agentes del Gobierno de Obama especialmente destacados para la ocasión supervisaron la organización de los controles con el apoyo de la Policía Federal y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. Además, hubo francotiradores apostados en los techos de las mangas. El espacio aéreo fue monitoreado en forma permanente por un equipo de helicópteros.
El despliegue de Ezeiza anticipa las medidas adoptadas para custodiar a Obama durante su estancia en Argentina, unas precauciones que se intensificaron en las últimas horas como consecuencia de los recientes atentados terroristas en Bruselas. Este plan de seguridad implicará el bloqueo de la zona de la Plaza de Mayo y controles rigurosos para el acceso a la Casa Rosada, incluso para la prensa, debido a que el Gobierno de Macri resolvió acreditar solamente a un periodista por medio. Esta madrugada Obama se mantuvo a distancia de los cronistas y las cámaras -Malcorra saludó a lo lejos-. Personal de la Embajada prometió que hoy habrá un contacto más cercano, al estilo del que el jefe de Estado estadounidense puso en escena en Cuba. Es la única y última oportunidad: mañana y después de recordar a las víctimas de la Dictadura en el Parque de la Memoria, los Obama se dirigirán a Bariloche para disfrutar de algunas horas de esparcimiento con vistas al lago Nahuel Huapi.