04 Junio 2016
MUHAMMAD ALI. El libro autobiográfico del boxeador. FOTO TOMADA DEPOR.COM
La leyenda del boxeo, Muhammad Alí, fue tan grande como picante dentro y fuera del cuadrilátero. A lo largo de su carrera, dedicó polémicas frases a sus rivales, al gobierno y a quienes lo criticaron.
El boxeador, no sólo se preocupó por tener grandes peleas, también demostró un gran interés por los derechos humanos, luchando contra el racismo y la desigualdad social hasta el día de su muerte: - “Tomé la decisión de ser un negro de los que no se dejan atrapar por los blancos”.
Antes de pelear en Zaire, en donde ganó su segundo campeonato, con un toque de humor comentó: - “Yo soy tan rápido que anoche apagué la luz y me metí en la cama antes de que el cuarto estuviera oscuro”.
- “Flotaba como mariposa y picaba como abeja”. Es una de las frases más famosas de Muhammad y la que, el boxeador, elegía para definir sus movimientos en el ring.
Las vueltas de la vida lo llevaron a padecer una enfermedad que terminó noqueándolo en su última pelea: el parkinson. Más allá de que muchos lo tildaran de engreído y egoísta por la forma en que hablaba de sí mismo (“soy el más rápido, el más rudo, el más lindo”), el boxeador no perdió nunca su humildad y apoyándose en la religión luchó contra el parkinson como el mejor. “Él (Dios) me dio la enfermedad para mostrarme que era un hombre como los demás, que tenía debilidades como todo el mundo. Es todo lo que soy: un hombre”.
El boxeador, no sólo se preocupó por tener grandes peleas, también demostró un gran interés por los derechos humanos, luchando contra el racismo y la desigualdad social hasta el día de su muerte: - “Tomé la decisión de ser un negro de los que no se dejan atrapar por los blancos”.
Antes de pelear en Zaire, en donde ganó su segundo campeonato, con un toque de humor comentó: - “Yo soy tan rápido que anoche apagué la luz y me metí en la cama antes de que el cuarto estuviera oscuro”.
- “Flotaba como mariposa y picaba como abeja”. Es una de las frases más famosas de Muhammad y la que, el boxeador, elegía para definir sus movimientos en el ring.
Las vueltas de la vida lo llevaron a padecer una enfermedad que terminó noqueándolo en su última pelea: el parkinson. Más allá de que muchos lo tildaran de engreído y egoísta por la forma en que hablaba de sí mismo (“soy el más rápido, el más rudo, el más lindo”), el boxeador no perdió nunca su humildad y apoyándose en la religión luchó contra el parkinson como el mejor. “Él (Dios) me dio la enfermedad para mostrarme que era un hombre como los demás, que tenía debilidades como todo el mundo. Es todo lo que soy: un hombre”.
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