LA UNIÓN HACE LA FUERZA. Aliendro, Lucchetti, el “Pulguita” y Menéndez festejan el histórico triunfo de cara a los miles de hinchas que se sacrificaron para comprar los pasajes y acompañarlos a Ecuador.
============LG01 70 PRINCIPAL (11179756)============
Un equipo a prueba de todo
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Atlético se sobrepuso a una odisea increíble y se llevó un triunfo que quedará para la historia
============02 TEX (11179758)============
QUITO.- Cuando uno cree que ya lo vio todo, que al fútbol hace rato ya se le acabaron las ideas originales, viene Atlético y logra uno de los triunfos más importantes de su centenaria historia, y sin dudas el más insólito. Porque antes de jugar le pasó sencillamente de todo: se quedó varado en el aeropuerto de Guayaquil, llegó casi una hora tarde al estadio, con el reglamento a punto de caerle como una guillotina a sus pretensiones, y debió salir a la cancha con camiseta y botines prestados, sin hacer ejercicios de calentamiento previo a una batalla de 90 minutos a 2.800 metros de altura. O sea, peor imposible. Y así y todo, se le plantó de frente a El Nacional y lo borró de la cancha. Ya sólo por eso, la Conmebol debería ir pensando seriamente en darle un trofeo aparte. El 1-0 se queda cortísimo para lo que mereció el “Decano”, aunque al fin de cuentas dá igual: Junior ya lo espera en Barranquilla, por la fase 3, esa que da el acceso a la fase de grupos.
Ya lo había anticipado el técnico Lavallén el día previo: la cabeza iba a importar más que los pulmones. Por eso la actitud inicial de Atlético fue la más lógica: esperar detrás de mitad de cancha a que el anfitrión mostrara sus cartas. Sin embargo, al Nacional no se le cayó una idea en todo el primer tiempo, que no fuera uno que otro bochazo para la desaparecida testa de Félix Borja, o en su defecto alguna intervención fortuita de Christian Cordero. Su intención de abrir la cancha para desgastar las reservas de aire “decanas” se estrelló contra su incapacidad de dar dos pases seguidos. Fue verdaderamente fantasmal lo del equipo ecuatoriano, como si le pesara más la altura que a los del llano. Atlético le robó la pelota y lo empujó hacia el arco de Darwin Cuero, tocando corto y abriendo hacia los costados. Parecía un calco del partido que se jugó en el Monumental, con Atlético tan superior como ineficaz para convertir.
Fue por el sector derecho donde puso contra las cuerdas al “Militar”, con centros de David Barbona y Lionel Di Plácido, dos de los principales artífices de la hazaña. El otro fue, sin dudas, el implacable Fernando Zampedri, que avisó en el primer tiempo con un cabezazo mordido que se perdió por nada.
Fue un presagio de lo que vendría en el complemento. Barbona amagó hacia adentro y tocó hacia afuera, Fernando Evangelista buscó a Zampedri en el segundo palo y el “Tanque” cabeceó bombeado y a contrapierna del arquero. Entró pidiendo permiso, pero entró, que es lo importante.
Con la ventaja de su lado, Atlético supo manejar el partido y jugar con los nervios de un “Militar” que intentó hacer en los últimos 10 minutos lo que no había podido en los 80 anteriores. Había sido devastado por un “Decano” capaz de sobreponerse a todo y de transformar el peor viaje de su vida en una historia con final feliz. Ahora, en caso de vencer a Junior, accederá a la fase de grupos. De lo contrario, podrá clasificarse a la Sudamericana si queda entre los dos mejores perdedores de la llave. Pero ya habrá tiempo de pensar en eso. Ahora es momento de disfrutar.
QUITO.- Cuando uno cree que ya lo vio todo, que al fútbol hace rato ya se le acabaron las ideas originales, viene Atlético y logra uno de los triunfos más importantes de su centenaria historia, y sin dudas el más insólito. Porque antes de jugar le pasó sencillamente de todo: se quedó varado en el aeropuerto de Guayaquil, llegó casi una hora tarde al estadio, con el reglamento a punto de caerle como una guillotina a sus pretensiones, y debió salir a la cancha con camiseta y botines prestados, sin hacer ejercicios de calentamiento previo a una batalla de 90 minutos a 2.800 metros de altura. O sea, peor imposible. Y así y todo, se le plantó de frente a El Nacional y lo borró de la cancha. Ya sólo por eso, la Conmebol debería ir pensando seriamente en darle un trofeo aparte. El 1-0 se queda cortísimo para lo que mereció el “Decano”, aunque al fin de cuentas dá igual: Junior ya lo espera en Barranquilla, por la fase 3, esa que da el acceso a la fase de grupos.
Ya lo había anticipado el técnico Lavallén el día previo: la cabeza iba a importar más que los pulmones. Por eso la actitud inicial de Atlético fue la más lógica: esperar detrás de mitad de cancha a que el anfitrión mostrara sus cartas. Sin embargo, al Nacional no se le cayó una idea en todo el primer tiempo, que no fuera uno que otro bochazo para la desaparecida testa de Félix Borja, o en su defecto alguna intervención fortuita de Christian Cordero. Su intención de abrir la cancha para desgastar las reservas de aire “decanas” se estrelló contra su incapacidad de dar dos pases seguidos. Fue verdaderamente fantasmal lo del equipo ecuatoriano, como si le pesara más la altura que a los del llano. Atlético le robó la pelota y lo empujó hacia el arco de Darwin Cuero, tocando corto y abriendo hacia los costados. Parecía un calco del partido que se jugó en el Monumental, con Atlético tan superior como ineficaz para convertir.
Fue por el sector derecho donde puso contra las cuerdas al “Militar”, con centros de David Barbona y Lionel Di Plácido, dos de los principales artífices de la hazaña. El otro fue, sin dudas, el implacable Fernando Zampedri, que avisó en el primer tiempo con un cabezazo mordido que se perdió por nada.
Fue un presagio de lo que vendría en el complemento. Barbona amagó hacia adentro y tocó hacia afuera, Fernando Evangelista buscó a Zampedri en el segundo palo y el “Tanque” cabeceó bombeado y a contrapierna del arquero. Entró pidiendo permiso, pero entró, que es lo importante.
Con la ventaja de su lado, Atlético supo manejar el partido y jugar con los nervios de un “Militar” que intentó hacer en los últimos 10 minutos lo que no había podido en los 80 anteriores. Había sido devastado por un “Decano” capaz de sobreponerse a todo y de transformar el peor viaje de su vida en una historia con final feliz. Ahora, en caso de vencer a Junior, accederá a la fase de grupos. De lo contrario, podrá clasificarse a la Sudamericana si queda entre los dos mejores perdedores de la llave. Pero ya habrá tiempo de pensar en eso. Ahora es momento de disfrutar.