Juicio contra el Clan Ale: “no se encontró nada llamativo en contra de Roberto Dilascio”

Los defensores del Clan Ale pusieron contra la espada y la pared a los analistas de la UIF. El analista Kogan admitió que no hallaron pruebas en contra del ex jugador de San Martín. Su colega Salerno estuvo impreciso.

EN LA SALA. Roberto Dilascio estuvo al frente de la Gerenciadora del NOA en San Martín. ARCHIVO LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO EN LA SALA. Roberto Dilascio estuvo al frente de la Gerenciadora del NOA en San Martín. ARCHIVO LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO
30 Marzo 2017
Luego de tres agotadoras jornadas, terminó la declaración de Nathan Kogan, la espada más filosa de la Unidad de Información Financiera (UIF) en contra del Clan Ale. Y el único acusado que quedó bien parado fue el ex presidente de la Gerenciadora del NOA, Roberto Dilascio. “No nos expedimos en ningún momento sobre sospechas, no se encontró nada llamativo en su contra”, afirmó el especialista, que resultó el escollo más grande para las defensas en lo que va del proceso, por su conocimiento de la causa y su memoria.

La frase de Kogan resultó tan favorable a Dilascio que uno de sus defensores, Gustavo Baaclini, se permitió opinar: “es increíble que esté detenido”. Esto provocó una reprimenda -que poco le importó- por parte de la presidenta del Tribunal, Alicia María Noli, quien le recordó que debía guardarse esas expresiones para los alegatos. Sin embargo, aunque fue el más beneficiado durante la jornada, el ex jugador de San Martín no fue el único.

Las dudas del testigo

Luego de que liberaran a Kogan, se sentó a declarar Gustavo Salerno, también analista de la UIF. Sin embargo, en vez de seguir el camino que había transitado su compañero, su relato se pareció más al del ex presidente de ese organismo, José Sbatella, porque estuvo plagado de dudas e imprecisiones. Tanto es así, que el defensor Manuel Pedernera, quien patrocina a Hernán Lazarte, lo acusó de tener memoria selectiva. No fue la única salida que tuvo el abogado cordobés, que en otro momento advirtió a la querella de la UIF que allí no se estaba jugando “al gato y al ratón”. Dos audiencias antes, había dicho que Sbatella era un especialista en “tirar la pelota a la Justicia”.

Con todo, no se descarta que el testigo hubiera presentado un discurso ambiguo para evitar contradicciones con su colega.

Paradójicamente, una de las únicas defensas afectadas por lo que dijo Salerno fue la que lo citó, en representación de Enrique Santos Catulo. Sobre este, el especialista de la UIF recordó que tenía ingresos anuales de unos $ 48.000 y que era monotributista. Tras esta antesala, afirmó que sus fondos no guardaban relación con los nueve autos que tenía a su nombre, algunos de alta gama. Para colmo, recordó que uno de estos vehículos tenía pedido de secuestro por robo.

Los otros acusados que no la pasaron bien fueron Fabián González y María Esther Picone, marido y mujer, que eran dueños de Transportes Leonel. Sobre ellos, Salerno explicó que, sin tener un gran capital, adquirieron varios vehículos poco después de crear esa sociedad y que tenían dos ROS (Reporte de Operación Sospechosas) por movimientos bancarios por $ 2 millones y $ 700.000. Sin embargo, esta parte contó con un atisbo de reacción, cuando el defensor oficial achacó que los camiones de la firma estaban prendados.

Contra las cuerdas

Víctor Taleb, el defensor de Ángel “El Mono” Ale comenzó a llevar con sus preguntas a Salerno hacia donde quería y el especialista le terminó admitiendo que no recordaba si la UIF había tenido en cuenta los ingresos que el acusado percibía por su actividad cañera. Además, el analista fundamentó que la relación comercial que encontraron entre “El Mono” y su hermano Rubén “La Chancha” Ale era a través de un tercer hermano que había trabajado con María Jesús Rivero y que luego fue encargado de la firma Point Limits de juegos de azar. Por último, no dio demasiadas precisiones cuando se le preguntó si no sabía que el imputado había tenido en los últimos años ganancias mayores al blanqueo de $ 3 millones que presentó, uno de los puntos en los que se había aferrado la UIF. Al terminar la declaración, “El Mono” criticó con dureza esta relación y señaló que los analistas de la UIF dieron “números mentirosos”.

En cuanto a la defensa de “La Chancha”, a cargo de Alejandro Biagosch, buscó contradicciones en todo momento en los testigos pero el Tribunal no hizo lugar. Sin embargo, logró que se tomara como prueba un documento que acredita que unos terrenos de Los Pereyra son de su cliente.

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