“Es una historia sin final que venimos sufriendo desde hace 20 años”, advierten en Niogasta

Graneros y Niogasta también padecieron la furia del Marapa. La situación no llegó a ser tan crítica como en La Madrid, pero igualmente fue necesario evacuar a las familias que permanecían con sus casas inundadas. En Niogasta muchos habitantes se negaban a abandonar sus casas, lo que complicaba las tareas de rescate. Ahí, decenas de familias quedaron aisladas

HUIR EN GOMONES IMPROVISADOS. En Graneros tuvieron que evacuar unas 300 personas que se ubicaron en dos escuelas; para salir por las calles anegadas del pueblo, algunos habitantes tuvieron que improvisar balsas. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL HUIR EN GOMONES IMPROVISADOS. En Graneros tuvieron que evacuar unas 300 personas que se ubicaron en dos escuelas; para salir por las calles anegadas del pueblo, algunos habitantes tuvieron que improvisar balsas. LA GACETA / FOTO DE OSVALDO RIPOLL
03 Abril 2017
El agua tuvo un volumen descomunal, producto de las incesantes lluvias que persisten en Catamarca y en ésta provincia, y se escurrió por distintos rincones del sur tucumano. Así, con el paso de las horas se incrementaron las comunidades afectadas por el avance de la masa líquida que desbordó ríos y canales. Aunque los dramas más angustiantes se viven en La Madrid, en el municipio de Graneros y los parajes de Niogasta y Sud de Lazarte el agua se transformó en una pesadilla para sus pobladores.

En Graneros la gente sufrió el desborde del Marapa y unas 300 personas debieron ser evacuadas por personal policial y de la municipalidad. La mayoría fue ubicada en las escuelas Belisario López y de Manualidades.

Varios vecinos se fueron para instalarse en casa de parientes. Los barrios más afectados aquí fueron el Santa Rita, Buenos Aires y Chacra Vieja, entre otros. “La creciente comenzó a asomar como a las 20. Estábamos advertido así que yo ya había puesto a salvo ropas, colchones y electrodomésticos”, comentó Nélida Cuello. La mujer, de todos modos no ocultó el momento de desazón que vivía. “Es una situación muy angustiante ya que el agua no deja de hacer daño y te obliga abandonar tu casa”, apuntó. La crónica de ésta inundación anunciada se inició con la decisión de los administradores del dique Escaba de incrementar la erogación de agua de la represa hacia el Marapa.

A las 0 de ayer el nivel de cota fue de 628 metros sobre el nivel del mar y la erogación alcanzaba los 529 m3 por segundo, es decir más del doble de lo normal. El aumento notable de las aguas del Marapa primero se observó en El Badén de Alberdi. Ahí operó su primer desborde sin consecuencias importantes para los pobladores aledaños.

En la mañana del domingo el voluminoso caudal socavó el extremo sur del puente de la ruta 38. El paso se mantuvo cortado hasta cerca del mediodía cuando se habilitó media calzada. “En general la situación tiende a normalizarse en Graneros. La gente evacuada está contenida y de mejorar las condiciones climáticas podrá retornar pronto a sus casas. La creciente no tuvo el impacto que se advierte en La Madrid”, dijo el comisario Héctor Albarracín, segundo jefe de la Regional Sur de policía.

Resistencia

En Niogasta y Sud de Lazarte el agua comenzó a invadir el pueblo a primeras horas de la mañana a causa del desborde del río Chico y de otros canales que pasan por el lugar. Es el segundo anegamiento que sufren en lo que va del año. “El agua entró en la casa de la gente y alguna permanece en carpas que levantó en lugares más altos. Esta es una historia sin final que venimos sufriendo desde hace 20 años”, dijo Marcelo Morán. Bomberos y voluntarios avanzada la tarde se aprestaban a evacuar a algunos pobladores. “Trataremos de ayudar a la mayor cantidad de gente posible hasta antes que se haga de noche”, anunció Renzo Di Berto, de Concepción, antes de lanzarse a las aguas en un bote.

Juan Salvatierra, un vecino de la zona, aventuró que nadie está dispuesto a abandonar su casa en razón de los robos que sufren cada vez son evacuados. “Mi hermano la vez anterior se fue con su esposa y dos hijas hasta su suegra porque el agua lo tenía rodeado. Cuando regresó a casa le había llevado todo. Lo dejaron sin nada”, contó. “Seguramente tendrán que salir los que están enfermos, porque el resto no creo que quieran dejar sus cosas”, dijo por su parte Ana Luna. Hasta el lugar llegó un equipo de asistencia del área sur del Siprosa.

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