La seguridad en Yerba Buena: Maley recibió a Campero y acordaron el uso de armas de disuasión

El intendente y el funcionario dieron por terminada la disputa por los guardias urbanos municipales, y fijaron pautas de trabajo.

Las postas de gomas que lanza la escopeta viajan a una velocidad de 495 pies por segundo; equivalen a un puño en el pecho. Las postas de gomas que lanza la escopeta viajan a una velocidad de 495 pies por segundo; equivalen a un puño en el pecho.
17 Febrero 2018

En medio de la crisis de seguridad que se vive en Yerba Buena, el intendente de esa ciudad, Mariano Campero, logró que las autoridades del Poder Ejecutivo le den el visto bueno a su plan de equipar con armas no letales a los guardias urbanos municipales.

El jefe municipal estuvo reunido con el ministro de Seguridad de la provincia, Claudio Maley. La reunión se hizo en la Casa de Gobierno, el jueves. La decisión del intendente de equipar a la guardia con armas no letales había provocado dudas en el funcionario provincial, quien había expresado que ninguna de las jurisdicciones municipales estaría autorizada a usar armamento. Tras la charla, ambos le pusieron punto final a ese intercambio.

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“Hubo coincidencias. El ministro me expresó que no tiene ningún inconveniente. Entendemos que se trata de elementos preventivos. No queremos usar armas, pero sí que estén a disposición. Tampoco pretendemos ocupar una función que le corresponde a la Policía. Nuestra intención es cooperar, aportar y prevenir”, prosigue.

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En un lugar específico

Actualmente, unas 60 personas integran el equipo de vigías municipales, lanzado a fines de diciembre pasado. Hasta fin de año, en Yerba Buena planean duplicar el número de vigías. La Municipalidad adquirirá o alquilará un inmueble en el que funcionará un centro de operaciones y una mesa de denuncias. “Es una apuesta grande. Valdrá la pena: creemos que, con esto, vamos a reducir los índices delictivos”, añade.

De acuerdo a estimaciones de las autoridades yerbabuenenses, en enero y en lo que va de febrero se han registrado hasta siete robos por día. En el mapa del peligro han sido marcados los barrios Marti Coll, Los Tarcos (donde ocurrió el episodio narrado por Carbonel), Horco Molle y Colonia Castillo. Los alrededores de la Paza Vieja y la localidad de San José también constituyen zonas rojas, dijeron.

Con respecto a la inversión realizada para montar ese escuadrón, Campero asegura que han usado fondos del municipio, y que se ha gastado en sueldos, instructores, camionetas, motos, armamento, equipos de comunicación y uniformes, entre otras erogaciones.

“Hace unos días, en una reunión con vecinos, algunos me plantearon que querían hacer un aporte. Por ahora, estamos en una etapa inicial. Tal vez, más adelante pensemos en alguna opción al respecto, como una tasa municipal de seguridad”, evalúa.

¿Alarmas en las plazas?

Con respecto a la situación de las plazas -puntualmente- el secretario de Seguridad del municipio, Mauricio Argiró, contesta que no pueden poner un custodio en cada paseo. “No contamos con los recursos suficientes y tampoco es la mejor opción. Hemos obtenido mejores resultados con operativos móviles”, responde.

No obstante, dice que van a implementar un plan piloto de alarmas antipánico en las plazas. Para la prueba, han elegido a tres paseos de la zona sur, en el extremo opuesto del lugar donde ocurrió el episodio del martes último. Se trata de las plazas redonda y cuadrada (como se las conoce) y la plaza de la calle Zavalía, entre Sarmiento e Ituzaingó. De acuerdo a lo pensado por los funcionarios, los frentistas serán quiénes cuenten con los botones disparadores de las sirenas.

Justamente, apenas minutos antes de la charla con Campero, una vecina le había relatado que habían vivido una situación de inseguridad en la plaza de su barrio. En plena tarde del fin de semana largo que pasó, María José Carbonel había llevado a sus niñas a la plaza del barrio. Cerca de ella, otras personas con sus pequeños disfrutaban del verde. De repente, una moto con dos muchachos se acercó hasta allí. Uno de ellos sacó una navaja y se abalanzó sobre una mujer y su hija. Les quitó los celulares y ambos escaparon. “Todos vimos lo que estaba pasando, pero nadie se animó a gritar por miedo a que las acuchillara”, dice Carbonel.

“Había un montón de gente y no les importó nada. Ni el día; ni la noche. Les da igual. No se puede seguir así. ¿Hasta cuándo?”, se pregunta.

A ese interrogante de la vecina, Campero responde que la principal tarea de la guardia urbana municipal será poner orden en el espacio público.

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