1) Nunca hubo voluntad -ni de Jorge Sampaoli ni de los integrantes del plantel- de jugar un amistoso en Israel, a una semana del Mundial e interrumpiendo la preparación que desarrollan en Barcelona.
2) El conflicto israelí-palestino empezó a rozar al grupo cuando el presidente de la Asociación Palestina de Fútbol, Jibril Rajoub, instó a quemar camisetas y fotos de Messi si el astro se presentaba el sábado en Jerusalén.
3) 70 niños palestinos enviaron a Messi una carta, en la que le piden que no dispute el amistoso “en un estadio construido sobre nuestra aldea destruida”.
4) La práctica matutina de ayer, en la ciudad deportiva del “barsa”, contó con la llamativa presencia de un grupo de argentinos y españoles propalestinos, que reclamaban a gritos la suspensión del partido. Estaban en la calle, pero los gritos resonaban en los oídos de los futbolistas. “¡Argentina, no vayas a Israel!” y “¡Messi, no vayas a Israel!”, eran las consignas. Dos camisetas de la Selección salpicadas de rojo -como si estuvieran manchadas de sangre- completaron la puesta en escena.
El cóctel de amenazas y violencia surtió efecto en el grupo; hasta se afirma que Messi está muy afectado por la situación. Todo derivó en una reunión que los referentes del plantel pidieron con los dirigentes y en la que plantearon -con el aval de Sampaoli- la decisión de no viajar a Jerusalén el fin de semana. “Al final pudimos hacer lo correcto. Lo primero es la salud y el sentido común. Creemos que lo mejor era no ir”, declaró Gonzalo Higuaín a ESPN.
No hubo forma de convencer a los jugadores de lo contrario y será la AFA la que pagará el costo político de esta movida, una muestra de la desorganización -más bien de la improvisación- que viene marcando la vida de la Selección. Y habrá que ver además qué pasará con el cachet de 2 millones de dólares que Argentina cobró por este partido.
En detalle
Cerca del estadio Teddy Kollek, donde estaba programado el amistoso, aparecieron carteles con una foto de Messi y la leyenda “Advertencia: usted está a punto de ingresar a una tierra ocupada. Defienda los derechos humanos”. Al histórico conflicto entre israelíes y palestinos se sumó en los últimos tiempos la decisión de Estados Unidos de trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén. En ese caldo de cultivo iba a jugar la Selección el último partido antes de la Copa del Mundo.
Sampaoli jamás ocultó el fastidio que le provocaba salir de Barcelona para afrontar este compromiso, que además de lo económico tiene mucho de cábala, ya que Argentina había visitado a Israel antes de coronarse en México 86. El DT advirtió que el encuentro implicaba perder días de entrenamiento y se convertía en una piedra en el zapato. Esta suspensión le permite a Sampaoli salirse con la suya: ahora pretende disputar un amistoso sin moverse de España (Malta y San Marino son potenciales rivales) para dirigirse después, directamente, a Bronnitsy, en las afueras de Moscú. Esa pequeña localidad será la casa de Argentina durante el Mundial.
Apenas se conoció la noticia se desataron ayer intensas negociaciones. Incluso se produjo un llamado del premier israelí Benjamín Netanyahu a Mauricio Macri, con el fin de destrabar el problema. Se mencionó la posibilidad de llevar el partido a Haifa, ciudad más alejada de las tensiones que dominan a Jerusalén. Pero no hubo caso. La decisión estaba tomada: los jugadores dijeron “no”.