El trabajo hormiga de Atlético ha venido rindiendo sus frutos desde hace un tiempo. El paso a paso no pierde la dirección y ello se ve en los resultados, en las apuestas y en los balances finales de cada temporada. Pudo haber fallado una que otra vez, pero ¿quién no se equivoca? Lo cierto hoy es que Atlético está en una vidriera que hasta no hace mucho era imposible de imaginar: sus jugadores, cuyos pases pertenecen a la institución, principalmente son objetos de deseo.
Se fueron Guillermo Acosta y Luis Rodríguez, dos de los máximos referentes de la vieja guardia, en especial “Pulguita”, el que lo dio todo e hizo goles para todos los gustos, para que a Atlético le vaya bien. Se fue en el momento ideal, del club y suyo. Nada que recriminarles, ni al ídolo ni a “Bebe”. Es verdad, sí, que sus despedidas impactaron entre los hinchas. Es razonable, al ser dos caudillos, uno de ellos el subcapitán y goleador ayer hoy y, parece, que siempre, hasta que alguien lo reemplace de la misma forma: convirtiendo. En fin. Hay que avanzar.
Y eso es lo que hace la dirigencia desde hace 10 años. Acelerar, aunque a veces pise el freno en lo económico. Es eso o hundir el barco. Está perfecto.
En una ruta tan recta y calma como la que conduce hoy en la Superliga, la CD tiene varios desafíos por delante. Anote: si se venderán más jugadores del actual plantel, es posible, siempre y cuando se pague un precio justo. No hay un serio candidato y eso que al Monumental han llegado -y llegan- llamados por todos los futbolistas que integran la plantilla de Ricardo Zielinski. Por todos.
“Nos sorprende y nos alegra. Estamos haciendo bien las cosas”, el que se regodea con sus propias palabras es un dirigente que estuvo en la brava del “Decano”, cuando no había un peso para nada, y también lo está ahora, contento como nene con juguete nuevo. Atlético es eso, una fábrica de felicidad interna y el grupo mira la Superliga como el punto de consagración. Su gran regalo. Anhelan el título. Su consuelo sería la Libertadores. Qué tal.
Atlético ha generado eso entre sus hombres, deseos de grandeza. No alcanza con “zafar” y “resistir” en la tabla. Eso no va más.
Lo que viene en este tramo final es confirmar que el equipo no se resentirá ante las ausencias de “Pulguita” y Acosta, porque Atlético es un todo y no pequeñas individualidades. Atlético es un combo, y en ese combo la apuesta, si todo sigue bien, es darle alas a los créditos de la cantera. Todo a su debido momento. Fluyen el apellido Cuello, de Tomás, el más curtido, el de Jonás Romero, el de Gabriel Risso Patrón, que perdió su lugar pero que intentará recuperarlo. También está Mauro Osores, indultado y de regreso. La lista es extensa, para abajo y para arriba, donde Cristian Lucchetti manda. Es el líder por naturaleza.
El futuro pinta positivo, con desafíos interesantes. La consolidación en la Superliga se puede dar al cabo de este torneo, llámese dejar de pensar en el promedio del descenso. Eso, de por sí, será una gran noticia, que después, acepta la CD, deberá potenciar con apenas un puñado de refuerzos de categoría. Habrá que invertir dinero, sí, pero nada en comparación con lo que ya se ha hecho. Aparte, todo en la vida cuesta.