El "sentir" por la camiseta pudo más que el dinero, por eso Zielinski sigue en Atlético

El "Ruso" renovó con el "Decano" pese a incontables ofertas imposibles de rechazar. "Estoy cómodo y feliz donde estoy. El dinero no es lo más importante".

CONTENTO. El Ruso se tomará unos días de vacaciones, aunque asegura: imposible desconectarme del fútbol. LA GACETA / JOSÉ NUNO CONTENTO. El "Ruso" se tomará unos días de vacaciones, aunque asegura: "imposible desconectarme del fútbol". LA GACETA / JOSÉ NUNO

Estando o no en juego la pelota, Ricardo Zielinski no te hace notar su vínculo con el fútbol. Hasta podría tomárselo como un bicho raro mezclado en una fauna donde la ventaja del “beneficio propio” intenta hacer la diferencia. El dinero manda, independientemente de los resultados. Pero no para el “Ruso”. Suena un poco loco, pero al tipo no le interesa el dinero. Sus prioridades más bien son humanas.

Si fuera por el vil metal no hubiera renovado con Atlético. Desde que puso un pie en 25 de Mayo y Chile fueron varios los clubes que intentaron llevárselo. Ni hablar en este ocaso de la temporada 2018/19. “Acá estoy bien, cómodo y fue una decisión que tomamos con mi familia. El dinero no importa. Jamás me importó eso. Basta con que acá estoy cómodo y feliz por todo el cariño que la genta me ha brindado”, le responde a LA GACETA el entrenador más exitoso de la historia contemporánea del “Decano”.

Los números lo avalan: en su primera temporada, hizo que el equipo zafe del descenso teniendo la soga al cuello. Jugó una final de Copa Argentina (2017). En la segunda, encaró la Libertadores 2018 y condujo al equipo a meterse entre los ocho mejores del continental, dejando fuera a campeones como Peñarol (fase de grupos) y a Atlético Nacional de Medellín (octavos de final).

En limpio, Zielinski eligió continuar en Atlético porque está cómodo, porque le gusta donde está. “Mario (Leito) influyó mucho en mi decisión”, pide ese espacio para el elogio personal el DT. Leito fue quien más le insistió en decir en renovar su voto de confianza con Atlético.

Así fue desechando ofertas imposibles de despreciar. Le dijo no dos veces a Emelec, de Ecuador, le dijo que no a un club de México, le dijo que no a una montaña de dólares que le ofrecieron desde Egipto; le dijo que no durante esta temporada a dos grandes del fútbol de Primera y a otros tantos de la Superliga que vinieron por él. A todos les dijo que no, porque su sí siempre estuvo en Atlético. “Antepuso sus ganas de volver a Buenos Aires para estar con su familia por el club. Eso habla de lo grande que es como persona”, sostiene Miguel Abbondándolo.

Zielinski no es un bicho raro, Zielinski es un buen tipo y por eso sigue en Atlético. Por el club y su propia necesidad de avanzar en la consolidación de la institución en la elite del fútbol argentino. “Eso es más importante que digan que soy un buen técnico. Si no sos buena persona difícilmente puedas convencer a un jugador que de más de lo que él mismo cree que puede. Prefiero toda la vida que a mis hijos les llegue ese mensaje, de que soy un buen tipo antes que un buen técnico”.

Previo a este mediodía, el “Ruso” hizo feliz a la constelación “Decana” estampando su firma en la renovación de su contrato. Habrá renovación de jugadores, aunque no tanto como se puede sospechar. Está feliz con la respuesta que le dieron en cancha. "Sí habrá cambios, pero eso prefiero guardármelos todavía para mí”, se disculpa el hombre y deja dos mensajes: “no vamos a hipotecar el club contratando jugadores”, y “nuestro objetivo es consolidar al equipo en Primera. Si alguien piensa que Atlético tiene que pelear un campeonato, está equivocado. Nosotros tenemos que seguir haciendo el esfuerzo de mantener al club en Primera. Es imposible competir contra los cinco grandes y sus presupuestos, aunque seguiremos dejando todo por este club”.

Zielinski no cree que no exista una “clave de éxito” como tal, sino que todo se resume en el trabajo y en el accionar de sus futbolistas. “Es de ellos esto”, asegura corriéndose de un lugar que quizás otro entrenador lo tomaría como propio.

Eso es Zielinski, un técnico al que el dinero no puede comprar.

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