Se produce por el desequilibrio entre las calorías ingeridas y las calorías gastadas. El incremento de ingesta de alimentos muy ricos en calorías y el sedentarismo o la falta de actividad física favorecen el sobrepeso. La obesidad, esa dama tan temida, no solo es propia de los adolescentes y de los adultos, también ataca a chicos de 0 a 5 años. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en esta franja de niños pequeños, la obesidad pasó de 32 millones en 1990 a 41 millones en 2016.
La estadística de la entidad mundial indica que en los países en desarrollo con economías emergentes, de ingresos bajos y medianos, la prevalencia de sobrepeso y obesidad entre los niños en edad preescolar supera el 30%. Si se mantienen las tendencias actuales, se estima que el número de estos lactantes y pequeños aumentará a 70 millones hacia 2025. Según la OMS, esta enfermedad trae como consecuencia una amplia gama de complicaciones de salud graves y un creciente riesgo de contraer enfermedades prematuramente. La lactancia materna exclusiva desde el nacimiento hasta los seis meses de edad es un medio importante para ayudar a impedir que los lactantes se vuelvan obesos.
Tucumán no es ajeno a esta realidad. Una endocrinóloga infantil del hospital Avellaneda afirmó que esta tendencia a la obesidad se percibe ya en los bebés a partir de los seis meses de edad e indicó que este mal lleva a que los chicos comiencen a tener problemas de salud que antes se consideraban exclusivos de los adultos, como diabetes, presión arterial alta y colesterol alto, además de que puede generar baja autoestima y depresión.
La mala alimentación, a la que luego se suma el sedentarismo, suelen ser las causas de la obesidad. A comienzos de abril pasado, se anunció que los ministerios de Salud Pública y el de Educación promocionarían hábitos saludables en el aula. El coordinador del Programa de Atención Integral de la Obesidad dijo que se buscaba concientizar a los docentes, ya que son los que tienen mayor contacto con los chicos. “Es importante que los docentes sean promotores de este cambio de vida saludable, promoviendo una alimentación diferente para que los chicos puedan incorporar hábitos más sanos en su nutrición y también en su actividad, con educación física”, dijo en esa ocasión. Se dijo que la capacitación tendría puntaje docente y apuntaba a un trabajo multiplicador del educador y de los agentes de salud, con el objetivo de replicar esta primera experiencia a distintas áreas, de manera trasversal. Los elevados índices en el país alertaron también a las autoridades nacionales que a fines de junio pasado, pusieron en marcha el Plan Nacional de Alimentación Saludable en la Infancia y la Adolescencia, cuyo objetivo es frenar esta epidemia creciente.
Sin duda, las iniciativas son alentadoras. Si ya se registran casos de obesidad a partir de los seis meses, indica que se debe educar a las futuras madres durante el embarazo sobre la alimentación sana para ellas y el bebé. Se podrían dictar talleres para embarazadas en los CAPS, en los hospitales, en los centros vecinales. Por otro lado, en la escuela primaria se deberían incrementar las horas de educación física. El Ministerio de Salud debería aplicar la ley de quioscos saludables promulgada en 2017, que según los docentes no se cumple. Si nuestros niños crecen con hábitos saludables tendrán cuando adultos una mejor calidad de vida.