Desde las redes sociales el populismo europeo influencia constantemente al mundo de la política

16 Julio 2019

Por Emilio J. Cárdenas

Ex embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas

Tal como sucediera previamente en Alemania, Hungría, Gran Bretaña y Polonia, el populismo ha seguido ganando rápidamente terreno en Europa. Así lo testimonia la reciente elección española del pasado 30 de abril, que dejó como saldo el preocupante acceso de “Vox” al centro mismo del escenario político de nuestra Madre Patria, hoy edificado sobre un debate de mensajes cortos que circulan fundamentalmente desde las columnas que conforman a Instagram, transformado así en una suerte de instrumento político gratuito.

En todos los casos nombrados, las redes sociales -y las voces que desde allí adquieren más o menos fácilmente sonoridad- jugaron un papel activo en el notorio avance del populismo. Desde ellas se transmiten, con rapidez inédita, mensajes generalmente muy simples, sin mayores explicaciones, ni elucubraciones. Como suelen ser los emanados del populismo. Para ello, la vía de Twitter es la ideal. En muy pocos caracteres, una idea vuela -intensa y rápidamente- y aterriza velozmente sobre una multitud de lectores.

Esto es, por ejemplo, lo que está sucediendo en Italia con las expresiones que nacen en el Movimiento Cinco Estrellas o en la Liga del Norte. De esa manera, las voces de Matteo Salvini y Luigi di Maio resuenan airadamente, de un extremo a otro de la península. Con mensajes cortos, pero con frecuencia repletos de emociones. Los que, difundidos que son, rápidamente se transforman para muchos en verdaderos “mandamientos”.

Pero, cuidado, los usuarios de las redes no son solamente quienes predican las posiciones extremas. El presidente francés, Emmanuel Macron, por ejemplo, recurre a las redes sociales con notable frecuencia para explicar sus rumbos.

También en Gran Bretaña, con la campaña “pro-Brexit”, con la que se alimenta muy fácilmente la conocida arrogancia de los dueños de casa. Y su angurria, al sostener -con ligereza- que así se podrían ahorrar unos 350 millones de libras por semana. Los respectivos videos se “viralizan” instantáneamente, no obstante estar construidos esencialmente sobre la base de mentiras.

El populismo sostiene que las redes son, en rigor, un puente, una plataforma, o un vínculo directo con el pueblo. Sin intermediarios que respondan a intereses presuntamente espúreos. Por eso las endiosan.

Su columna vertebral es hoy el megáfono de Internet, sumado a la curiosidad de la gente. Por contraposición a los mensajes que, desde los gobiernos, circulan en cambio a través de los medios de comunicación masiva que son tradicionales.

Pero no siempre la recurrencia a las redes sociales asegura el éxito. Esto lo demuestra la caída, en España, de Podemos, que habiendo edificado -en el 2015- su presencia política desde las redes sociales, acaba de perder estrepitosamente, cuatro años después, nada menos que un tercio de sus legisladores en las recientes elecciones españolas.

Pero la activa utilización política de las redes sociales ha llegado presumiblemente para quedarse. Al menos mientras el ingenio humano no la reemplace por otra avenida apta para, desde ella, hacer circular instantáneamente las comunicaciones masivas.

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