El caso Marcovich: el condenado ya lleva dos años sin dar señales de vida

Había bajado más de 20 kilos en el penal de Villa Urquiza.

CORRIENDO. Carlos Marcovich sale de la sala de audiencias luego de ser condenado a prisión perpetua. CORRIENDO. Carlos Marcovich sale de la sala de audiencias luego de ser condenado a prisión perpetua. ARCHIVO

Carlos Marcovich, único acusado de quemar vivo al linyera Juan Carlos Carrizo, recuperó la libertad en febrero de 2003 porque había permanecido dos años detenido sin ser enjuiciado. Durante esos 27 meses descubrió el infierno del penal de Villa Urquiza. Bajó por lo menos 20 kilos desde el 28 de agosto de 2003, día en el que se presentó ante la Justicia para decir que no había sido víctima de un homicidio. A partir de esa fecha, los lados más oscuros de su vida fueron ventilándose.

1- Un casanova

Marcovich que tenía 43 años cuando cometió el crimen y al menos tres vidas paralelas. Estaba casado desde hace 22 años con Rosa Cortez, con quien tuvo cuatro hijos. Pero además tenía otras tres relaciones sentimentales. María Eva Soria, una compañera del Siprosa (Sistema Provincial de Salud), fue pareja durante 14 años. Ella tenía cuatro hijos, pero negó que alguno de ellos fuera de él. La mujer declaró que “es un hombre callado y con pocos amigos”. Dijo que lo conoció en el trabajo, y que sabía que estaba casado. “Lo que no sabía era que tenía otra amante. De eso recién me enteré en febrero, y en marzo dejé de verlo”, señaló.

CLAVE. Fernando “Poca Soda” Jiménez aclaró cómo era la relación del acusado con la víctima del crimen. CLAVE. Fernando “Poca Soda” Jiménez aclaró cómo era la relación del acusado con la víctima del crimen.

El acusado también mantenía una relación con la médica Viviana Abraham, compañera suya en el empresa de medicina prepaga para la que trabajaba. Hace cuatro años que compartían casa. La profesional era la dueña del Renault 9 de que se utilizó para cometer el crimen. Según la investigación, pagaron un anticipo y dos cuotas para adquirirlo meses antes de que ocurriera el hecho. Luego de la detención de Marcovich, la mujer presentó un escrito y recuperó al menos el vehículo.

LE HIZO PERDER LA CABEZA. Viviana Abraham una de las mujeres de Marcovich, también declaró en el juicio. LE HIZO PERDER LA CABEZA. Viviana Abraham una de las mujeres de Marcovich, también declaró en el juicio.

Pero mientras avanzaban con la investigación, se descubrió que el sospechoso estaba vinculado sentimentalmente a una cuarta mujer. Se trataba de una joven de 21 años que también trabajaba con él y su amante en la empresa de medicina prepaga. Su nombre se mantuvo en reserva y en un primer momento se sospechó que ella podría haber colaborado en el homicidio ocurrido en La Aguadita. Nunca se supo cómo hizo el imputado para volver a su casa de La Ciudadela. Pero no hubo pruebas en su contra, por lo que no fue imputada.

La Justicia, en un allanamiento que realizó en la oficina de Marcovich, encontró en el gabinete de la oficina donde trabajaba 11 fogosas cartas de amor, que al menos tres mujeres distintas le habían escrito en los últimos meses. En algunas de esas cartas decía cosas como: “Sos lo mejor que me pasó en la vida”; “No puedo olvidar la noche que pasamos juntos”; “No veo la hora de volver a encontrarnos”; “Volví a descubrir lo que es el amor”, y “Sueño con poder estar juntos para siempre”.

“Yo no me jacto de tener muchas mujeres. Será cuestión de suerte o algo así. Pero nunca sería capaz de matar a un hombre. Nunca”, dijo cuando esperaba ser enjuiciado.

2- El juicio

Los primeros días de noviembre de 2003 se inició el juicio en contra de Marcovich. No fue un debate más, sino un desfile de amantes, testigos y curiosos que querían conocer los detalles de uno de los casos más importantes de esos tiempos. Las audiencias tuvieron un ingrediente extra: la ausencia de los familiares de la víctima y del victimario. Sólo se presentaron los que fueron citados a declarar.

El fiscal Abraham Mussi acusó a Marcovich de haber cometido el asesinato para cobrar un seguro de vida de unos $ 10.000 con el que pretendía saldar sus deudas. Mantener tres familias era muy costoso para un hombre que trabajaba a la mañana en el Siprosa y, por las tardes en una empresa de medicina prepaga. Era también la pantalla ideal para esconder la triple vida que llevaba.

Fernando “Poca Soda” Jiménez fue uno de los testigos clave del juicio. Lo primero que hizo fue aclarar que no era un linyera, como dijeron los vecinos, sino un taxista de 68 años que frecuentaba a los indigentes y que conocía muy bien a Carrizo.

EN PROBLEMAS. El ex comisario Marcial Escobar cuenta los detalles de la investigación que desarrolló. EN PROBLEMAS. El ex comisario Marcial Escobar cuenta los detalles de la investigación que desarrolló.

El hombre, haciendo gala de un gran sentido del humor, contó detalles de la vida cotidiana del grupo que se juntaba en la esquina de La Ciudadela, y algunas particularidades de la víctima del homicidio. Pero negó haber visto que lo hicieran subir a un auto celeste (de ese color era el Renault 9 de Marcovich), aunque confirmó que otros cirujas le dijeron que presenciaron esa situación.

También declararon cuatro amigos de Marcovich. Todos dijeron que era un buen hombre, que nunca tuvo problemas con nadie. Pero tuvieron dificultades para recordar detalles de la vida cotidiana del barrio, como el color del auto, las conversaciones y algunas conductas (amantes, deudas, salidas, trabajo) que supuestamente los amigos deberían conocer.

La esposa legal también intentó ayudarlo cuando se sentó a declarar como testigo. Dijo que ella declaró que había sido presionada para que contara que había estado con su marido el día después del crimen. También contó que ella sabía de sus relaciones paralelas, pero que él le decía que las terminaría.

Marcovich, durante el juicio, sufrió golpe tras golpe. Siguió manteniendo su versión que había sido víctima de un robo, pero no pudo sostenerla con ninguna prueba. Desmintió que haya tenido problemas económicos, pero en las audiencias se probó que había sido sumariado por haber cometido irregularidades en el manejo de fondos en el Siprosa. Además estaba buscando que le paguen una indemnización de $ 8.000 para dejar de trabajar en la parte privada.

Hasta el último día juró por su inocencia. Pero en noviembre de 2003, el tribunal integrado por Pedro Roldán Vázquez, Carlos Norri y Julio Espíndola Aráoz, lo condenó a prisión perpetua. Pero la historia no terminó con la dura sentencia.

3- La primera fuga

Marcovich, golpeado por la dura pena que había recibido, salió corriendo de tribunales para esquivar a los periodistas que querían hablar con él. En el fallo, los jueces habían ordenado que siguiera en libertad hasta que el fallo quedara firme. Desde ese momento, el condenado comenzó a ingeniar otro plan: el de la fuga.

En octubre de 2004, la Corte Suprema de Justicia rechazó todos los planteos presentados por el defensor Guillermo Sokolic. Como el penado no se presentó, la Justicia ordenó su captura. En 2005 se supo que vivía en la casa de su padre y que trabajaba como remisero. Al hacerse pública su desaparición, decidió escaparse.

Sin embargo, cuatro años después, la División Homicidios recibió un informe de Anses donde se les avisaba que un Carlos Marcovich estaba trabajando para una empresa frutihortícola en la provincia de Neuquén. Hasta allí se trasladaron los pesquisas para tratar de detenerlo.

“Fuimos y cuando pedimos datos, nos avisaron que ya no trabajaba en esa firma, que había sido cesanteado. Fue un tremendo golpe porque teníamos todas las esperanzas de encontrarlo”, dijo Hugo Cabezas que, junto a los comisarios José Marcote y Víctor Reynoso integraron la delegación de policías que fueron a buscarlo. Pero el destino les sonrió a los investigadores de la fuerza.

El informe del Anses también figuraba la obra social a la que aportaba. Se presentaron en las oficinas y explicaron quiénes eran y qué era lo que estaban haciendo. “Nos atendieron muy bien y nos confirmaron que estaba trabajando en otra empresa neuquina en un lugar conocido como El Chañar. Transmitimos las novedades y esperamos que la Justicia enviara todos los oficios correspondientes para concretar su detención”, agregó el ex jefe de Homicidios y actual investigador del Ministerio Público Fiscal.

“Llegamos a ese campo. Hablamos con el capataz y nos reconoció la presencia del prófugo. Nos entregó ropa de trabajo y nos llevó hasta la casa donde vivía con otra mujer. Llegamos y le dijimos quiénes éramos y que lo llevaríamos de regreso a Tucumán”, relató Cabezas al hablar de cómo se produjo su detención.

El condenado arribó a la provincia en junio de 2009. Fue llevado ante los jueces que lo condenaron. Allí le explicaron que debería permanecer 17 años en prisión para poder comenzar a recibir algunos beneficios como salidas transitorias. Pero en Tucumán puede ocurrir de todo.

4- Un final con misterio

Marcovich regresó al penal de Villa Urquiza. Después de varios años (no se pudo establecer cuántos), por padecer una enfermedad terminal, se le concedió un arresto domiciliario. Se fue a vivir a la casa de otra mujer, en Banda del Río Salí.

Los vecinos de esa vivienda no lo conocían ni sabían quién era. Varios de ellos le dijeron a LA GACETA que era un hombre amable, reservado y que casi no salí de su casa. “Después nos enteramos de su nombre y lo que había hecho. A varios se les puso la piel de gallina al conocer sus antecedentes”, indicó María Eugenia Jalil, vecina del condenado.

Pero su nombre volvió a ser titular en mayo de 2017. Su pareja, denunció en la Policía que su nuera le había pedido que cuidara a su nieta para que ella pudiera salir a trabajar. La mujer, cuyo nombre se mantiene en reserva, aceptó y se fue a realizar unos trámites personales al centro.

A la noche, cuando regresó a la casa, decidió bañar a la menor. Cuando higienizaba a la pequeña descubrió que tenía una pequeña hemorragia. Le preguntó qué le había pasado y la niña le contó que Marcovich la había llevado a una pieza del fondo y que había abusado de ella. La mujer llevó a la víctima de urgencia al hospital del Niño Jesús. Los médicos la revisaron y le confirmaron que había sido víctima de un ataque sexual. La abuela de la menor hizo la denuncia y, cuando los policías fueron a buscar al sospechoso, no lo encontraron. Los vecinos dijeron que se había marchado con sus pertenencias.

Desde ese día Marcovich integra la lista de los prófugos más buscados por la Policía. Nadie supo más de él. Muchos creen que podría haber fallecido por la enfermedad que padecía o, como pasó antes, huyó a otra provincia.

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