Cómo afectan la salud las inundaciones y sus consecuencias

Desde accidentes hasta crisis de estrés, pasando por infecciones. A qué riesgos se exponen las víctimas de las tormentas fuertes.

BARRIO MIGUEL LILLO. Como en otros lugares de la provincia, el agua ingresó en las casas mojando todo. BARRIO MIGUEL LILLO. Como en otros lugares de la provincia, el agua ingresó en las casas mojando todo.

Es Tucumán, es verano y -como si fuera una condena- sin demasiados preámbulos el cielo abre las compuertas: el viento se lleva puesto lo que encuentra y el agua cae impiadosa... a veces en el sur, a veces en el norte, pero cae. Y mucha gente sufre las consecuencias.

No es este el lugar para analizar las causas; por el contrario: la pregunta aquí es cómo influyen las inundaciones en la salud de la gente que las sufre (o que teme sufrirlas). “Los cambios en el entorno físico causados por fenómenos como las inundaciones generan riesgo de contraer enfermedades, porque la exposición humana a vectores de enfermedades puede incrementarse”, destaca la Organización Mundial de la Salud.

En primer lugar hay que pensar que el agua de la inundación es mucho más que simple agua de lluvia: en su desborde puede arrastrar aguas residuales (de pozos negros o cloacas), productos químicos tóxicos y hasta objetos cortopunzantes, como vidrios y metales.

“Además de los accidentes, lo más frecuente en casos como los de estos días son las enfermedades infectocontagiosas gastrointestinales producidas por bacterias”, advirtió Luis Medina Ruiz, secretario Ejecutivo Médico del Ministerio de Salud provincial y especialista en clínica médica. Eso persiste cuando bajan las aguas: el barro simplemente concentra los vectores de enfermedades o los tóxicos que antes flotaban.

“También hay riesgo de enfermedades respiratorias, porque se conjuga estar mojado y haber tomado frío con el hecho de que las personas evacuadas suelen ser muchas en espacios reducidos, lo que favorece la circulación de virus”, agregó Medina Ruiz, y aconsejó el lavado de manos frecuente con agua segura (Ver “Cuando empieza...”) y evitar alimentos crudos, como ensaladas o frutas sin pelar.

“Además hay que estar atentos a las enfermedades crónicas, porque pueden agudizarse como consecuencia del estrés. Son típicos los cuadros hipertensivos”, advirtió.

Hay que cuidar el alma

Pero no sólo el cuerpo se enferma: es indispensable atender las cuestiones emocionales, coinciden en afirmar Walter Sigler, director general de Salud Mental y Adicciones de la Provincia, y Paola Brito, miembro de la ONG Psicólogos sin Fronteras, de Tucumán. “Muchas veces las familias resisten la evacuación; hay un lógico temor a dejar lo suyo. Pero también una vivencia de catástrofe, y es crucial la contención emocional. Por ello un equipo interdisciplinario hace intervenciones in situ”, destacó Sigler.

“Ante una situación que sobrepasa la capacidad de afrontarla, lo primero que aparece es impotencia, miedo, frustración... Las emociones cambian a medida que pasa el tiempo, y surgen la bronca, la ira -describió Brito-. Y hay reacciones emocionales, pasada la urgencia, que son esperables: pesadillas, insomnio, inapetencia, aumento del consumo de sustancias -como tabaco o alcohol-: los chicos no quieren quedarse solos...”.

Responsablidad colectiva

Tanto Brito como Sigler destacaron la importancia de los lazos entre vecinos. “En situaciones como estas, salen lo peor y lo mejor de los humanos. Se producen robos, sí, pero también la gente es muy solidaria”, destacó Brito.

“Los vecinos se autoorganizan, se contienen, se ayudan. Y es muy importante la reconstrucción colectiva -añadió-. Así como es importante asumir la responsabilidad colectiva que todos tenemos: este no es sólo un problema climático; tampoco sólo climático-político. Muchas de nuestras acciones (como lo mal que tratamos la basura, por ejemplo) causan mucho daño al bien común, y especialmente a los más desprotegidos”.

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