Dicen que de esto no se habla. Argumentan principalmente que las situaciones sanitaria y económica no dejan margen para la política partidaria y que es muy temprano, que recién va un año de gestión de las autoridades provinciales y municipales. Los miembros de la dirigencia local tratan de mantener en público el discurso políticamente correcto. Las cabezas de los proyectos más representativos en Tucumán, oficialistas y opositores, bajaron línea a sus miembros para que eviten hablar de elecciones y de posibles candidaturas.

En la práctica, sin embargo, las intenciones y las directivas parecen naufragar.

Primero subterráneos y luego públicos, los cruces entre el gobernador, Juan Manzur, y el vicegobernador, Osvaldo Jaldo, al inicio de la pandemia marcaron una impronta para lo que se viene y habilitaron tácitamente las internas.

En la oposición tucumana, en paralelo, el hito más importante de los últimos tiempos fue a fines del año pasado la salida del alfarismo del macrismo. Desde entonces, el intendente Germán Alfaro inquieta a todo el arco político sin distinción. Todos están expectantes respecto de los pasos del capitalino y este lo sabe.

Esta semana un episodio puso en relieve esta situación. El alfarismo salió a cruzar a uno de sus miembros: el legislador Walter Berarducci. Mientras Alfaro mantenía reuniones en la Casa de Gobierno con Manzur y a poco de que se anunciara la asistencia financiera para la Ciudad, el parlamentario arremetió contra el titular del Ejecutivo y el ministro de Seguridad, Claudio Maley, por la inseguridad. “Hay una violación de nuestro estado de derecho y de nuestras garantías constitucionales. Manzur y Maley hunden, destruyen y matan”, expresó. El actual secretario de Gobierno, Rodolfo Ocaranza, fue el encargado de tildarlo, en el informativo televisivo LA GACETA Central, de imprudente e inoportuno.

¿Por qué lo que dijo Berarducci cayó tan mal en el alfarismo duro? En el entorno del jefe municipal explican que el viernes, antes de las declaraciones del martes, Alfaro había reunido en la Municipalidad a los concejales y legisladores que le responden, todos del Partido por la Justicia Social (PJS). Junto a sus funcionarios más cercanos, encabezó el encuentro en el que charlaron de la difícil situación económica. Como ya han manifestado desde esa administración, la recaudación no se reactiva y las arcas están exhaustas. De hecho, el aguinaldo se abona en cuotas y mantener el pago de salarios al día desvela a las autoridades. Sostener la buena relación con el Gobierno provincial será clave, entonces, para poder transitar la crisis. Se les habría sugerido a todos esquivar las cuestiones políticas y electorales por lo menos hasta el primer trimestre del año próximo.

A esto se suma que Berarducci venía siendo observado porque les venía llamando la atención algunas actitudes y que creen que se deberían a una relativa cercanía con Jaldo. Subrayaron que las declaraciones que detonaron la cuestión fueron en ese contexto, pero que fueron demasiado fuertes y que no escucharon en esos términos ni a los opositores más rígidos. Se animan a decir, incluso, que el vínculo entre el legislador y el intendente no tendría vuelta atrás. El propio ex secretario de Gobierno reconoció que no había hablado con Alfaro tras el chisporroteo. Eso sí, desmintió estar cerca de Jaldo y acusó a algunos integrantes del espacio de azuzar las diferencias para obtener algún rédito. A diferencia, no consideró que el episodio fuera determinante para su futuro en el armado y le bajó el tono a la disputa. Altas fuentes del peronismo de la Legislatura consideraron, como contrapartida, que no estaría nada mal sumar al parlamentario, al que consideran interesante y con formación. Advirtieron, sin embargo, que no hubo conversaciones sobre ello.

Lo que vendrá es precisamente lo que genera algunos movimientos prematuros. Puertas adentro, en el alfarismo tienen un objetivo claro: encabezar la oposición en los próximos comicios. Ahuyentan con énfasis las versiones sobre una posible alianza con el oficialismo ¿Por qué? Porque al estar agotadas las posibilidades de ser intendente, Alfaro sólo estaría interesado en ser el próximo gobernador. Apenas fue reelecto el año pasado, de hecho, el propio Berarducci se había embanderado en la causa Alfaro 2023.

’Ya habría algunas conversaciones muy incipientes con algunos miembros del radicalismo no canista y de otros sectores para comenzar a trabajar.

Para este propósito serían clave los comicios parlamentarios del año que viene en los que Tucumán renovará a cuatro diputados (de nueve) y a sus tres senadores. El que termine segundo por detrás del peronismo oficialista, analizan, podría encabezar la dupla para la gobernación. Aspiran a un armado amplio con fuerzas que puedan aportar buenos candidatos. En los pasillos municipales ya se rumorea que la diputada Beatriz Ávila, figura de ese espacio, sería buena candidata para aspirar al Senado y que los posibles aliados se podrían quedar con la cabeza de la nómina para la Cámara Baja.

¿Y la intendencia? Las aguas se dividen: algunos creen que hay figuras del radicalismo que podrían ocupar ese lugar y otros, que tienen que impulsar a alguien del riñón para evitar disgustos posteriores. Trascendió que a Berarducci le entusiasmaría postularse para el cargo, pero que el nombre no estaría por ahora en los planes.

Todas son especulaciones internas por el momento y todo puede cambiar. Dicen que de esto no se habla, pero las elecciones del año entrante y de 2023 ya están en las cabezas del oficialismo y de la oposición.

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