Investigadores de la Universidad de Ben Gurión, en Israel, realizaron un estudio que reveló que la interacción con un robot que reacciona al tacto y a la voz alivia la sensación del dolor e incrementa la de bienestar.
Casi un centenar de voluntarios fue sometido a diferentes grados de calor en el brazo junto a Paro, un robot social de fabricación japonesa que tiene el aspecto de una foca que emite sonidos como el animal, mueve la cabeza y las aletas y abre y cierra los ojos como respuesta al tacto y la voz.
“Es interesante que los participantes de nuestro experimento expresaron alegría de haber intervenido, si bien les provocamos dolor”, destacó la profesora Shelly Levy-Tzedek, directora del laboratorio de Cognición, Envejecimiento y Rehabilitación de la Universidad de Ben Gurión en el Neguev, en el centro-sur de Israel.
Luego del experimento, los voluntarios señalaron sentir menos dolor al estar en contacto con Paro, a diferencia de cuando el robot no se encontraba presente o estaba cerca pero no interactuaban con él. También se registraban menores niveles de oxitocina en la saliva. “La oxitocina se conoce como la ‘hormona del amor’, pero cuando es producida fuera de una interacción interpersonal amorosa puede reflejar el grado de estrés de la persona, y en este caso, pensamos que el contacto con Paro reduce esos niveles críticos”, explicó Levy-Tzedek.
Asimismo, la especialista aseguró que el estudio representa un paso más en la dirección de aliviar el dolor de forma robotizada y que sugiere que los robots sociales pueden aliviar la soledad y otros sentimientos negativos que se producen por la falta de interacción y tacto humanos.
Si bien en principio estos dispositivos fueron pensados para acompañar a adultos mayores en hogares y hospitales, en el marco del aislamiento por la pandemia de coronavirus, han demostrado que pueden hacer mucho más, precisó un artículo científico.
Muchas investigaciones demostraron que el tacto humano tiene el potencial de hacer sentir menos dolor, pero es la primera vez que se lleva a cabo una investigación controlada con un robot interactivo y con voluntarios sanos.
Según los autores del trabajo, lo prometedor de este estudio es que se abren nuevas posibilidades terapéuticas respecto al trato del dolor en adultos y que es muy significativo que la interacción con Paro hiciera aumentar la percepción de felicidad en adultos saludables.