Los estigmas económicos de 2020

La cuarentena parece tener fecha de vencimiento y todo parece indicar que en gran parte de la Argentina, el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio se convertirá, en los hechos, en un distanciamiento social liso y llano. Sean cuales fueren los términos que, políticamente, se utilicen en el futuro mediato, la covid-19 seguirá acechando hasta tanto el mundo encuentre una vacuna para combatirla.

La nueva normalidad, no obstante, encuentra a la Argentina con menos empleos que hace cuatro meses. El último dato del Ministerio de Trabajo de la Nación así lo demuestra: en abril, la cantidad de trabajadores registrados en el total país alcanzó a 11.755.000 de puestos, mostrando una caída del 3% con respecto del mismo mes del año anterior (364.000 trabajadores menos). Respecto de marzo de 2020, el número de ocupados registrados cayó 1,6% (185.800 trabajadores menos), indica el informe que difundió la cartera que conduce Claudio Moroni.

Si se toma en cuenta cómo ha golpeado la cuarentena por actividad, podrá apreciarse que la destrucción de puestos de trabajo en la Construcción fue la más evidente en el país: 128.000 empleos menos que en abril de 2019. La industria, por su parte, contabilizó 46.000 puestos de trabajo menos, seguida por el sector comercial (-36.000) y el hotelero y gastronómico (-30.000).

San Juan, Tierra del Fuego, Mendoza, San Luis, Misiones, Santiago del Estero, Catamarca y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) fueron los distritos con mayor impacto en esta caída del total de asalariados en blanco. La baja fue mayor al 6% interanual.

En la comparación mensual (sin estacionalidad), sólo Tucumán alcanzó una variación positiva del empleo (+0,2%). ¿Esto implica un motivo para estar tranquilos? Naturalmente, la respuesta es no. Porque, generalmente, los efectos de la caída de las principales actividades demoran en llegar al distrito central del NOA. Abril a su vez muestra una suerte de compensación en materia laboral: la industria citrícola trabajó a full durante ese mes respecto de marzo, mientras que la actividad azucarera había arrancado las tareas de alistamiento. En el mismo reporte oficial se señala que el resto de las jurisdicciones del país mostraron variaciones negativas y las caídas más importantes se observaron en Catamarca (-5,5%), La Rioja (-5,5%, Mendoza (-4,6%), San Juan (-4,1%), Tierra Del Fuego (-3,8%), Neuquén (-3,6%) y Formosa (-2,9%). Por otro lado, también se observaron caídas en CABA (-2,1%), Buenos Aires (-1,7%), Santa Fe (-1,7%) y Córdoba (-1,7%).

En términos absolutos, Tucumán ha mostrado que su fuerza laboral de empleados privados registrados ascendió a 166.300 puestos, lo que implica una caída de 2.400 empleos en la comparación interanual. Más allá de que la baja (1,4% en la provincia) es menor que la del resto de las jurisdicciones argentinas, hay otros factores que inquietan sobremanera a Tucumán: la elevada cantidad de empleados en negro (116.000 aproximadamente) y los 90.000 trabajadores que, teniendo un empleo, buscan otro para llegar a fines de mes. Esto último, la informalidad y la baja en los ingresos mensuales de los asalariados provinciales, se ha consolidado como una cuestión estructural a la que el Estado y los privados no le han encontrado la vuelta. Una solución implica más dinero (fiscalización, por una parte; mayores cargas patronales, por la otra parte). No hay decisión política para erradicar esta práctica que no hace más que afianzar los niveles de pobreza en un distrito en el que, al menos, cuatro de cada 10 habitantes no pueden reunir los recursos que se necesita para dejar de ser considerado pobre.

Si se mira el problema desde la óptica fiscal, los resultados en la baja de la empleabilidad en la Argentina son tan drásticos como los anteriores. En abril, la cuarentena destruyó a 12.619 empleadores y a su vez afectó a 91.237 trabajadores. En mayo, si bien la cantidad de empleadores que tuvieron que cerrar sus puertas fue menor (5.927), se perdieron 193.644 empleos según datos de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Esta diferencia indicaría que en el primer mes cerraron los emprendedores con menos capital y cantidad de empleados. Luego empezaron a “caer” los de mayor tamaño y más cantidad de trabajadores, puntualiza el último reporte de la Fundación Libertad y Progreso.

El acumulado anual para el lapso enero-mayo indica que la Argentina perdió a 23.725 empleadores. El promedio de los últimos nueve años señala una caída promedio de 2.949 para el mismo período. A su vez, 331.842 trabajadores se quedaron sin empleos (autónomos; relación de dependencia y monotributistas), frente a un promedio de reducción de 6.039 para igual lapso en los últimos nueve años, revela el diagnóstico de la fundación.

Las estadísticas son más que inquietantes. Si se busca comparación en el pasado reciente, podrá apreciarse, por caso, que el mercado laboral argentino ha mostrado disminuciones similares en la crisis de fines de 2001. Hacia mediados de 2002, la baja de la cantidad de empleos ha sido de casi un 14% en una economía que bajó 11%. La proyecciones menos pesimistas sostiene que este año, la actividad puede llegar a caer entre un 6% (si se recupera rápidamente el consumo y la producción) y un 13%, si no cambia velozmente el escenario actual. De una y otra forma, 2020 se consolidó como el año de los peores registros de desenvolvimiento económico de la historia argentina.

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