Historias detrás de la Historia: la trama secreta del crimen de Caro

Muertes en el fútbol (cuarta parte).

LOS SOSPECHOSOS. Los acusados del caso fueron fotografiados antes de ingresar al palació de Tribunales. LOS SOSPECHOSOS. Los acusados del caso fueron fotografiados antes de ingresar al palació de Tribunales.

La muerte de Luis Gerardo Caro dejó al descubierto lo que nadie quería ver en la provincia. En Tucumán había grupos de violentos perfectamente organizados; bandas que crecieron porque contaban con el apoyo de sectores políticos de la provincia y porque existía una pasmosa pasividad de los dirigentes que, ante la indefensión, preferían mirar a otro lado. El chico de 13 años fue asesinado el 15 de septiembre de 2001 en un clásico entre Atlético y San Martín que nunca debería haberse jugado. También fue herido Carlos Argañaraz de un disparo en la espalda, pero logró sobrevivir al ataque. A casi 20 años del hecho que transformó al fútbol tucumano surgieron nuevos detalles de lo que realmente sucedió ese fatídico día. Un caso que generó todo tipo de reacciones y, como sucedió en otras oportunidades, no terminó de la manera esperada.

EL ACUSADO. “Flay” Roldán fue señalado como el autor del crimen de Luis Gerardo Caro. EL ACUSADO. “Flay” Roldán fue señalado como el autor del crimen de Luis Gerardo Caro.

Como siempre suele ocurrir en este caso, las reacciones de repudio fueron inmediatas. “No tenemos palabras para expresar nuestro dolor de seres humanos por este deplorable como irresponsable hecho que lesiona no sólo al deporte tucumano sino a la provincia toda. Estamos conmocionados y doloridos como personas y como institución”, señaló Luis Adad, presidente de Atlético. Su par de San Martín, Luis Núñez, agregó: “me siento destruido. Esto no hace más que enlutar al fútbol de la provincia. Parece increíble que haya sucedido una cosa como esta, en la que un incidente es utilizado para saciar la sed de violencia de verdaderos mafiosos que con sus actos destruyen al deporte”.

UNA PRUEBA. El disfraz de la muerte que tenía la facción de la hinchada “Santa”. UNA PRUEBA. El disfraz de la muerte que tenía la facción de la hinchada “Santa”.

Sin dudas, fueron emotivas palabras, pero a los días Luis Aldo Caro, padre del menor fallecido desnudó la falta de sinceridad de esos dichos. “Hasta aquí, ningún directivo de los dos clubes, ni algún representante de la firma que organizó el encuentro, se presentó ante nosotros para preguntarnos cómo estábamos. Ni el pésame nos vinieran a dar”, señaló en una entrevista que fue publicada LA GACETA.

Misteriosa demora

La noticia de la tragedia corrió rápido por las calles de la provincia, menos en la Justicia. “Nos enteramos por terceros, pasadas las 21 que se habían producido incidentes con un muerto y un fallecido en la cancha de San Martín. Lo confirmamos tres horas después de que se produjera el hecho”, explicó Ernesto Baaclini, secretario de la ya fallecida fiscala Joaquina Vermal que estuvo al frente de la causa.

OTRO PROTAGONISTA. Juan Carlos “Tata” Fenoglio, dueño del camión de la facción. OTRO PROTAGONISTA. Juan Carlos “Tata” Fenoglio, dueño del camión de la facción.

¿Cuáles fueron las consecuencias de esa llamativa demora? “Identificar al menos a los responsables de la barra brava de Los Andes que estuvieron en el estadio de La Ciudadela y que podrían haber participado en los enfrentamientos. También les dieron tiempo a los protagonistas de este lamentable suceso a que se ocultaran, y me refiero a la de las dos hinchadas”, agregó en una entrevista con LA GACETA el ex funcionario juidicial.

El ex secretario judicial continuó con su increíble relato. “Cuando se les preguntó que habían averiguado, los efectivos señalaron que les habían dicho que era ‘La banda de Flay’, un grupo que no existía. Hasta la fiscala sabía que esa facción no existía en la hinchada de San Martín. Ahí cambió todo”, destacó Baaclini.

La verdadera banda

Después de una reprimenda (nunca se supo de qué se trató) los investigadores apuntaron directamente a un grupo que era conocido como La Banda del Camión. Una agrupación de simpatizantes “santos” que era oriunda del barrio El Molino, en las afueras de Villa 9 de Julio. Le pusieron ese nombre porque siempre concurrían a La Ciudadela en una camioneta transformada en utilitario que pertenecía a Juan Carlos “Tata” Fenoglio. En ese vehículo recorrieron gran parte del país para seguir al club de sus amores. Pero todo el encanto se derrumbó cuando varios testigos indicaron que también ocultaban armas en su interior.

LA VÍCTIMA. Luis Gerardo Caro. LA VÍCTIMA. Luis Gerardo Caro.

Se trataba de una facción que iba ganando importancia con el correr de los días, que buscaba ganar espacio en la tribuna de la Rondeau. Y en el violento y despreciable del mundo de los barras bravas, una muerte, siempre otorga un incomprensible prestigio y más aún si se trata del rival de toda la vida.

Los policías, por orden de la Justicia, los fueron a buscar en la madrugada del día siguiente. Hicieron numerosos allanamientos, pero sólo pudieron detener a Fenoglio y secuestrar un revólver calibre 22, la misma arma con la que fue ultimado Caro. A los otros miembros no los ubicaron, pero sí encontraron en sus viviendas restos de cabellos (varios se cortaron el pelo para tratar de cambiar su aspecto) y un disfraz muy llamativo. Un traje de la muerte en la que tenía estampado los escudos de Talleres, Atlético, Colón de Santa Fe, Juventud Antoniana (Salta) y Los Andes, entre otros clubes. Eran las insignias de los equipos de las hinchadas consideradas rivales de los “Santos”. No era una prenda más. Varios testigos reconocieron esa vestimenta como la que tenía puesta uno de los hombres que disparó contra los simpatizantes “decanos”.

Vermal no dudó y consiguió que la fallecida jueza Ema Pérez de Nucci ordenara la detención de por lo menos unos quinces barras bravas del equipo de La Ciudadela. “Era increíble, pero había muchos que temblaban y hasta lloraban cuando se los interrogaba. Tampoco tuvieron problemas en mandar a perder a los sospechosos”, comentó una alta fuente de tribunales que era un mero instructor en esos días. Quedaron en la mira Sergio “Flay” Roldán y sus hermanos Diego “Condorito”, Claudio y César “Cucaracha”, entre otros. Como no aparecían, la fiscala tomó una dura decisión: ir en contra de sus parejas porque, según pensaba, podían saber mucho más de lo que se pensaba.

Y no se equivocó. Karina Quintana, pareja de “Condorito”, embarazada de cinco meses contó casi todo. Defendida por Ricardo Scheuerman, la joven habría dicho que los integrantes del grupo habían compartido un asado antes del encuentro y que vio a su cuñado “Flay” armado. También habría comentado que después del tiroteo, volvió y le entregó un arma a Fenoglio, ante quien se quejó porque no había disparado. También comentó que fueron ellos los que abandonaron el estadio antes que se patearan los penales.

La joven indicó que los hombres les entregaron las armas y que luego huyeron del lugar. Otros testigos indicaron que se cambiaron la ropa en la sede de la remisería Cinco Estrellas tenía en la avenida Roca (hoy Néstor Kirchner) y que era propiedad de Rubén “La Chancha” Ale, histórico mandamás de la barra brava de los “Santos” que poco tiempo después se transformaría en el presidente del club de La Ciudadela y en cuya gestión La Banda del Camión siguió creciendo sin problemas. El rompecabezas terminaba de armarse lentamente.

Vínculos políticos

La muerte de Caro se produjo cuatro días después de que, en una serie de atentados, se derrumbaran las Torres Gemelas y se atacaran otros blancos en Estados Unidos. Los tucumanos hablaban de la horrible muerte que había tenido ese adolescente. Marchaban por la ciudad exigiendo justicia y para que los acusados se presentaran de una vez por todas. “El Gobierno no puede seguir subsidiando la violencia. La pasión no es sinónimo de violencia”, aseguró el por ese entonces gobernador Julio Miranda cuando crecían las críticas porque los responsables del hecho seguían prófugos.

La Inimitable, la barra brava “decana” tenía un estrecho vínculo con Miranda que fue presidente del club de 25 de Mayo y Chile. En febrero de 2000, el titular del PE y su hermano José fueron acusados de haber agredido verbalmente y físicamente a una terna arbitral en el vestuario del Monumental, el desmintió esa versión y fue su hermano quién se hizo cargo del escándalo. “Flay”, máximo referente de La Banda del Camión, trabajó para el bloque justicialista del Concejo Deliberante hasta el lunes 17 de septiembre. Dos días después de que se cometiera el crimen del adolescente, Roldán se quedó sin trabajo. Llamativamente, en esos momentos, se sabía que lo estaban buscando, pero todavía no se le había imputado ningún delito.

“En esos tiempos nos juntaron a todos y nos dijeron que se habían reunido con los capos de la política. En ese encuentro, les dijeron que esto se acababa ahí. Que no querían venganzas y cualquier otra cosa. Que los responsables debían hacerse cargo y que sólo así todo estaría bien”, comentó Juan Carlos Décima, un ex integrante de la barra “decana”. La Inimitable y La Banda del Camión podrían enfrentarse a tiros en las inmediaciones de un estadio, pero a la hora de apoyar a los políticos tucumanos, se acababan las diferencias. Y el ejemplo más claro es que fueron ellos los que atacaron a las personas que fueron a manifestar en contra del mirandismo en enero de 2002. “Nunca recibimos ninguna presión del poder político. Salvo la demora en la comunicación del hecho que fue rápidamente corregido, no hubo ningún otro contratiempo”, aseguró tajante Baaclini.

Duro pedido

Los acusados terminaron siendo detenidos por los policías 20 días después del crimen del menor. Negaron una y otra vez su participación en el hecho, pero Vermal no les creyó y en mayo de 2002 terminó pidiendo que se enjuicie a “Flay” (autor de homicidio agravado y de tentativa de homicidio agravado), Fenoglio (por haber entregado el arma), “Cucaracha”, “Condorito”, Claudio, Alejandra Beatriz Salinas (pareja de “Flay”) y Silvina Roldán (hermana de los acusados), por considerarlos partícipe del hecho. También fueron acusados de encubridores Segundo “Chumuco” Velázquez (trasladó a los sospechosos para que se ocultaran) y José Luis Naranjo (facilitó el lugar para que se escondieran varios de los acusados). También resolvió absolver a José Ramón y Ariel Omar Roldán, Karina del Valle Quintana (pareja de “Condorito”), Carlos Sánchez y José “Chino” Sarmiento.

“Cumplieron con su intención de matar a un simpatizante rival, por gusto o por agrado, lo que determina el impulso de perversidad brutal”, sintetizó en el pedido de elevación a juicio la fiscala Vermal. Si llegaban a ser encontrados culpables, según este planteo, varios de los acusados podrían haber recibido duras condenas. Pero en Tucumán nunca se sabe.

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