El deporte no debe cometer errores

Con septiembre en tránsito y teniendo por delante poco más de tres meses para la finalización del año, quienes se encargan de armar las agendas deportivas están prácticamente en llamas. Desde que en marzo la covid-19 llenó de temor al mundo, fue semana a semana trastocando los planes de todos. Y en el tema que nos ocupa, puso en jaque a miles de programaciones. Aunque muchas pudieron salir adelante, la realidad indica que en nuestro país casi ningún espectáculo deportivo pudo hacerse hasta el presente, o no logró tener continuidad en lo competitivo, más allá de haber podido al menos entrar en fase de práctica.

Lo que muchos no quieren decir, pero ya lo están pensando o al menos se intuye, es que se está cerca de decidir un cierre de puertas de varios calendarios hasta 2021. Esto, aunque en algunos casos se hayan notado buenos síntomas en aquello de darle batalla a la pandemia, yendo detrás de una recuperación de actividades, entendiendo el momento, tomando las medidas adecuadas y asumiendo que se debe insistir en la idea de saber adaptarse a los tiempos que nos toca vivir.

En Tucumán, uno a uno fueron cayendo en los últimos días eventos que por tradición se mantuvieron firmes en las agendas de cada temporada. El Batalla de Tucumán de turf y el Rally Trasmontaña de mountain bike son, quizás, los más representativos de esta cartelera cancelada. Hay otras citas, como el Seven de Tafí del Valle, que se hace en el verano, que entró en un cono de dudas dado el tiempo que se necesita para poder organizarlo y las complicaciones que eso trae en el presente.

Al mismo tiempo que estos espectáculos deportivos pasan por esta contingencia, se mantiene en pie la idea de que el rugby, el hockey, el fútbol, el básquet y el automovilismo, por citar algunas disciplinas de gran raigambre en la población, ejecuten algún tipo de competencia hasta fin de año. Incluso, los más entusiastas hasta vislumbran la posibilidad de hacerlo en los meses de verano.

Lo del fútbol, fundamentalmente por Atlético y por San Martín, transita un campo tan distinto como complejo. En el caso del “Decano”, se alista para jugar, al menos (y no con cierta polémica), la Copa Sudamericana, mientras espera saber qué va a suceder con el torneo de Primera, bajo el formato de la Liga Profesionales. Lo del “Santo” es un canto a la esperanza a la espera de una decisión del TAS con relación a su planteo ante la AFA por sus derechos deportivos para ascender. Pero también es un horizonte sombrío en lo futbolístico, porque no tiene plantel y no volvió a las prácticas.

Las páginas de LA GACETA han mostrado en los últimos meses estos vaivenes en cuanto a la programación deportiva. Se trata de una situación que responde, por extensión, a los vaivenes de las decisiones tomadas por las autoridades sanitarias, frente al cuadro dinámico que ofrece la pandemia. Lo cierto es que así como en su momento la esperanza fue un común denominador para sostener la idea de un regreso, hoy parece estar dominando la resignación frente a los hechos.

La salud, en suma la vida, es un norte que debe tenerse siempre como prioridad. Si la pandemia las pone en peligro, vale la espera por tiempos mejores. En situaciones así, lo peor que se puede hacer es caer en la improvisación, en el apuro, en la desesperación de sacar algo a flote, cuando las circuntancias no lo permiten. En el deporte, hay que concentrarse en un concepto: aunque hay una clara afectación social y económica, no son tiempos para cometer errores. Aquí, no está en juego ni un resultado, ni un partido, ni un campeonato.

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