Un festival que benefició a unos 400 artistas locales

Es uno de los orgullos de nuestra provincia, no sólo por el prestigio alcanzado a lo largo de su historia, sino también por su vigencia a lo largo de seis décadas, un hecho poco usual para un festival artístico en nuestro país. El Septiembre Musical nació en 1960 como un festival de música clásica. Renombradas figuras a nivel nacional e internacional contribuyeron a darle lustre a Tucumán. Fue creado en la gobernación de Celestino Gelsi.

La creación de Oleg Kotzarew, David Lagmanovich y Guido Torres, apoyada por el escritor Julio Ardiles Gray, responsable en ese entonces de la cultura provincial, fue consolidándose con el tiempo, los grandes artistas que llegaban a Buenos Aires, tenían su paso asegurado por nuestros escenarios. Así como tuvo momentos de esplendor, también fue víctima de la precariedad y de la imprevisión. A fines de los 80, el festival comenzó a declinar por falta de presupuesto; se transformó en un mes musical, con programaciones que cambiaban súbitamente de un día para otro, con artistas que actuaban a sala semivacía, como producto de la improvisación.

La realización de la sexagésima edición planteaba una incógnita en estos tiempos de pandemia, en los que los artistas se hallan entre los principales perjudicados económicamente. Dadas las circunstancias adversas, se lo podría haber cancelado, como sucedió con el Julio Universitario. Sin embargo, el Ente de Cultura de la provincia tomó la decisión de hacerlo, apelando a las herramientas y medios tecnológicos para que este cumpleaños especial pudiese realizarse. El 60º Septiembre Musical que ha concluido hace poco más de un mes tuvo por eje los principales objetivos generar fuentes de trabajo para nuestros artistas y desarrolladores del campo audiovisual.

Fue gratuito y tuvo un carácter solidario; el público tuvo la posibilidad de efectuar donaciones en forma directa, a organizaciones sin fines de lucro dedicadas a la beneficencia. Siguiendo con la línea solidaria se buscó darles una mano a las peñas folclóricas, que desde hace ocho meses no trabajan. La programación tuvo una gran variedad, abarcó la ópera, música clásica, danza clásica y contemporánea, folclore, tango, jazz, rock, pop, música latinoamericana, cumbia y salsa. Se estrenó un radioteatro en homenaje a Manuel Belgrano. La frutilla del postre fue la puesta en escena de “Rita”, ópera bufa de Gaetano Donizetti y Gustave Vaëz, en formato cinematográfico, con escenas filmadas en distintas locaciones de la provincia y con un elenco integrado por artistas tucumanos. Sin duda, un producto que cumplió con creces las expectativas previas. Para los espectáculos internacionales de música clásica, cuya contratación era difícil por la fluctuación del dólar y las restricciones presupuestarias, se buscó la colaboración de embajadas extranjeras.

El festival no solo benefició a unos 400 músicos tucumanos, sino que esta modalidad vía internet les permitió ser visualizados por una cantidad incalculable de comprovincianos y por el público de otras latitudes, ventajas que proporciona esta modalidad virtual que al parecer, llegó para quedarse. Y si bien hubo algunas falencias o detalles que podrían corregirse, se superó con creces el desafío inicial, que seguramente se renovará en la próxima edición, si es que para entonces se ha producido la vuelta a la “normalidad”. La combinación de lo virtual con lo presencial podría ser una alternativa.

Comentarios