Las exigencias en el deporte pueden llevar a los extremos más trágicos

El Morro García. (Fotobaires) El Morro García. (Fotobaires)

La popularidad; la presión de ser exitoso; el sentimiento de frustración, de falta de ese algo que te llene, que te complete; la autoexigencia; la depresión. Las presiones internas y externas con las que convive un deportista durante el camino a la profesionalidad hacen olvidar a la persona por qué había iniciado ese camino y lo conducen a caminos extremos que pueden terminar siendo trágicos.

La muerte del rugbista de 22 años Alan Joel Calabrese y del máximo goleador de Godoy Cruz, Santiago “Morro” García, llevan a reflexionar por qué las personas pueden llegar a tomar la decisión de quitarse la vida y cómo las exigencias pueden impulsar ese camino. “Por lo general se dice que hacer deporte o practicar actividad física es un factor esencial para conservar una salud mental equilibrada, pero en los casos en los que el deporte se vuelve una profesión, un sustento de vida y define a la persona como tal, es a la inversa”, explica la psicóloga Camila Madero.

Según la profesional, la salud mental en el deporte –cuando este es una forma de vida- adquiere (o debe adquirir) un rol fundamental para mantener al deportista equilibrado: “la presión por ser exitoso, por estar siempre ‘en el podio’ para recibir los aplausos y ovaciones, el sostenerse sin defraudar y, en muchos casos, la presión de sostener a las familias a través de ese medio, ejerce una coacción a nivel psicológico”. “Si la persona no cuenta con el apoyo suficiente y los recursos emocionales para manejarlo, es muy fácil que se sobrepase”, indicó Madero.

Es entonces el momento en el que el camino te lleva a preguntarte: “¿y ahora?”. Las dudas existenciales y la averiguación constante de por qué vinimos al mundo y si alcanzamos la felicidad es algo que atraviesa a las personas, más allá de la profesión. Pero es importante entender que, sumado a los mandatos sociales sobre cómo debemos ser, las exigencias no contribuyen positivamente a encontrar las respuestas que buscamos. “Cuando la realidad sobrepasa, empiezan a aparecer los medios nocivos de descarga y canalización de dichas presiones, como los excesos de sustancias o la insatisfacción constante, de querer siempre más, más goles, más fama, más y más”, agregó.

El camino a la profesionalización no es fácil y lleva a muchos a dejar de lado el disfrute y exigirse a diario. Si bien llegar y no quedarse en la mediocridad es importante, acompañar ese crecimiento de forma integral, también lo es y puede ayudar a salvar a muchos de problemas graves como las adicciones, los vicios o la propia muerte.

“Quienes se dedican al deporte como aficionados suelen comenzar desde muy chicos. Incluso llegan a saltar etapas de la vida y experiencias con pares, en pos de triunfar como deportista. Es una carrera muy sacrificada a nivel personal, incluso muchos son alejados de sus contextos y transitan en la soledad esos cambios y nuevas exigencias”, analizó la especialista. “Además, la carrera suele llegar a su final cuando todavía les quedan muchos años productivos por delante y allí también aparece la crisis de identidad, acompañada de la necesidad de los afectos, en quienes apoyarse y sentirse contenido para ganar la suficiente confianza y así animarse y arriesgarse nuevamente”, remarcó Madero.

“Por eso es importante el acompañamiento a lo largo de toda su carrera, para que sirva de sostén ante las crisis y ayude al deportista a resguardar su bienestar emocional”, finalizó.

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