Estrategias contra el hábito de arrojar basura

11 Noviembre 2021

Unos 400 voluntarios recogieron dos camiones y dos camionetas repletos de basura del cerro San Javier el domingo, como parte de un proyecto para crear conciencia en los estudiantes sobre la importancia de proteger el medio ambiente y fomentar un compromiso activo en el cuidado del planeta. Se trata del proyecto Conscientes, lanzado para todas las escuelas y colegios de Tucumán, financiado por fondos privados y en el que se insta a la participación comunitaria. En cuatro etapas –educación, limpieza (es la que tuvo lugar el domingo), restauración y siembra, y, finalmente, concientización a través de las redes sociales sobre el cuidado del medio ambiente.

La experiencia del domingo fue impactante. Se trabajó en 10 puntos desde la rotonda del Corte hasta la parte alta del cerro. “Ves la basura acá y no te explicás cómo llegó. Mirás a tu alrededor y hay una cascada de residuos que llevan años acumulados”, dijo la voluntaria Silvina Soria. “Necesitarías venir todos los fines de semana, y aun así, vas a sentir que no llegás a limpiar todo”. Los voluntarios levantaron uno por uno los vidrios rotos, las cajas de cigarrillos o las de vino, bolsas plásticas y prendas de vestir enterradas. Mariano Bernardínez, gerente de una de las empresas que participa en el proyecto, remarcó que “es como si el espacio público no fuera de nadie, y realmente sí es de todos”, dijo. “Me parece que la cuestión es apropiarse de estos lugares, en el buen sentido; es entender que lo nuestro no son sólo los metros cuadrados de la casa. El mensaje es de compromiso; es una mirada muy global, de no desentenderse del tema”.

La jornada mostró varias cosas. Por un lado, esa especie de característica tucumana de arrojar basura en todos los sectores que no son considerados como parte del entorno personal, lo cual ha dado lugar a que haya unos 200 basurales clandestinos en la capital, a que los accesos a San Miguel de Tucumán y los límites entre las distintas circunscripciones estén llenos de vaciaderos y a que los mismos sitios que las municipalidades establecen como puntos de recolección se transformen, al menor descuido, en focos infeccioso.

Por ello es importante este proyecto que apunta, por un lado, a la educación, con una fuerte injerencia en escuelas y colegios, y por otro lado a la práctica de sembrar ejemplares autóctonos –tipa, pacará y nogal- con 10.000 “bombas” de semillas que prepararon los alumnos y que serán arrojadas desde parapentes a los sitios dañados por los incendios.

El cuarto punto del proyecto es la difusión a través de las redes sociales de mensajes de los chicos que lleven a concientizar a sus pares sobre el cuidado del medio ambiente. Hay un concurso, “Guardianes del planeta”, cuyos premios consistirán en mejoras en infraestructura para las instituciones ganadoras. La forma de participar es realizar un video por nivel (primario o secundario) por cada colegio para difundir un mensaje de promoción de hábitos y conductas sustentables.

No puede dejarse de vincular la experiencia con las jornadas de limpieza –muy elogiables, por cierto- que organizan algunas organizaciones ecologistas, como la que se hizo hace poco en las zonas cercanas a cursos de agua en la provincia, en las que se recogió también mucha basura, y que también ayudan a despertar conciencia. Correspondería que las autoridades provinciales, municipales y comunales- asuman el impacto de este esfuerzo y actúen en consecuencia, buscando la forma de coordinar tareas para que, juntos, se pueda comenzar a cambiar las matrices negativas que generan esta cultura de arrojar basura por doquier.

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