¿Qué pasará con Manzur?

La pregunta se formula en la Casa Rosada y se replica en la sede de Gobierno tucumana.

Juan Manzur y Silvina Batakis en Casa Rosada Juan Manzur y Silvina Batakis en Casa Rosada

Juan Manzur no termina de salir de la cresta de la ola. Los rumores acerca de la posibilidad de dejar la Jefatura de Gabinete han sido insistentes a lo largo del fin de semana.
Sin embargo, fiel a su estilo, el gobernador en uso de licencia prefirió el silencio. Prolongó el descanso en Tucumán.
Oficialmente se dijo que no viajó el domingo, sino ayer, por una cuestión climatológica. La niebla no le permitía a la aeronave provincial cubrir el trayecto hasta la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En realidad, Manzur esperó que pasaran los nubarrones políticos y recién emprender el regreso.

Hoy, al ingresar a la Casa Rosada, habló sobre la cuestión. El jefe de Gabinete dijo que a los cambios de funcionarios "lo dispone el Presidente y todos los ministros y las ministras siguen trabajando con la misma fuerza, entusiasmo y vocación de servicio".
Sobre su salida, le bajó la espuma: "no pasa nada, forma parte de la política, nuestra tarea es seguir redoblando los esfuerzos".
Esas declaraciones fueron tomadas de ocasión, porque en Buenos Aires se insiste en que Sergio Massa estaría dispuesto a cubrir la Jefatura de Gabinete, una vez que la ministra de Economía, Silvina Batakis, retorne de su gira por los Estados Unidos.
Claro está que, en gran medida, esas modificaciones del elenco de ministros dependerá de los resultados que obtenga la conductora del Palacio de Hacienda, en sus reuniones con el Fondo Monetario Internacional y con las autoridades del Tesoro de los Estados Unidos.
Batakis necesita más plazo para que la Argentina  logre cumplir las metas que prometió su antecesor, Martín Guzmán, cuando se rubricó el entendimiento para reprogramar el pago de los U$S 44.000 millones que el país tomó durante la gestión presidencial de Mauricio Macri.

El silencio de Manzur no permite establecer qué sucederá con su futuro político. “Siempre se toma todo con soda y espera”, indicó uno de sus colaboradores para definir el momento que vive el gobernador en uso de licencia.
Según pudo establecer LA GACETA, a Manzur ya se le comunicó la posibilidad de que cambie de funciones, pero dentro de la estructura del Poder Ejecutivo Nacional. No le desagrada la idea de recalar en el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.
Creen que, por sus contactos internacionales, el tucumano puede ser de mayor utilidad en la Cancillería en un momento complicado para la gestión de Alberto Fernández.
Sin embargo, este movimiento -como otros que se pueden dar en la Casa Rosada- estará supeditado también a la aprobación de la otra referente de peso en el Frente de Todos: la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Un profundo dilema se evidencia en el oficialismo a partir de la crisis política que se extendió a lo económico producto de la interna entre Alberto y Cristina Fernández: mantener una tregua que le permita al peronismo completar el mandato sin grandes contratiempos o mantener los liderazgos aislados dentro de la estructura del Frente de Todos, desentendiéndose de la gestión.
En los últimos días se ha evidenciado una tendencia a tomar la primera postura, con la cumbre de Olivos entre el Presidente y su vice.
La tercera pata es Sergio Massa que, a estas alturas, juega como un verdadero comodín. No es la primera vez que el actual presidente de la Cámara de Diputados de la Nación juega ese rol.
En el manzurismo no ocultan la incomodidad que les causa que sea Massa quien reclame un cargo al que el tucumano llegó hace 10 meses.

El Gobierno ha mostrado fragilidad en todos los frentes. Mantiene una dura pelea con el campo, a quien le reclama la liquidación de divisas para intentar mejorar las reservas del Banco Central.
El reacomodamiento de la economía ha significado un mayor empobrecimiento de la clase media, que está pagando los costos de una galopante inflación a través de más tarifas y de más impuestos, independientemente de la suba del mínimo de Ganancias que, a estas alturas, no es más que un paliativo.
Y, por si esto fuera poco, los beneficiarios de planes sociales están tomando el poder de la calle.
Este combo se completa con la desconfianza internacional sobre la Argentina, evidenciada en el signo de interrogación que abrió el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) al financiamiento en el país, un hecho que golpea de norte a sur y de este a oeste, ya que ese organismo otorga líneas de crédito para ejecutar trabajos de infraestructura en todo el territorio argentino.
En todo este contexto, se necesitan nuevos interlocutores. Por eso se menciona a Massa con la idea de convertirlo en un superministro y a Manzur, como negociador ante organismos internacionales con los cuales tiene buena relación.

El tucumano no ha dado pistas sobre qué es lo que quiere hacer. “¿Qué pasará con Manzur?”, es la pregunta que se hacen algunos funcionarios de la Casa Rosada y se replica en los pasillos de la sede de Gobierno tucumana.
Por la respuesta habrá que esperar. Lo que el gobernador en uso de licencia descarta es un retorno inmediato a su puesto natural.
Cree que su destino sigue en la estructura nacional y que este momento crítico es un buen período para seguir mostrando que puede contribuir, dentro del Partido Justicialista, a la reconstrucción del liderazgo de esa fuerza política, más allá de los embates de la oposición, pero con una postura menos proclive al choque con los distintos sectores sociales. Tiempo al tiempo.

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