La llegada de Pelosi a Taiwán tensa la relación con China

La visita más importante de un funcionario estadounidense en 25 años enfurece a Pekín, que no reconoce la soberanía de la isla. Amenaza con acciones militares y con empeorar la crisis

La llegada de Pelosi a Taiwán tensa la relación con China
03 Agosto 2022

PEKIN, China.- Un nuevo frente de conflicto se abre en Asia, con la visita de la titular de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla de Taiwán, una isla que reclama la independencia de China, y cuya soberanía el gigante asiático no reconoce.

Pelosi llegó ayer a Taiwán, en lo que constituye la visita de mayor rango de un funcionario estadounidense desde 1997, cuando Newt Gingrich -con el mismo rol- hizo una visita.

La respuesta de Pekín, que ya había advertido que era un paso diplomático que pone en riesgo las relaciones diplomáticas entre ambos países y que Estados Unidos pagaría un precio alto por el desafío, fue inmediata: anunció que lanzará “acciones militares selectivas” y envió cazas que cruzaron la línea divisorias y entraron al estrecho de Taiwán.

La líder demócrata, de 82 años y tercera en la línea sucesoria de la Presidencia estadounidense, llegó a Taipéi a bordo de un avión de la Fuerza Aéreas de Estados Unidos, como tercera escala de su gira por Asia, luego de visitar Singapur y Malasia.

Fue recibida en el aeropuerto Songshan por el ministro de Exteriore de Taiwán, Joseph Wu.

“La visita de nuestra delegación a Taiwán honra el compromiso inquebrantable de Estados Unidos de apoyar la vibrante democracia de Taiwán”, sostuvo en Pelosi en Twitter tras su arribo.

Además, aseguró que el viaje “no contradice la política oficial” de Washington, que complementa el reconocimiento a la doctrina de “Una sola China” con su Ley de Relaciones con Taiwán de 1979, que le permite vender armamento a la isla.

Taiwán, una isla de 23 millones de habitantes a 80 millas de la costa de China, ha sido durante mucho tiempo un punto de conflicto entre Washington y Pekín. Ahora esas tensiones están en un nuevo máximo.

China reclama a Taiwán, que se define como una isla democrática autónoma, como parte de su territorio, y quiere recuperarlo, incluso por la fuerza. El líder de China, Xi Jinping, ha dejado más claro que cualquiera de sus predecesores que considera que la unificación de Taiwán con China es un objetivo principal de su gobierno.

En la conversación telefónica que tuvo, el jueves, con Joe Biden, Xi advirtió enérgicamente al presidente de Estados Unidos que no intervenga en la disputa.

Sus advertencias repercutieron en el Pentágono y el Comando del Indo-Pacífico en Hawái, donde se les encargó a los oficiales militares estadounidenses que protejan a Pelosi.

Taiwán, el principal productor mundial de semiconductores, es vulnerable a la creciente presión económica de Pekín. Además, es un símbolo que Xi puede intentar utilizar para proyectar una imagen de fortaleza en su país y en el extranjero, ante la cercanía del congreso del Partido Comunista Chino, que debe confirmarlo para un tercer mandato.

El ministro de Defensa chino, el general Wei Fenghe, dijo en una conferencia internacional en Singapur, hace un mes, que China está dispuesto a levantar armas para defender su postura. “Si alguien se atreve a separar Taiwán, no dudaremos en luchar, no retrocederemos ante el costo, hasta el final”, dijo.

En un discurso en el centenario de la fundación del Partido Comunista Chino, el año pasado, Xi enfatizó la necesidad de la unificación de la parte continental con Taiwán, a la que llamó “una misión histórica y un compromiso inquebrantable del Partido Comunista de China”.

No es la primera vez que Pelosi enfrenta a China con su postura sobre Taiwán. El viaje de ayer solamente pone el broche de oro a décadas como la principal crítica estadounidense del gobierno chino, especialmente en cuestiones de derechos humanos.

La actitud desafiante destaca, además, cómo el Congreso estadounidense tiene una línea más dura que la Casa Blanca en sus relaciones con Pekín.

Hace más de 30 años, Pelosi enfureció Pekín al desplegar en la plaza de Tiananmen una pancarta en honor a los disidentes muertos en las protestas de 1989. La legisladora, hoy segunda en la línea de sucesión tras la vicepresidenta Kamala Harris, visitó China en 1991. Junto otros dos legisladores desplegó una pancarta en la que se leía: “A los que murieron por la democracia en China”, en la histórica plaza.

En 2015, llevó a un grupo de demócratas de la Cámara al Tíbet, la primera visita de este tipo desde los disturbios de 2008. Además, se pronunció varias veces sobre los derechos humanos en el Tíbet y se reunió con el Dalai Lama, al que Pekín califica de separatista violento. (Reuters-Especial)

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