Tras 15 años de lucha, colocaron a Tucumán en el mapamundi del limón orgánico

La empresa que la familia Zamora creó en la década de 1980 fue galardonada por su exportación innovadora a los mercados más exigentes del planeta. La tercera generación de la compañía afirma que su visión cambió cuando comprendió el impacto del consumo responsable.

PLANTA DE EMPAQUE. Florencia y Luciana Zamora dicen que por el limón orgánico se convirtieron en unos de los primeros exportadores a Europa.  PLANTA DE EMPAQUE. Florencia y Luciana Zamora dicen que por el limón orgánico se convirtieron en unos de los primeros exportadores a Europa. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ

Los Zamora empezaron varias veces de cero. Un día hace ya 15 años llegaron a la conclusión de que, para ser la empresa grande con la proyección internacional que pretendían, debían empeñarse en algo que en ese entonces parecía lejano y que hoy es una tendencia global en ascenso: el consumo de productos cultivados sin agroquímicos, y con respeto comprobado por la naturaleza y los seres humanos que intervienen en su elaboración. Esa decisión torció el destino de Zamora Citrus y convirtió a la compañía radicada en Tafí Viejo en pionera en la producción de limón orgánico. En medio de la crisis de la versión convencional de ese cultivo, la empresa celebra haber llegado a los Estados Unidos con una exportación de fruta fresca cuya innovación acaba de ser reconocida por la Cancillería junto a otras diez firmas destacadas del país.

El Premio Exportar valida el esfuerzo de esta familia de emprendedores tucumanos por imprimir una mejora significativa en un producto preexistente para atender las exigencias de los mercados externos. Adicionalmente, la Dirección Nacional del Registro de Dominios de Internet NIC Argentina le otorgó una mención especial por tener el mejor sitio web con dominio “.ar” orientado al comercio internacional. Las distinciones vienen acompañadas de beneficios para asistir a ferias en el extranjero, algo que los Zamora vienen haciendo por su cuenta desde los 90, cuando se lanzaron a producir para vender afuera y, al no existir internet, aquella era la única forma de conectarse con los clientes foráneos, según comentan dos hermanas de la tercera generación, las directoras Luciana y Florencia Zamora, respectivas licenciadas en Comercialización y contadora de 38 y 37 años.

Todo comenzó con un natural de Almería (España), Diego Zamora, que se establece en Tucumán y cultiva los primeros campos de limón: era el abuelo de las gerentas actuales. Una enfermedad obliga a este inmigrante y a los suyos a trasladarse a Córdoba, pero siguen vinculados a la actividad gracias a un puesto en el mercado donde vendían la cosecha tucumana y otros productos. En esa instancia se interiorizan del negocio y empieza a integrarse la segunda generación.

“Nuestro abuelo luego regresa con la tanda de hijos más jóvenes. Juan, nuestro padre, se queda en Córdoba porque se había recibido de contador y trabajaba en el Banco Nación. Pero al abuelo le va mal: nuestro papá entonces pide un traslado y se radica en Tafí Viejo, donde vivimos, para ayudar a su progenitor a cancelar las deudas”, relatan las descendientes. El hecho es que en su estancia taficeña el hijo contador bancario conoce a una mujer y se casa con ella tras cuatro meses de noviazgo, dos de los cuales estuvo ausente por un viaje a Europa: es Alicia Pons, la madre de las gerentas y una de las cabezas de la organización contemporánea. El matrimonio pone fin a la etapa del Banco Nación y la empresa familiar resurge formalmente a mediados de los 80 después de haber estado al borde de fundirse.

Son años de trabajo que dan como resultado una relación con la compañía productora de peras y manzanas Moño Azul. Esta firma insistía al contador Zamora que apostara al limón para exportar. Eso significaba invertir en maquinaria y en un empaque, y la primera generación, agotada por lo mucho que le había costado recuperarse durante los 80, ya no quería enfrentar nuevos riesgos. “Mi papá habla con mi mamá y ella lo apoya en el proyecto que proponía Moño Azul. Mi mamá, que hasta ese momento no había trabajado, comienza a vender ollas Essen por catálogo y ropa, y se transforma en el soporte de la familia mientras mi padre inicia el camino de producir para exportar. En ese momento ya éramos cuatro hijos”, cuenta la licenciada en Comercialización. De esta manera empieza, en 1994, la segunda etapa de Zamora Citrus.

Mujeres al mando

La cuestión es que a la madre le va bien y eso acelera el ritmo de la inversión: compran vehículos y el lote donde instalan el empaque. “Después llegaron el primer galpón -Zamora Citrus hoy ocupa cuatro naves-; las máquinas usadas; las primeras exportaciones en 1996 y los servicios de empaque para terceros, siempre de la mano de una empresa grande como Moño Azul”, añade una de las directoras. El contador comienza a asistir a las ferias internacionales: mientras tanto, la madre se involucra en el manejo de los proveedores y del personal, y los hijos del matrimonio crecen en ese entorno vinculado al limón.

Aunque no hubo presiones -salvo que estudiaran inglés-, fue natural que los chicos terminaran incorporándose a Zamora Citrus, pero sólo las dos mujeres resolvieron quedarse a trabajar al lado de su papá y de su mamá, según cuentan. Los hermanos varones, en cambio, optaron por dedicarse a sus propios emprendimientos dentro del mismo rubro familiar. “Nuestro padre es el único hombre que quedó en el área gerencial: el 90% de los puestos de mando están ocupados por mujeres. Creo que eso se debe a la impronta de nuestra mamá. En casa no hubo diferencias entre los hijos: a todos nos motivaron por igual a capacitarnos y a hacer lo que nos gustaba”, reflexionan.

Prorratear la carga

¿Por qué los premios llegan ahora si exportan desde hace 26 años? Las directoras consideran que maduró finalmente el trabajo paulatino que vienen haciendo para diferenciarse de los grandes citricultores de la provincia. “Quince años atrás no teníamos campos propios, sino solamente un empaque de fruta fresca. Era muy difícil crecer al nivel que queríamos en estas circunstancias. Vimos una oportunidad en el limón orgánico a partir de escuchar que nuestros clientes demandaban productos sustentables, que no lastimaran el ambiente, y que observaran normas de calidad ética y social. Empezó así, hace 15 años, nuestra verdadera misión empresarial. En ese momento creímos que tarde o temprano el limón orgánico se iba a imponer, y nos convertimos en unos de los primeros exportadores de productos frescos sin tratamiento ni residuos hacia Europa”, refieren.

Muchos otros quisieron hacer lo mismo, pero se quedaron en la ruta. “Después de un trabajo enorme, de pruebas y de errores, y de adaptación a una normativa muy rigurosa, terminamos posicionándonos como los líderes en esa línea en Tucumán. Esa fue la herramienta que nos permitió ampliar nuestra compañía y mirar hacia el mercado estadounidense, que este año se abrió para el limón orgánico. Nadie más estaba, como nosotros, listo para exportar a ese destino. Nos destacamos justamente por esto”, explican las Zamora.

El contraste con la situación general es grande porque hace tres años que el limón está en retroceso en la Argentina por la emergencia de grandes productores en otros lugares del mundo; la falta de condiciones adecuadas para competir con aquellos mercados; la debacle económica local y la invasión rusa a Ucrania. Aunque Zamora Citrus le buscó y le encontró la vuelta, sus gerentas confiesan que no faltan esos días en los que aparecen las ganas de marcharse: “hay una crisis de valores, más que económica. Sí nos sentimos desalentados, pero lo sobrellevamos porque trabajamos en equipo y la carga se divide entre todos”. Según su experiencia, la situación difícil se remonta con pasión y confianza. “Hoy estamos pidiendo créditos para invertir, algo que no está haciendo nadie en nuestro sector. Los bancos no entienden nada: no entienden por qué queremos un empaque nuevo y por qué deseamos seguir invirtiendo en la provincia. Estos premios que ganamos son la señal de que vamos bien”, evalúan.

Las condiciones excepcionales de la venta de limón orgánico se corresponden con una política especial de transparencia. Por ejemplo, Whole Foods, la cadena de supermercados de Amazon, empujó a Zamora Citrus a obtener el certificado de Comercio Justo, que, con una serie de beneficios, procura mitigar las desigualdades sociales. Durante la campaña, que va de abril a septiembre, la firma tucumana emplea a alrededor de 3.000 trabajadores (tienen alrededor de 1.200 hectáreas cultivadas, 400 de ellas con la línea orgánica). Este año, sus exportaciones crecieron el 20% respecto de 2021.

Además de seguir aprovechando las ventajas del limón orgánico, la empresa apunta a una diversificación con la siembra de limas y de paltas. Los planes, según explican las directoras, se ajustan a las demandas que los clientes ponen de manifiesto, y que hoy perciben cada vez más alineados con el consumo consciente y responsable, donde se valora la protección de los derechos en sus múltiples dimensiones. La contadora Florencia Zamora resume la filosofía de la empresa en estos términos: “crecemos con nuestros clientes. Estamos muy enfocados en el respeto por el medio, el combate del cambio climático, el trabajo justo, la mejor calidad de vida y los ambientes laborales sanos: este es el limón que siempre hemos deseado vender”.

La receta de Zamora Citrus

Tomar riesgos en aras de producir con la mayor excelencia posible.

Diferenciarse de la competencia y buscar mercados nuevos.

Detectar las necesidades de los proveedores y clientes.

Conformar equipos que puedan repartirse “la carga argentina”.

Apostar por el liderazgo de mujeres profesionales.

El emprendimiento en la web: zamoracitrus.com.ar

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