Alberto Fernández, el presidente que nació y murió con un tuit

El mandatario utilizó estos tres años para borrar el pasado y confirmar que todos estaban confundidos sobre quién había sido él verdaderamente.

ALBERTO FERNÁNDEZ. ALBERTO FERNÁNDEZ. REUTERS

En los años 70 las telenovelas exitosas no terminaban cuando estaba previsto. Las alargaban lo más que podían para mantenerlas en cartel lo más que se pudiera. Hoy, Netflix le va a agregando temporadas, pero inexorablemente el final llega. Alberto Fernández no es ni Steven Spielberg ni Abel Santa Cruz ni puede confundirse con Alberto Migre. Hizo todo lo que pudo para sostener la ficción de su reelección hasta que la realidad se le cayó encima como un piano que se derrumba sobre su cabeza desde el último piso.

Ya no podía inventar ningún capítulo. No tenía argumentos. El kirchnerismo lo había  acorralado y la economía, maniatado. Alberto Fernández utilizó estos tres años para borrar el pasado y confirmar que todos estaban confundidos sobre quién había sido él verdaderamente. El presente duró sólo un tuit de siete minutos y 40 segundos y el futuro equivale a siete meses que van a ser una eternidad para él y para los argentinos. Al Presidente no le alcanzará ese tiempo para cambiar su deterioro.

El gobierno de Alberto comenzó con un tuit cuando Cristina lo eligió y hoy virtualmente terminó con un tuit. Ese mensaje que todos leyeron en sus celulares parecía esos sobres que dejan los suicidas con la leyenda “Sr. Juez”.

En esa carta para explicar el final dice que le entregará la banda presidencial a quien lo suceda. Además de confirmar que no irá por la reelección es un mensaje a Cristina cuyo odio hizo que escondiera las instituciones detrás de su amor propio.

Alberto también se dirige a la vicepresidenta cuando deja entender que el PJ debería participar en las Paso para definir quién será el futuro candidato oficialista. Es un manotazo de ahogado porque habiendo dado un paso al costado ya su voz no se oye.

Pese al esfuerzo de sus allegados por pulir el mensaje del video terminó envuelto en la contradicción de decir que ahora se dedicará sólo a la gestión pero segundos después advierte que trabajará por cuidar que haya un candidato de su espacio.

Esa persona por la que él trabajará, ¿puede ser Juan Manzur? Es difícil creer que esa silla vacía sea ocupada por el gobernador tucumano. Manzur no se despidió con alegría del Presidente y ahora debe negociar en otro lado porque quedó claro que el poder está en el Instituto Patria y no en la Casa Rosada ni en Olivos. Nadie va a querer la bendición de Alberto porque va a parecer una extramaunción.

En las telenovelas de los años 70 la pareja protagonistas que durante todo el año no podía juntarse terminaba unida y feliz. En la ficción de Alberto, el protagonista termina en soledad sin nuevo capítulos.

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