Cristina renunció a una posible postulación, presidencial para auxiliar al peronismo o senatorial en Buenos Aires para auxiliar a La Cámpora, pero no podrá eludir la responsabilidad de ser la “gran electora”; no la van a dejar, la necesitan para eso. Porque si ya dijo tácitamente que no la convencerán para que se postule este año -en aras de beneficiar al justicialismo por no llevar a una candidata condenada, como lo apuntó en diciembre-, la van a presionar para que participe de la designación de un candidato que represente al Frente de Todos, o como se llame la coalición oficialista en adelante. Y de todos lados la van a tironear. Tiene gran parte de las acciones en la mesa de poder interno del Gobierno. De ese juego no podrá marginarse, deberá participar por ser la principal figura del oficialismo, por más que no desee elegir a un candidato que luego vaya a perder ya que le achacarán esa culpa. Ahora, al confirmar que no será candidata a nada -ya había dicho que “no se hagan los rulos”-, tendrá que intervenir en la organización electoral del oficialismo para dar la mejor batalla posible en las primarias y en las generales.
Por lo menos para que el Frente quede entre las dos fuerzas que vayan a llegar al balotaje, ya sea con los libertarios de Milei o con los de Juntos por el Cambio. En ese marco hay un aspecto a considerar: los que la quieren como la gran electora deben saber que no podrá haber interna del Frente de Todos en las PASO, porque si ella interviene en la bendición de un candidato, este no debería tener rivales en la interna: el oficialismo tendría que ir con un solo aspirante a presidente.
¿Sergio Massa? Es el que más suena. Pero el que bendiga la vicepresidenta, sea un hombre o una mujer, para que suceda a Alberto Fernández, este no puede tener rivales internos. Debería ser así por aquella máxima interna del manual de conducción peronista de que el jefe no elige un bando, porque de esa manera baja al barro y toma partida. Y se arriesga a perder. Eso no se puede permitir Cristina, si elige a alguien, ese alguien no deberá tener competencia interna, porque sería faltarle el respeto.
En adelante se verá si -así como deja a buena parte del oficialismo sin su mejor candidata: a los camporistas, claro-, Cristina acepta ser la gran electora, o si también dará un paso al costado en esa misión; al respecto no dijo nada en su larga carta en las redes sociales.