Nacer en China. Editar genéticamente a los primeros seres humanos. Ser condenado a prisión y volver a la carga. No es el guión de la próxima película de Ridley Scott o George Lucas. Es la vida compleja y polémica de He Jiankui.

“He” (贺) significa “felicitar”. Mientras que “Jiankui” (建奎) se traduce como “construir” y “brillante”. Puede interpretarse como “el que construye algo excelente”. Sin saberlo, sus padres le dieron un nombre que reflejaría su ambición y deseo de lograr algo excepcional en la ciencia, aunque sus acciones posteriormente generaron una gran controversia y condena.

Nació en 1984 en el condado de Xinhua, una región de la ciudad-prefectura de Loudi, en la provincia de Hunan, China. Desde joven, mostró un interés notable por la ciencia, destacándose en sus estudios.

Inteligencia Artificial aplicada: ¿moda o realidad?

Con una beca, He Jiankui estudió en la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, una de las instituciones más prestigiosas del país. Su sed de conocimiento lo llevó a Estados Unidos, donde obtuvo un doctorado en la Universidad de Rice y realizó un posdoctorado en Stanford. Estos años en Estados Unidos fueron cruciales, ya que fue allí donde profundizó en el mundo de la biotecnología y comenzó a soñar con usar la ciencia para cambiar vidas.

El Regreso a China y el Proyecto Crispr

En 2017, He regresó a China con una ambición clara: aplicar Crispr/Cas9 en humanos. Se trata de una herramienta de edición genética que permite “cortar y pegar” fragmentos de ADN con una precisión sin precedentes. Imaginen que el ADN es un libro de instrucciones para la vida, y Crispr es una tijera y pegamento que permiten editar esas instrucciones para corregir errores o agregar nuevas instrucciones.

Desde su laboratorio en la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur en Shenzhen, He Jiankui comenzó a trabajar en un proyecto que cambiaría su vida y la percepción mundial sobre la edición genética. En noviembre de 2018, anunció la “creación” de los primeros bebés genéticamente modificados: las gemelas Lulu y Nana. Editó el gen CCR5 en los embriones para hacerlos resistentes al VIH. Amigo lector, este no es un relato de ciencia ficción. Lulu y Nana fueron los primeros seres humanos artificialmente editados antes de nacer.

Repercusiones del experimento

La comunidad científica condenó rápidamente este experimento. Se argumentó que He no había seguido los procedimientos éticos adecuados y que su trabajo carecía de justificación médica sólida. La edición genética en embriones humanos es un campo lleno de incertidumbres y posibles efectos adversos a largo plazo. Sin embargo, He Jiankui siguió adelante, alegando que su objetivo era noble: prevenir la transmisión del VIH.

En 2019, fue condenado a tres años de prisión por practicar la medicina ilegalmente y violar normas éticas. Durante su juicio, se reveló que su trabajo no había recibido la aprobación adecuada y que los participantes en su estudio no habían dado un consentimiento informado real. A pesar de la condena, su nombre sigue siendo mencionado en cualquier conversación sobre terapia genética, lo que demuestra el impacto duradero de su trabajo.

El potencial de Crispr y el riesgo ético

Crispr sigue siendo una herramienta con un potencial inmenso. Desde la corrección de mutaciones genéticas que causan enfermedades como la distrofia muscular de Duchenne hasta la creación de cultivos más resistentes, las aplicaciones son vastas. Institutos de investigación de todo el mundo, como el Broad Institute y el Instituto de Genética de Beijing, están liderando avances significativos en este campo.

La búsqueda de la creación de “superhumanos” plantea preguntas inquietantes sobre el futuro de la edición genética. ¿Nos dirigimos hacia una era donde las características deseadas se pueden seleccionar a voluntad? ¿Qué significa esto para la igualdad y la justicia social? En cien años, quizás menos, podríamos enfrentar una sociedad donde la desigualdad genética exacerbe las divisiones sociales existentes.

Las implicaciones éticas son profundas. La posibilidad de seleccionar características deseadas en los hijos plantea cuestiones sobre eugenesia y discriminación genética. La comunidad científica insiste en la necesidad de regulaciones estrictas y una supervisión ética robusta para garantizar que los avances científicos se utilicen de manera segura y equitativa.

El regreso

Liberado en 2022, He Jiankui ha establecido un nuevo laboratorio en Beijing, enfocándose en la distrofia muscular de Duchenne. Aunque su trabajo actual no implica la edición de embriones, su regreso al campo de la biotecnología sigue siendo polémico y observado con cautela por la comunidad científica. Como si fuese una secuela de esta saga de ciencia ficción. Su historia es un recordatorio de los increíbles poderes y peligros de la biotecnología, y la necesidad de una ética sólida que guíe nuestro avance científico.

Actualmente, He Jiankui dirige un laboratorio en Beijing, centrado en desarrollar una nueva máquina de síntesis de ADN y métodos de edición del genoma para tratar enfermedades. Su trabajo se centra principalmente en el diagnóstico temprano de enfermedades como el cáncer utilizando tecnología de secuenciación de ADN.

Amigo lector, ahora es cuando te pregunto a vos: ¿Creés que la edición genética es una evolución o una involución humana? ¿Creés que existe la posibilidad real de que aparezca una nueva forma de discriminar aún más profunda que por las razas o religión? Una discriminación entre seres humanos y seres humanos aumentados y editados genéticamente. Son temas que asustan, pero que tenemos que debatir y reglamentar.