Las exportaciones netas dieron una noticia positiva para el Gobierno: un superávit de U$S 1.575 millones en julio. Es una racha que se mantiene desde el comienzo de la gestión actual. Sin embargo, no todo es color de rosa. El éxito de los últimos meses no sería sostenible en el tiempo, dice el último reporte de GMA Capital. Algunos de los factores que complejizan la tarea son la apreciación cambiaria, la debilidad de los términos de intercambio, la salida de la recesión, la baja del impuesto PAIS y la normalización del calendario de pagos al exterior. Debido a que no hay fecha de salida del esquema de restricciones cambiarias, la posibilidad de obtener flujos financieros para complementar la cuenta corriente es reducida, considera. En ese contexto, Nery Persichini, Head of Strategy en GMA Capital, indica que el camino elegido por el Gobierno para salir del cepo es el gradualismo. En una entrevista concedida a LA GACETA, antes de disertar el jueves en el ciclo que GMA organiza con ACDE Tucumán, el economista puntualiza que el programa económico sigue dependiendo del cepo cambiario, con el riesgo que ello implica para el año electoral que se avecina.

-Siempre se dice que la política es la que termina generando ruidos en la economía. ¿Cómo puede hacer el Gobierno para sortear esos escollos y generar confianza?

-La política siempre induce ruido, pero el impacto sobre la confianza es diferente en función de cómo se encuentre la salud de la economía. En otras palabras, la vulnerabilidad macro amplifica o contiene los efectos de la política. La mejor forma de blindar la confianza de esos efectos que escapan del Excel es seguir trabajando en la corrección de desequilibrios. El mercado pondera y valora el esfuerzo fiscal y la disciplina monetaria, pero ahora exige nuevos avances. En particular, quiere saber cómo el Banco Central seguirá acumulando reservas y cuándo el cepo será desmontado para garantizar la capacidad de pago de la deuda. En cuanto a la “calle”, la gente acompaña al Gobierno según los indicadores de confianza, pero también necesita más certezas acerca de la velocidad de recuperación de la actividad.

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-Con todo lo que está ocurriendo internamente y en el mundo, ¿qué chances hay de que el Central pueda reconstituir las reservas y salir del saldo negativo en las netas?

-Es el gran interrogante. El cepo bloquea la capacidad de generar divisas, de promover inversiones y de crecer de forma sostenible. Al mismo tiempo, la normalización del calendario de pago de importaciones pondría presión durante los próximos meses. Mientras tanto, el debate sobre la competitividad sigue ganando espacio y la liquidación del agro está menguante (con el precio internacional de la soja en mínimos reales de 18 años).

Nery Persichini

-Ricardo Arriazu ha dicho que, si devaluamos, explota todo. ¿Coincide con esa afirmación?

-Difícil saberlo porque implicar pensar escenarios contrafácticos con corrección de múltiples desequilibrios. Lo que sí es cierto es que esta gestión eligió la desinflación por sobre la salida del cepo. Entendiendo que la economía argentina es bimonetaria, el Gobierno busca estabilizar dos unidades de cuenta: el peso y el dólar. Mientras que hubo grandes mejoras en el primer terreno (eliminación del déficit fiscal, cierre de la emisión monetaria y saneamiento del balance del BCRA), el segundo aspecto es más debatible. Las reservas netas son negativas en U$S 5.000 millones y no alcanzarían para sostener un tipo de cambio real muy bajo. Las reformas estructurales ayudarían a mejorar la competitividad sistémica, pero lleva tiempo.

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-¿Qué tiene que suceder para que la Argentina, de una vez por todas, salga del cepo cambiario? ¿Debe ser gradual o shock?

-El camino elegido parece ser el gradualismo. Salir del cepo va más allá del hecho de que las personas puedan comprar más de U$S 200 por mes al tipo de cambio oficial. Involucra especialmente levantar restricciones cruzadas a las empresas y al giro de dividendos que son perjudiciales para promover inversiones. Si una compañía multinacional tiene la posibilidad de ingresar a nuestro país, pero no sabe cuándo ni cómo capturar ganancias, ¿tomará el riesgo de invertir localmente?

-¿Hay indicios de que la economía rebotará o estamos condenados a la recesión?

-Vemos señales de que la actividad habría visto un piso en los últimos meses. Hay movimientos favorables en producción automotriz, construcción, agro y crédito en pesos. Pero todavía falta para que esa mejora sea percibida como algo generalizado. No se siente en la calle todavía porque no hubo una recuperación en “V”. Esperemos que el abecedario del rebote sea más bien una “U” antes que una “L”. El salario real se está fortaleciendo en parte porque la caída de la actividad se detuvo y porque la inflación desaceleró. Aunque todavía están muy lejos de los niveles de fines de 2023.

-El Gobierno ha previsto un encarrilamiento en tres fases. ¿Qué tan sólido es ese plan para pasar del déficit cero, la emisión cero a la estabilización macroeconómica?

-El plan es tan fuerte como su eslabón más débil, que es el frente externo. El programa anotó éxitos innegables por el lado fiscal y monetario, pero sigue dependiendo del cepo. El riesgo es que, en vistas de las elecciones de 2025, la política se imponga sobre la racionalidad económica y las restricciones duren más de lo esperado. Esto incrementaría la necesidad de dólares para afrontar los vencimientos de 2025. Estas dudas son percibidas por el mercado, que sigue en modo “ver para creer”. Por eso el riesgo país es de 1.500 puntos básicos, mientras que en la región es de 400 puntos básicos.

-¿En algún momento podemos aspirar al regreso de la Argentina al mercado voluntario de créditos?¿Habrá un nuevo acuerdo con el FMI?

-Con este nivel de riesgo país es imposible volver a los mercados. No hay economía que pueda endeudarse al 20% en dólares ni inversor institucional que quiera tomar ese riesgo. La única posibilidad de obtener dólares por el canal financiero es a través de REPO y/o del FMI. Al respecto, si bien es probable que veamos un nuevo programa, difícilmente desde Washington aprueben desembolsos de fondos frescos. ¿Cuál es la condición para desbloquear el financiamiento? Las pistas podríamos tomarlas de los programas de Egipto y Etiopía, países que recibieron asistencia no sin antes haber devaluado sus monedas y haber desmantelado controles de capitales.