Nuevamente el país deja de cumplir con la cuota Hilton para abastecer de carne de primera calidad los mercados de Europa y de los Estados Unidos, perdiendo seguramente mercados, ya que los compradores dejan de tener el abastecimiento necesario, de manera permanente, por el incumplimiento de los países productores. Después será difícil recuperar clientes perdidos. Sin embargo, no se deben perder las esperanzas, si las autoridades reaccionan a tiempo y buscan la manera de fomentar la producción ganadera y liberar los mercados. Nuestro país, históricamente uno de los mayores abastecedores de carne vacuna del mundo, pero en estos momentos -de los cuatro socios originales del Mercosur- es el que menos exportó.
Aún no se puede creer que la tendencia a exportar, y por ende a producir menos, se mantenga, ya que los volúmenes exportados durante enero de 2014 todavía siguen en baja, y son inferiores a los registrados durante diciembre de 2013. Este tipo de noticia ya no sorprende a los propios, ya que la tendencia, debido a la actual política agrícola ganadera, sigue su camino descendiente. Pero la noticia sí sorprende a los mercados compradores, que están acostumbrados a comprar calidad, cantidad y de manera periódica y permanente.
Actualmente, nuestro país ya se encuentra por debajo de las exportaciones, no solo de Brasil como el principal exportador del Mercosur, sino que ya estamos detrás de Uruguay y de Paraguay. Realmente increíble, pero cierto.
Desde la SRA se afirma que detrás de estos pobres resultados está la política que viene implementando el Gobierno desde 2006. A partir de esa fecha, a la tasa de retenciones del 15%, que paga la carne, se le sumaron el cierre de mercados, controles de precios, la obligación a los frigoríficos para que vendan una parte en el mercado interno a precios de quebranto y un mecanismo de obtención de permisos de exportación (los ROE), que sólo autoriza la Secretaría de Comercio Interior.
El caso paradigmático es Brasil: en los ‘90, importaba carne, y en 2012 se ubicó segundo en el ranking de exportadores, atrás de Australia.
La SRA afirma que, en el caso de la Argentina, esta disminución en las exportaciones tiene que ver con una política de gobierno intervencionista, asociada a sostener el precio de la carne en el mercado interno a un nivel accesible, con lo cual el volumen exportado quedó sujeto al volumen de oferta mensual y a la demanda interna. A esto se agrega la falta de competitividad que experimenta hoy la exportación, producto del atraso cambiario y de las exigencias que tiene que cumplir en el mercado interno para poder exportar, subrayó el Instituto de Estudios Económicos de la SRA.
Pérdida de cabezas
La Argentina fue el país de la región que más hacienda perdió. Los 57 millones de cabezas de 2007, cayeron a 48 millones (2010) y ahora se ubican en 51,7 millones. Brasil incrementó su rodeo, entre 2005 y 2012, de 173,8 a 187 millones de cabezas. Todos estos números muestran que la ganadería en el país está siendo un negocio poco rentable, pero esto no debe ser el motivo principal para dejar de hacer ganadería.
La carne vacuna es una tradición en el país, y en cuanto las cosas tengan solo un cambio que genere una leve mejoría, la ganadería nuevamente tendrá impulso. Argentina y también nuestro NOA tienen ventajas comparativas, respeto a los países que están al otro lado de nuestras fronteras, por lo que un pequeño cambio de rumbo hará que nuestros productores -que conocen muy bien lo que hacen-, pongan a la ganadería nuevamente en el lugar que nunca debimos perder. Nuestro territorio nacional posee excelentes zonas para producir ganado vacuno, zonas que nunca debieron ser desplazadas por la agricultura, solo por una cuestión de sustentabilidad ambiental y que actualmente la naturaleza nos está demostrando.
La sequía que sufren muchas zonas de nuestro país, y del NOA, fue un partícipe importante. Nos demuestra que la ganadería nunca debió dejarse de lado, pero las políticas desacertadas, los precios en suba de la soja en los últimos años y el avance de la tecnología de siembra y cultivo, hizo que la agricultura desplace a la ganadería.
Solo falta que el Estado nacional impulse la producción ganadera con incentivos reales que beneficien al productor, y lo lancen nuevamente al ruedo ganadero. Nuestra producción de granos en el NOA sufre los embates del costo del flete; una manera de transformarlo es produciendo carne. Debemos siempre tener en cuenta lo que nos dice la naturaleza, pero también debemos tener políticas agropecuarias que incentiven a producir carne.