“Murió en prisión por cultivar marihuana...”, dice la canción que se escucha de fondo. El sonido retumba entre las pequeñas paredes de cemento de la gruta que construyeron los amigos de Jesús Miguel “El Flaco” Villalba en el mismo lugar donde lo asesinaron de un tiro en la frente.
Tucumán estaba sumida en el caos el día que ese proyectil le destrozó la cabeza a “El Flaco”, que tenía 20 años, atrás del supermercado “Chango Más” de Banda del Río Salí. Eran los días 9, 10 y 11 de diciembre de 2013 y, mientras se producía el autoacuartelamiento de la Policía, las imágenes de saqueos se repetían en cada rincón de la provincia. Uno de los saldos de esa oleada de violencia fue él, el chico sonriente de la foto que puede observarse detrás de las dos puertas -mínimas- de rejas que protegen a la gruta.
Además de fotos de “El Flaco”, dentro de la gruta hay algunas estampitas de la Virgen María y de San Expedito, y dos humildes ramos de flores plásticas. Tres jóvenes acaban de sumarle un teléfono celular “para que escuche un poco de música”, como ellos mismos explican. También encendieron cuatro velas y -lo que más llama la atención- un cigarrillo de marihuana.
José, Héctor y Víctor son primos y amigos de “El Flaco”. Tienen entre 17 y 19 años y un compromiso con el compañero que se fue: visitarlo en la gruta todos los días. La mañana está gris y sopla un viento frío. Todo indica que va a llover en cualquier momento, pero ellos asistieron igual. Están parados frente a esa gruta de cemento, conversan, la miran y hasta hacen bromas.
“Estamos compartiendo un poco de música y fumando un ‘porro’ como a él le gustaba”, afirma Víctor mientras otro de los jóvenes saca un encendedor del bolsillo. Es para mantener prendido ese cigarrillo artesanal que nadie fuma porque es para “El Flaco”. Lo introducen entre las rejas y el candado que las mantiene cerradas. Durante varios minutos, ese cigarrillo inundará la gruta con su olor a marihuana.
“Nadie lo podía ayudar”
Los jóvenes quieren dejar claro que “El Flaco” no era un delincuente y relatan que esa noche había entrado al “Chango Más” para sacar a su hermano, quien sí se había sumado a los saqueadores. José cuenta que la Policía comenzó a reprimir y que la gente corría con desesperación para todos lados. “La gente quería salvarse la vida porque los ‘ratis’ tiraban a pegar. Nadie lo podía ayudar porque ellos también tenían miedo”, recuerda.
“El Flaco” estuvo varios minutos tirado en el cordón de la vereda, mientras la multitud corría aterrorizada y pasaba por su lado -tal vez- sin verlo. Y él estaba ahí, exactamente donde hoy está la gruta, con un tiro en la frente. “Esos giles dejaron a una chiquita sin padre. Un asesino, por más que sea policía, tiene que estar en la cárcel”, reclama José.
La rivalidad con la Policía está explícita. “Si te ven en la calle, te paran porque te ven mal vestido o porque piensan que tenemos drogas, y si tenemos drogas es porque somos consumidores, no porque somos transas ¿Usted piensa que ellos les caen a los transas? No. Ellos saben quiénes son, donde están, pero buscan a los que pueden buscar”, reniegan.
Los cinco minutos de video que resumen la entrevista dicen mucho más. Sus manos, sus ojos tristes y desorientados, su naturalidad al hablar, todo habla de ellos y de esa realidad que les tocó vivir.
“Cuatro patrulleros llegaron al lugar, armados para la guerra y con orden judicial, derribaron la puerta, destruyeron el lugar...”, se escucha en la canción que sigue sonando. La música viene del teléfono celular que colocaron dentro de la gruta. Es la que a “El Flaco” le gustaba escuchar. El humo de la marihuana es el que a “El Flaco” le gustaba fumar. Por eso sus amigos se lo acercan todos los días. Ese es su ritual.
Dónde pedir ayuda
Emergencias.- Los saqueos dejaron un elevado número de heridos que se concentraron -principalmente- en la guardia del Centro de Salud. En la noche del lunes 9 de diciembre, en la sala de guardias se habían registrado al menos 30 heridos. Todos tenían heridas con armas de fuego, pero de distinta gravedad.
Cuatro horas.- El ingreso de los pacientes, que supuestamente habrían participado de los saqueos que se realizaron en distintas zonas de la capital y de sus alrededores, comenzó el lunes, a las 20, y durante unas cuatro horas fue incesante.
Distintas zonas.- La mayoría de los internados provenía, según informaron, de los barrios Juan XXIII (conocido como La Bombilla), El Colmenar, La Milagrosa, Costanera Norte y del municipio de Las Talitas.
Agonía.- El joven Jesús Miguel Villalba, de 20 años, fue uno de los pacientes que ingresó al Centro de Salud. Pero debido a la gravedad de la herida se lo derivó al Hospital Padilla, donde murió después. Cristina del Carmen Albornoz, madre de Villalba, contó que su hijo fue herido en el supermercado “Chango Más”, en avenida San Martín y Guatemala, en Banda del Río Salí.
La Rioja 523.- La secretaría de Prevención y Asistencia de las Adicciones de la Provincia cuenta con una Dirección de Asistencia, a la que pueden acudir familiares de personas que se encuentran con problemas de adicciones. La oficina funciona en La Rioja 523, donde se realiza en diagnóstico de cada paciente y su estructura familiar, y se define cuál es el tratamiento adecuado.
Buzones.- A partir de agosto se instalarán buzones en distintas reparticiones públicas de la provincia, en los que además de denunciar a personas que vendan droga, se podrá solicitar asistencia para personas adictas. Entre otros lugares, los buzones estarán en las sedes de las municipalidades y comunas, y en los Juzgados de Paz.
Hospital Avellaneda.- El Servicio de Prevención y Asistencia de las Adiciones del Hospital “Nicolás Avellaneda” recibe las consultas y realiza tratamientos ambulatorios de personas con problemas de adicción a las drogas. El servicio funciona en Catamarca al 2000.
En la UNT.- La Universidad Nacional de Tucumán cuenta con el Programa Universitario para el Estudio de las Adicciones. Funciona en Jujuy 463.