“La juventud está vista como algo peligroso”

Me llamó la atención la percepción que tienen estos jóvenes sobre sí mismos y la criminalización que se hace sobre ellos por cómo están vestidos, por cómo van por la calle, y se los hace sentir víctimas de esta sociedad. Ellos mismos lo dicen: “somos consumidores, no somos transas”. No porque se consuma se es adicto, “transa” o delincuente.

Alain Touraine (sociólogo francés) distinguía a la juventud rosada de la juventud negra y cuando hablaba de la juventud negra se refería a la juventud estigmatizada. Esa misma estigmatización hace que los jóvenes se vuelquen hacia comunidades donde no sean mal vistos, ni rechazados, ni criminalizados.

Hay un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de 2012 que dice que 114 millones de personas en el mundo consumen marihuana, pero que solamente un 10 % es dependiente de esa droga. Entonces cuando hablamos de consumidores tenemos que ser conscientes de que no es lo mismo ser consumidor que abusar de las drogas. Creo que al no tener clara esa barrera ni la Policía ni el Estado ni las organizaciones políticas, más fácil es la criminalización, la injusticia y la exclusión social. Y en este caso puntual, estos chicos parecen consumidores que están articulados al mundo del trabajo y de la familia. La droga es algo que los identifica pero no los hace adictos.

La juventud misma es diversa y múltiple, no podemos homogeneizarlos, mucho depende de su posición socioeconómica y de sus creencias culturales. Cuando homogeneizamos a toda la población, estamos reproduciendo un discurso ideológico bastante peligroso, por eso hay que tener cuidado. No es lo mismo ver a un joven que trabaja en un ingenio desde los 12 años que aquel que está en la escuela, que tiene una cama, una casa y una familia. Hay que diferenciar esas distinciones culturales para poder analizar el problema. Por eso no hay políticas públicas buenas y eficaces, porque se homogeneiza, se criminaliza. La juventud misma está vista como algo peligroso.