La Encuesta Nacional sobre Consumos y Prácticas de Cuidado 2022, que difundió recientemente el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), puso en cifras que el alcohol sigue siendo la sustancia más consumida -antes de los 24 años el 81% de los argentinos ya lo probó- y que se ha duplicado el consumo de marihuana, del 7,8% del registro de 2017 al 13,8% del año pasado. “El consumo de alcohol se minimiza; parecería que no entra en lo que sería una problemática sanitaria”, dijo el psicólogo que coordina la red provincial de prevención de adicciones.
El relevamiento se hizo entre julio y octubre del año pasado y abarcó a personas de entre 16 y 75 años de 31 aglomerados urbanos, entre los que figura el Gran Tucumán-Tafí Viejo. El operativo estadístico fue desarrollado junto a la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (Sedronar). Uno de los datos importantes es que en las casas y acompañados principalmente de sus amigos o pares donde más consumen sustancias psicoactivas los jóvenes. También, que en los hogares con clima educativo alto se registró el mayor porcentaje de la prevalencia mensual (10,6%) del consumo de marihuana. La edad promedio de las personas que la usan es de 19 años; y el comportamiento de uso está asociado directamente con el placer y la curiosidad (71,9%), el relax (46%), la desinhibición social (12,1%). El aumento en el uso de marihuana es lo más preocupante, aseguran los expertos después de haber leído el informe.
En nuestra provincia hubo un notable aumento de consumo de drogas en la pospandemia. Según el director de Salud Mental, las consultas principalmente son por policonsumo: alcoholismo asociado a distintas sustancias, como cocaína, marihuana y tranquilizantes. El encargado de la red de prevención de adicciones advirtió que el aumento del uso de alcohol y de marihuana “tiene que ver con una mayor aceptación social. La gente fue naturalizando el uso de estas dos sustancias, sobre todo el alcohol, que es de venta legal y libre. En cuando a la marihuana, hoy mucha gente se inicia en el consumo pensando que no hace daño e incluso se ha instalado el discurso de que es más sana que fumar tabaco y que no causa adicción. Sin embargo, hay muchas personas que hoy no pueden sostener una abstinencia de esta droga”, reflexionó.
Al respecto, también es de detallar que en general los adultos consumen alcohol sin cuestionamiento y no ponen límites. El funcionario de la red advierte que al mismo ntiempo que los adolescentes “tienen muy vinculado el consumo con ideas y representaciones; por ejemplo, creen que si no toman no la pasan bien, o confían en la bebida como facilitadora para desinhibirse”, los padres no saben poner límites y prefieren que los beberajes se den en los mismos domicilios para mantener “más controlados a sus hijos o porque sienten que corren menos peligros que en la calle”. Además, “en los adultos el consumo de alcohol está muy presente. Es difícil criar a los hijos sin el ejemplo, solo con la palabra. Los chicos observan mucho a sus padres, y también los escuchan cuando cuentan anécdotas y se ríen al hablar del alcohol”. Al respecto, una psicóloga de la asociacón Ariadna advertía en febrero que poner límites requiere una conducta sostenida. “Ese es un trabajo que los papás debemos hacer desde que (los hijos) son pequeños. Hay que ir incorporando estas pautas de responsabilidad a lo largo de la crianza y poniéndoles límites para que ellos al momento de tener que cuidarse por sí mismos ya los tengan incorporados”. Esa reflexión necesaria urge en las estrategias sociales frente a las adicciones. No se puede convencer a los jóvenes de hacer cosas que el adulto no hace, sino practicar lo que se predica.