Carlos Duguech - Analista internacional
Se dice, frecuentemente -casi como si se estuviese cumpliendo de modo inexorable una ley de la naturaleza- que en tiempos de guerra hay toda clase de información: falsas, orientadas a un sector o incompletas. Y, muy endebles, resultado de una objetiva mirada o interpretación. En este caso desmesurado de violencias terroristas y guerreras elegí, entre otros, un medio de prensa Israelí: Haaretz, (fundado en 1919) que, atento a lo que se supone en general de los medios de prensa en tiempos de guerra, intenta diferenciarse y para ello inserta en sus intervenciones en internet un aviso inusual: “Noticias en las que puede confiar sobre Israel, Gaza y Oriente Medio”.
En la edición de ayer tituló “Después de la furia, Netanyahu borra y se disculpa por la publicación culpando a los jefes de seguridad por el ataque de Hamas”.
Anteriormente el primer ministro Benjamín Netanyahu había dicho: “Después de la guerra, todo el mundo tendrá que responder a preguntas difíciles... En este momento, mi tarea es salvar al país”.
Sí y no de Netanyahu
Haaretz consignó: “En una publicación durante la noche del sábado, Netanyahu había afirmado que nunca había recibido ninguna advertencia sobre las intenciones de Hamas de iniciar una guerra contra Israel y culpó al establecimiento de defensa, citando a Aharon Haliva y Ronen Bar, los jefes de Inteligencia Militar y el servicio de seguridad Shin Bet, por el fracaso de Israel para anticipar el ataque del 7 de octubre”.
Ante las innumerables críticas que generaron sus afirmaciones en ese tuit lo eliminó de las redes sociales. Entonces, en un nuevo tuit de ayer decía que se disculpaba por sus afirmaciones y que respaldaba plenamente a los jefes del establishment de seguridad de Israel. Una respuesta apresurada al aluvión de críticas,
Haaretz continuó diciendo que “todos los funcionarios de defensa, incluidos los jefes el Shin Bet, creyeron que Hamas fue disuadido y buscaron acomodo. Esta fue la evaluación que se presentó una y otra vez al primer ministro y al gabinete por parte de todos los funcionarios de defensa y la comunidad de inteligencia hasta el estallido de la guerra”.
Benny Gantz, ministro y miembro del gabinete de guerra, dijo en respuesta el domingo que el primer ministro “debe retractarse de sus comentarios de anoche (el sábado último) y dejar de tratar este tema”.
Además, y fortaleciendo su postura (como líder del partido Azul y Blanco, de la oposición) fue con toda su energía afirmando: “El liderazgo requiere mostrar responsabilidad. Cualquier otro tipo de palabra o acción daña la resiliencia y la fuerza de la nación”.
Y para completar, en un mensaje a los que integran el establishment de defensa afirmó: “Todos estamos con ustedes y detrás de todo. Toda la sociedad israelí está cargando con la carga. No mires hacia arriba ni mires hacia atrás, continúa con tu misión”.
El propio Netanyahu, que viene programando y ensayando laberintos jurídicos y políticos intentando zafar de procesos que probablemente lo llevarán a condenas por corrupción desde hace años, advierte que los sucesos terroristas de Hamas en Israel del 7 de octubre son una “Segunda guerra de la independencia “ de su país.
Una fuente de Haaretz se manifestó en el sentido de que claramente “Netanyahu está en campaña” y sosteniendo que “Ha estado reuniendo materiales contra el ejército y explicando, en los antecedentes, por qué no es culpable y cómo la inteligencia no le llegó”.
Pero hay una opinión más tajante sobre el ultraderechista Netanyahu, que expresa Gantz: “está claro lo que Netanyahu está tramando. Me han hablado de una carta militar en la que se le menciona a oficiales de las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI). Es vergonzoso”.
Bombardeo ¿inteligente?
Nadie duda de la extraordinaria capacidad de fuego de las FDI. Ni siquiera la IA (Inteligencia artificial) podría ir en auxilio de los militares que diseñan y ejecutan los bombardeos sobre edificios en Gaza, asegurar que ningún niño, ninguna ama de casa, ningún palestino gazatí (no terrorista y ni integrante de Hamas) podrá ser afectado.
La IA no le podrá asegurar que los bombardeos en tan compacta edificaciones de Gaza no deje miles de muertos y heridos entre personas inocentes.
Rehenes
A los más de doscientos rehenes por Hamas ni la IA podrá protegerlos indicándolos fuera de las zonas a las que apunten las armas israelíes.
Ni la boca de los cañones del ejército Israelí ni las miras de los aviones que sobrevuelan los cielos de Gaza podrán ser orientados por la IA para no matar rehenes ni población civil inocente en Gaza.
Se impone una negociación de intercambio de los rehenes por encarcelados palestinos en Israel. Con asistencias y garantía de ONU, que tal vez pueda así lavar parte de su responsabilidad en la relación Israel-Palestina, fruto de su Resolución de Partición desde hace 76 años. Del terrorismo de Hamas no debe generarse un “terrorismo” de Israel, que más allá de su legítimo derecho a la defensa irrumpa en Gaza a sangre y fuego matando inocentes como resultas de fuego indiscriminado.
Dos cementerios
El mar Mediterráneo, mitad europeo y mitad africano, es una fosa común abierta para ocho personas por día que intentan cruzar las aguas, en 2023. Lo hacen desde playas africanas rumbo a la Europa de la salvación. Hacia el continente de británicos, españoles, portugueses, franceses, alemanes y belgas, colonizadores en África, antaño.
Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en un detallado informe dio cifras que dan cuenta de esa tragedia migratoria. En lo que lleva transcurrido el año 2023 algo más de 2.500 personas murieron o se cuentan como desaparecidos en su desesperado intento por cruzar el Mar Mediterráneo.
Lo hacían para alcanzar suelo europeo e intentar hallar condiciones de vida distintas de las que llevaban padeciendo en sus lugares de origen. La mayor parte de los migrantes son jóvenes de Gambia que recorren por medios diversos más de 3,000 kilómetros, hasta Libia, desde cuyas riberas -en embarcaciones harto precarias- intentan la travesía marítima con más riesgos que posibilidades exitosas en la aventura que se evidencia en la consigna “Europa o muerte”. Cuando en una “embarcación” sin quilla ni timón, sólo remos y un timonel que no es timonel se amontonan tantos “pasajeros” como caben apretadas en todo el espacio “libre”, lo del naufragio es un destino casi ineludible. En el Consejo de Seguridad de la ONU, al tratar la crisis migratoria en el mar Mediterráneo la directora de Acnur en Nueva York, Ruven Menikdiwela, expresó que también se pierden vidas en tierra, lejos de la mirada pública. Esta problemática migratoria, una de las más complejas del mundo enciende las alertas en tanto se superan por un 50% las cifras del año anterior.
No es natural que se consienta que un organismo como la ONU -y a través de su agencia específica Acnur- se involucre más en los efectos que en las causas. Se sabe desde dónde parten las barcazas improvisadas en suelo africano, costero del Mediterráneo. Allí, y no en alta mar ni en las costas europeas, debería centrarse el plan protector, preventivo. Seguramente el costo de atención de los gravísimos resultados de esos intentos migratorios se muestren en cifras que serían menores y más beneficiosas, de seguro, si fuesen aplicadas a la prevención.
El otro cementerio es Ucrania. Durante 2022, conforme surge de un análisis de la ONU que lo expresó como denuncia, Rusia provocó la muerte de seis civiles rusos por día. Una afirmación lanzada por la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos del organismo internacional.
Por otra parte da cuenta de que los muertos no militares desde el inicio de la invasión armada de Rusia el 24 de febrero de 2022 alcanzan los 10.000. El informe señala: “Más de 20 meses después de la invasión rusa, los civiles ucranianos siguen pagando un precio terrible con muertos y decenas de miles de heridos”. A la vez, señala los reiterados ataques con misiles sobre zonas notoriamente residenciales y los bombardeos rusos contra las industrias agrícolas ucranianas.
Además, la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos analiza cómo serán en definitiva los efectos de la guerra en la población ucraniana, además de las consecuencias económicas que deberá afrontar Ucrania en el futuro, cuando concluyan las acciones guerreras.