Cambios en la Policía de Tucumán: nadie resiste un archivo

Jaldo puso en funcionamiento a los nuevos jefes del fuerza. Un pedido que se repite.

Cambios en la Policía de Tucumán: nadie resiste un archivo

Una búsqueda simple de palabras clave en Google y las respuestas están a la mano. La seguridad forma parte de un círculo vicioso del que los tucumanos no podemos salir. Giramos siempre en torno de lo mismo y mientras los que están encargados de prevenir el delito dan vueltas, muchas veces sin sentido, los delincuentes avanzan en línea recta y sacan cuerpos de ventaja con todo lo que ello implica. Y todo queda registrado. Se dice que nadie resiste un archivo, y que somos presos de nuestras propias palabras. Sobran ejemplos…

Ayer el flamante gobernador Osvaldo Jaldo puso en funciones a la nueva cúpula policial. Del equipo que se encargaba de planificar la seguridad de los tucumanos sólo quedó el ministro Eugenio Agüero Gamboa, a quien el primer mandatario le renovó la confianza, más teniendo en cuenta que fue él quien lo eligió mientras estaba al frente del Poder Ejecutivo cuando Juan Manzur asumía como Jefe de Gabinete. Del resto, todo cambió. Héctor Gustavo Vizcarra es el nuevo secretario de Seguridad, en reemplazo de Luis Ibáñez. En lugar de Carlos Driollet, como secretario de Lucha contra el Narcotráfico asumió Jorge Dib. Y en lugar de Julio Fernández y de Sergio Sobrecasas asumieron Joaquín Girvau Olleta; y Roque Íñigo al frente de la fuerza. ¿Qué les pidió Jaldo ayer? Que estén más en la calle y que acompañen a los agentes en su trabajo. “La Policía de Tucumán tiene el deber y la obligación de cumplir con cuidar la vida y los bienes de cada uno de los que viven en esta querida provincia”, les remarcó. Hace tan sólo cuatro meses Jaldo les había pedido a los entonces jefes que redoblen los esfuerzos para llevar seguridad. Lo hizo en momentos en que era gobernador interino. Más ejemplos: ¿qué había dicho Jaldo en noviembre de 2022, luego de una reunión con policías? “En materia de seguridad vamos a avanzar hasta el fondo, con operativos en toda la provincia, en todas las rutas nacionales y provinciales, y para esto nos acompaña la Policía Federal y Gendarmería, porque los tucumanos nos piden más seguridad en la provincia, y es obligación nuestra, primero, escuchar y luego darles soluciones que nos están pidiendo”. “No hay duda que a los delincuentes los encontraremos uno por uno y los pondremos a disposición de la justicia, y van a terminar donde deben terminar, en Villa Urquiza, presos”, aseguró en ese momento. ¿Y unos meses antes, en abril del año pasado? Recordó que el Gobierno dotó a la Policía Rural de ocho camionetas y equipamiento, y que actualmente cuenta con 180 oficiales, suboficiales y agentes. “Tenemos que darle seguridad y cobertura a quienes producen en la provincia, a aquellos que viven en el interior profundo. Vimos con agrado que esta patrulla tuvo un protagonismo muy importante el fin de semana”, dijo. Las frases, con matices, se repiten. ¿Más coincidencias? Cuando en noviembre de 2022 se decidió que Fernández y Sobrecasas se iban a hacer cargo de la Policía, Jaldo remarcó que habían analizado los antecedentes de los dos. “Ambos tienen fojas de servicio impecables. Tenemos que empezar a ganar esta pelea y los que tenemos responsabilidad de gestión debemos hacer el mayor esfuerzo para alcanzar resultados. Somos conscientes de que la ciudadanía demanda más seguridad”. ¿Qué dijo ayer al hablar de Girvau Olleta y de Íñigo? “Son dos personas intachables, con fojas de servicio que hemos tenido la posibilidad de observar página por página”. Con los anteriores habían hecho lo mismo y no llegaron al año en sus puestos. Círculo vicioso. Jaldo suele usar el inflador anímico, pero si no hay respuestas como hasta ahora, ¿qué otra estrategia tiene a mano? Luego de tomarse unos días para pensar en su gabinete, Jaldo debió tomar decisiones con respecto al área de seguridad. ¿Qué análisis hizo el primer mandatario de la situación? “La Policía de Tucumán tiene el deber y la obligación de cumplir con cuidar la vida y los bienes de cada uno de los que viven en esta querida provincia”, resaltó. Las palabras se repiten una y otra vez. Y siguiendo la línea de lo que ya había aseverado Jaldo, Girvau Olleta advirtió: “Nuestro mensaje está dirigido al delincuente. Que sepa que lo vamos a ir a buscar siempre en un marco legal. No vamos a permitir que nos ganen la calle, van a estar presos”. Y amplió la amenaza: “Queremos que la sociedad sepa que la Fuerza actuará con firmeza, no nos va a temblar el pulso a la hora de hacer prevención, ingresaremos al interior de los barrios, villas y meter presos a los delincuentes. Conozco la realidad porque vengo de unidades operativas y recorridos”.

Las palabras son eso, sólo palabras. Pero, y el peronismo más que nadie lo sabe, lo que aquí vale son los hechos. Jaldo se muestra desde hace más de un año, cuando debió reemplazar a Manzur, como un hombre comprometido con la seguridad. Encabeza periódicamente reuniones con los responsables del área, algo que su antecesor nunca hizo, y fue el impulsor de la ley de Narcomenudeo con la que se pretende sacar de circulación a los narcos de los barrios. Parece empeñado en revertir la imagen actual de los dirigentes. Pero en el caso de la seguridad, el problema más que de logística parece ser de planificación. Los perfiles de Fernández y de Girvau Olleta son diametralmente distintos. El primero estuvo vinculado la mayor parte de su carrera con la investigación de desaparición de personas. De hecho llegó a la jefatura de la fuerza por recomendación de Susana Trimarco, con quien trabajó codo a codo. Y el flamante jefe está especializado en la prevención, con tareas en áreas eminentemente operativas. Comprar armas, chalecos, vehículos, cámaras, alarmas, computadoras como se anuncia (y se concreta en algunos casos) desde hace años ayuda, pero evidentemente no son suficientes. Debe haber una verdadera política de Estado en materia de seguridad y cambiar a los jefes cada año no parece ser la mejor solución. O al menos no la que esté dando resultados. Desde hace décadas Tucumán pierde la batalla contra el delito. Vamos por detrás de los delincuentes cuando la palabra clave es prevención. Anticiparse. El futuro de los tucumanos está atado al de Jaldo. Si al flamante mandatario le va bien con su gestión, la vida será más fácil para todos. Pero más allá de una cuestión meramente ligada a la Policía, la seguridad se construye (es la base en realidad), con mayor educación, inclusión social, actividad deportiva y salud de calidad. En todo esto también estamos fallando ya que la desigualdad alimenta y hace crecer al delito.

Hace 10 años, en 2013, el que gobernaba la provincia era José Alperovich. Estamos hablando de hace una década. ¿Qué declaraba entonces “el mejor gobernador de la historia”, al decir del propio Jaldo? “La verdad que estoy muy preocupado con la seguridad en Tucumán. Sé que nos falta mucho en seguridad, pero tenemos que seguir trabajando fuerte con más policías en la calle, con más fuerza para tratar de combatir esto que golpea en todos los sectores de la sociedad y que nos está demandando tanto la gente humilde, de las clases medias y altas”, admitió. Son discursos calcados. Será entonces momento de modificar las palabras. Es imposible cambiar la historia haciendo lo mismo de siempre.

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