El basural en que se ha transformado la planta de tratamiento de residuos en El Mollar está nuevamente en la mesa de debate, puesto que a 11 meses de los reclamos vecinales por la contaminación ambiental, sanitaria y visual de ese espacio las cosas no han cambiado. En los próximos días, el Gobierno destinará máquinas retroexcavadoras para realizar la limpieza del sitio y la disposición de esos desechos en un área que no implique mayores trastornos para los habitantes de la zona, según acordó el ministro del Interior con los comisionados rurales y el intendente de la zona. Al mismo tiempo, las autoridades informan que siguen en la búsqueda de un predio adecuado para trasladar la planta.
En las últimas vacaciones de verano se discutió mucho sobre el problema de la planta, que se encuentra saturada de residuos –recibe la basura de El Mollar y de Tafí, cuya cantidad se quintuplica en época de vacaciones- y ha quedado en un lugar que se ha urbanizado en los últimos años. La decisión del traslado surgió luego de una fuerte protesta vecinal por los olores y la contaminación ambiental que genera el establecimiento. Entonces, en una reunión multisectorial realizada en Casa de Gobierno, se informó sobre un plan de contingencia para el manejo eficiente de los residuos sólidos urbanos. “El basural se va sí o sí… En el menor tiempo posible… Y si esto no se entiende alguien deberá dar un paso al costado”, había advertido el gobernador de la Provincia.
Pero la tarea se demoró. Con el fin de la temporada de verano, el problema tuvo menor visibilización y pese a que en teoría iba a haber maquinaria permanente y un programa para el manejo de los residuos, no hubo prácticamente cambios. Entonces se había anunciado que había siete terrenos probables para instalar la planta, y uno de ellos prácticamente definido. “Está totalmente lejos de la villa, un lugar donde no hay población. Pero hay que elevar la energía eléctrica, consolidar un camino, es un proceso”, informó un funcionario. A ello había que agregar los estudios ambientales. Al parecer, no se avanzó demasiado en las tratativas. “La definición del problema está en la Secretaría de Medio Ambiente y la comuna no recibió hasta ahora, de esa dependencia, una resolución vinculada al sitio en que se instalaría el nuevo vaciadero. Nosotros hicimos una propuesta, pero no prosperó”, dijo en septiembre a LA GACETA la encargada del mantenimiento de la planta.
Cuando se inició el plan de contingencia se vio que había un amplio abanico de trabas que se deben resolver, que fue precisamente expuesto por los responsables del tratamiento de residuos en El Mollar, cuando dijeron que iban a pasar unos cinco años hasta el traslado, porque faltaba la elección del sitio y luego debería llegar el trámite de expropiación. Eso motivó las palabras de advertencia del gobernador de que el basural debía irse, “sí o sí”, y hoy se vuelve a debatir el problema, cuando estamos otra vez a las puertas de una nueva temporada de vacaciones, con lo que el conflicto ambiental recrudecerá.
Corresponde, entonces, que se analice en profundidad lo que ha ocurrido para llegar a esta crisis de colmatación. Así como hace dos décadas se decidió montar esta planta en la entrada al Valle (fue donada por Minera Alumbrera) sin considerar que la zona se iba a llenar de viviendas y que el establecimiento vería pronto sobrepasada su capacidad, ahora se debería tener en cuenta los desafíos que pueden llegar en el futuro al lugar donde vaya a ser instalada, así como contemplar la necesidad de que ya no se puede hacer disposición de residuos al aire libre, sino que es preciso contemplar un sistema de separación de materiales reciclables y también resolver qué hacer con la planta que la Municipalidad de Tafí del Valle tiene montada desde hace años, sin habilitar.