Canciones que hicieron historia: un sótano, una guitarra y el amor por una hija que se va, así escribió Patricia Sosa "Aprender a volar"

Una pregunta de su hija y la angustia de “perderla” impulsaron a Patricia Sosa a escribir su mayor éxito. En diálogo con LA GACETA, narra aquella experiencia. Alcances de “una que nos sabemos todos”.

ASÍ. Marta es hija de la unión de Patricia con Oscar Mediavilla. Nació en 1988. ASÍ. Marta es hija de la unión de Patricia con Oscar Mediavilla. Nació en 1988.

El presidente Carlos Saúl Menem reforma la Constitución Nacional; a Diego Armando Maradona “le cortan” las piernas en el Mundial de Estados Unidos; y los vecinos de Bariloche se sorprenden al enterarse que un respetado vecino en realidad es el jerarca nazi Reinhard Kops. Un atentado a la AMIA, el fin del servicio militar obligatorio, y Mirtha Legrand llora por primera vez en tevé, por la muerte de su esposo. 1994 no es un año cualquiera para la Argentina. Y mientras las noticias inundan la televisión, en la radio un canto de esperanza se asoma.

No es “Hero” de Mariah Carey, ni “Mariposa Tecknicolor” de Fito Páez. La voz que suena es la de Patricia Sosa. Interpreta una letra simple, pero llenísima de significado. Es “Aprender a volar”, canción que brotó de lo más profundo del alma de su autora, la que -en aquel tiempo- era una incipiente baladista. No fue el primer single de su disco “Suave y profundo” (que vio la luz ese año). Fue el quinto. “La compañía lo vio como un tema de relleno”, confiesa ahora a LA GACETA. Pero la canción salió al mercado y se esparció como reguero de pólvora. El resto es historia.

Suena en las escuelas, en cumpleaños, en la televisión y aún suena en las radios. Está en encuentros y en despedidas. Suena. ¡Y cómo! Hace un año su intérprete la hizo sonar frente a las pirámides de Egipto. ¿Cómo es posible crear algo que trascienda generaciones y fronteras?

Preludio

“¿Hola?”, dice desde el otro lado del teléfono. Cálida y amable, Patricia atiende a LA GACETA para viajar con la mente unas décadas al pasado y para recordar la inspiración de su más grande éxito. La canción salió en su tercer disco de estudio como solista. Previamente había cosechado éxitos como “Era un corazón herido” y “Endúlzame los oídos”. Pero aquí, por primera vez, un público aún más masivo conocía su nueva forma de contar y cantar.

“Por eso me fui de “La Torre”, resume. Años atrás, Patricia se había convertido en la primera mujer argentina en liderar una banda de rock; y con su música llegó hasta la Unión Soviética. De hecho, allí, en una habitación de hotel, citó a sus compañeros, los invitó a brindar con vodka, exclamó “Nasdrovia” y les dijo adiós.

EN ACCIÓN. La Torre fue de los primeros grupos De rock extranjeros en tocar detrás de la EN ACCIÓN. La Torre fue de los primeros grupos De rock extranjeros en tocar detrás de la

“Había tocado un techo compositivo en la banda. Cuando te pasa eso y estás siempre en el mismo lugar, es aburrido. Empecé a componer para otro lado, temas que La Torre no podía respaldar [...] tenía una necesidad interpretativa y creadora diferente. Además, como cantante, mi instrumento, mi voz, había crecido mucho; venía estudiando y había conseguido unos graves increíbles; mi voz se había puesto muy potente. Interpretaba otras canciones y las disfrutaba mucho. Por eso decidí irme, para hacer un camino absolutamente incierto, pero necesario para mi alma”, relata. Esa salida, llena de miedos, le dio el impulso necesario para convertirse en una de las mayores exponentes de la música romántica argentina.

Y aunque sus “ex” fanáticos rockeros le escribían “traidora” en la puerta de su casa y le rompían los discos (“¡Con lo que salen los vinilos ahora!”, se lamenta”), ella no se amilanó.

“SÓLO QUIERO…”. Sosa en su pico de éxito con La Torre (1984), luego de haber publicado “Sólo quiero rock and roll”. “SÓLO QUIERO…”. Sosa en su pico de éxito con La Torre (1984), luego de haber publicado “Sólo quiero rock and roll”.

Duro es el camino

“Suave y profundo” salió al mercado el 16 de febrero. Con canciones como “Todo empieza otra vez” y “Salva lo que queda” el disco se convierte en furor; tanto, que luego gana el premio ACE como mejor álbum femenino en el rubro balada-pop. Es probable que parte del suceso haya sido gracias a “Aprender a volar”, la canción más personal del trabajo.

PRIMER PLANO. Esta es la tapa del CD “Suave y profundo” (1994) PRIMER PLANO. Esta es la tapa del CD “Suave y profundo” (1994)

“Era domingo. No me olvido más. Mi hija (Marta, de su matrimonio con el productor Oscar Mediavilla) tenía cinco años y empezaba la escuela primaria al otro día. Durante esa semana, sus abuelos y tíos le traían cosas para la escuela. Y yo me angustiaba un montón, y no sabía por qué. Después me di cuenta: mi bebé dejaba de ser mi bebé para empezar su vida, su camino y sus elecciones. ‘La tengo que soltar’, dije”.

Con gran detalle y con cierta nostalgia en su voz, continúa: “ese día ella ordenó todas sus cosas y se acostó temprano. La fui a tapar y me dijo ‘mamá, explicame qué es la escuela primaria’. Y no pude. Tenía un nudo en la garganta; le dije ‘vas a aprender a leer y a escribir’ y ella me dijo ‘pero yo ya sé leer y escribir’, porque lo hace desde los cuatro. Sólo pude contestarle ‘mañana la maestra te va a explicar’. Le di un beso en la frente, la tapé y me fui”.

ASÍ. Marta es hija de la unión de Patricia con Oscar Mediavilla. Nació en 1988. ASÍ. Marta es hija de la unión de Patricia con Oscar Mediavilla. Nació en 1988.

Con esa angustia bajó las escaleras, hasta un sótano que tenía en casa. ¿Su compañía? Un piano y una guitarra. “Ahí escribí y le pude responder”, dice y empieza a recitar: “duro es el camino/ y sé que no es fácil/ no sé si habrá tiempo/ para descansar”. “Esa fue mi respuesta a su pregunta. ¡Y después se me fue de las manos! Se ve que había muchos papás que querían decirles cosas a sus hijos y no sabían cómo -reflexiona-. Es una canción que prestó servicio. Y cuando lo hacen, quedan en el ADN de la gente, permanecen en el inconsciente colectivo, porque sirven”.

En el ADN

Patricia asegura que jamás vio  venir el éxito. “Compuse el tema en lo que dura la canción. A eso le llamo ‘inspiración asistida’. En ese momento me convertí sólo en un canal, en una expresión de espíritus superiores. Yo escribía, pero la mano se me iba sola; después agarré la viola, lo toqué y lo canté. Me gustó mucho, pero ni  sabía que lo iba a grabar; el objetivo no era ese”, asegura y considera: “sirve para levantar el ánimo, para reflexionar y para decir ‘vos podés, porque el camino es este, y aunque se te crucen piedras, podés seguir adelante’. Hablar de tomar vuelo como una metáfora [...] se trata de no estar anclado a la tierra y de despegar. De hacer tus sueños realidad”.

Cuando “Pato” habla de que su canción “prestó servicio” se refiere al alcance que tuvo (y tiene). “Ahora, en la pandemia, me mandaron un video de un humorista peruano que fue a un hospital con miles de internados por coronavirus. Había un patio central; él llevó dos parlantes y se puso a cantarla. Los internados y sus familiares abrían las ventanas y sacaban las fundas de sus almohadas, como si fuesen pañuelos, para agradecer. Me hicieron llorar. La canción estaba ahí, donde la gente lo necesitaba”.

Y como esa, la artista tiene miles de historias. “Hace poco me escribió el papá de una chica de 17 años con esclerosis múltiple. Ella enfrentó su última operación y murió; pidió, para quedarse dormida en la cirugía, que en los auriculares suene ‘Aprender a volar’. Su papá me agradeció que la haya acompañado hasta el último momento de su vida. Y eso es muy conmovedor”, recuerda, con la voz entrecortada.

Volando por el mundo

Aún hoy la emociona cómo su canción ha dado vueltas por el globo. “Yo a veces les hablo a mis chicas, a mis cuerdas vocales -confiesa- y les pregunto: ¿cómo es que se fueron para allá sin mi permiso? A lugares que yo no conozco, con gente que no conozco...”.

“El 22 del 2 de 2022 toqué en las Pirámides de Egipto -relata-. Dije ‘acá no me conoce nadie’. La tarea era otra (un evento de “activación planetaria”). Cuando la canté, hay gente que se paró, motivada por una energía que dispara la canción. Terminaron abrazándose todos; eran miles de personas y la mayoría no entendía el idioma, porque eran asiáticos. Fue una cosa tremenda. Como también me tocó hacerla en un motoencuentro en Diamante, dónde eran todos del palo del heavy metal. Dije ‘me van a linchar’, pero terminaron prendiendo sus encendedores y abrazándose”.

EN EGIPTO. El 2 de febrero del 2022 llevó su “Aprender a volar” frente a las pirámides. EN EGIPTO. El 2 de febrero del 2022 llevó su “Aprender a volar” frente a las pirámides.

Lo más emocionante

Patricia dice que “Aprender a volar” es la canción que más satisfacciones le ha dado. “Me enseñó que con un pequeño esfuerzo uno puede cruzar umbrales que creía impenetrables”, asegura en sus presentaciones. Uno de los mayores logros es la visibilidad de la comunidad sorda del país.

Volvamos en el tiempo. En  1994, la telenovela “Nano”, protagonizada por Araceli González (que hacía de una joven sordomuda) era suceso. “Compuse el tema central, ‘Abrázame’. Se convirtió en un hit absoluto; y la comunidad sorda se vio atraída por la telenovela”, rememora. Un día caminando por pleno centro porteño, una joven la frena y le cuenta que era docente de un instituto que enseñaba lengua de señas. Le dice a Patricia que sus alumnos habían escuchado ‘Abrázame’ y que habían preguntado quién era la autora. “Me contó que le pidieron escuchar otras canciones mías. Ellos, con la mano en los buffers, en los bafles de graves, sienten la vibración. La maestra les dio la letra escrita y ellos aprendieron a gestuarla. Les gustó porque se recibían. Eran 600 sordos;  ella me dijo ‘te pediría que vengas a cantarla’. Y yo dije que sí, pero llegué a casa y me sentí mal. Pensaba ‘si son sordos, ¿voy a ir a cantarla para nadie? Para gente que me va a ver mover la boca. ¿Qué manera de comunicación es esa?”, reflexiona.

EN AQUELLOS TIEMPOS. Patricia, fotografiada para la prensa en 1993. EN AQUELLOS TIEMPOS. Patricia, fotografiada para la prensa en 1993.

“Llamé por teléfono y les dije que iba a ir, solo si me enseñaban a gesticularla. Ese día que la canté pedí salir sola al escenario; los chicos me miraron y de repente empecé. Una cosa es gesticular y otra es cantar con lengua de señas; cuando hacés la simbiosis, cerrás los ojos y te sale música de las manos. El cuerpo entero se convierte en música [...] cuando terminó, ellos comenzaron a batir las manos como aplauso, pero después empezaron a gritar de manera gutural, cosa que yo no sabía que existía. Corrieron al escenario y me besaban las manos. Fue lo más emocionante que me pasó en la vida”, dice y corta el relato por la emoción.

Sosa grabó el videoclip oficial del tema en lengua de señas y, con el tiempo, la canción también se convirtió en una forma de integrar a los no oyentes, tanto, que se enseña en muchas escuelas del país.

Emocionar

“Aprender a volar” transcendió tiempo, generaciones y lenguajes. Es, quizá, su mayor legado. “Es lindo saberlo y tomar consciencia. Pero yo no transito este camino pensando en qué voy a dejar. Sería muy pretencioso de mi parte. Voy haciendo el camino al andar; compongo todos los días cosas que me conmueven, como también escribo pavadas [...] pero sé que cantar por cantar es aburrido. A mí me gusta lo que me conmueve; lo que cuando cierro los ojos me dispara al espacio y me permite levitar espiritualmente; me gusta cuando puedo dejar algo. A mí no me interesa ser la chica famosa, la de la tapa de una revista. Me interesa ser el audio que te transmita una emoción”.

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