El Mercado Persia nació como una solución al conflicto de los vendedores ambulantes

En 1994, bajo la convertibilidad, el desempleo iba en aumento y muchos trabajadores se volcaban a la actividad informal.

El Mercado Persia nació como una solución al conflicto de los vendedores ambulantes

El Mercado Persia fue una respuesta a los graves conflictos que se generaron en los inicios de la década de 1990 con los vendedores ambulantes que se instalaban en las peatonales céntricas. Los conflictos se sucedían diariamente. Mientras los vendedores se negaban a dejar las calles, las autoridades de entonces consideraron que si debían hacerlo para mejorar las imagen de los paseos.

En septiembre de 1994 el Concejo Deliberante aprobó una ordenanza que “prohibía la venta ambulante” al mismo tiempo que facultaron al Ejecutivo Municipal para que “reubique a los trabajadores en locales cerrados para el desarrollo de su actividad”.

Los ambulantes tenían sitiado el recinto del Concejo y se negaban a aceptar la ordenanza, el grito de los más exaltados era que “tendrán que sacarnos a la fuerza de aquí”. El edificio estaba protegido por la policía. En esta disputa también estaba la Federación Económica de Tucumán (FET) que reclamaba que una solución el tema ya que afectaba a los comercios instalados en la zona por la desigualdad ante el fisco. Era intendente Rafael Bulacio (Fuerza Republicana) mientras que el gobernador de la provincia era el justicialista Ramón “Palito” Ortega.

Tras la promulgación de la ordenanza comenzaron a correr tiempos aún más complicados ya que los vendedores se negaban a retirarse de las calles mientras las autoridades querían hacer cumplir la disposición. Diariamente, policías y agentes municipales hacían guardia para que no se instalen. De esta manera fueron corriendo los meses de septiembre, octubre y noviembre.

En este sentido los empresarios nucleados en la FET reconocían que se habían liberado las peatonales, pero los ambulantes se habían instalado con su pequeños puestos en las calles y ocupaban parte de las veredas.

El Mercado Persia nació como una solución al conflicto de los vendedores ambulantes

Cabe recordar que durante aquellos años -bajo el gobierno del ex presidente Carlos Menem- la desocupación había ido creciendo fuertemente y muchos trabajadores, tanto del sector privado como del público, habían quedado sin empleo. La mayoría, entonces, se volcó a la actividad económica informal, como la venta ambulante. Eso fue lo que motivó el enorme crecimiento de esta forma de comercio.

Además hubo una presentación judicial que impuso una orden de no innovar, que impedía el inicio de los trabajos en el Establecimiento Persia. Sin embargo las autoridades municipales negaron que hubieran recibido alguna notificación judicial y siguieron los trabajo en el edificio. Cabe recordar que Establecimientos Persia pertenecía al empresario español Manuel Pérez, y había sido un negocio familiar dedicado a la venta de especias. Ese comercio había cerrado, pero le heredó el nombre a la galería de compras que se creó luego.

Apertura

Estos datos nos permiten acercar parte de la historia de cómo comenzó el Mercado Persia. Este fue el primer local que preparó la Municipalidad capitalina para la instalación de los vendedores en un local cerrado a fin de que dejen atrás las calles céntricas.

El local fue inaugurado el 10 de diciembre de 1994 con la presencia del intendente Paz y del ministro de Economía de la provincia, Paulino Ríos. Como era un clásico de aquella época, también estuvo presente la popular banda de Música municipal bajo la batuta del maestro Luzbel Giacobe, que tocó el himno nacional.

Los costos de adecuación del local insumieron unos 200.000 pesos, que al cambio de entonces eran un monto similar, pero en dólares (eran los tiempos de la convertibilidad), y se habilitaron 142 boxes en los tres salones que había allí.

Los puesteros que se instalaron en la flamante galería agradecieron las medidas tomadas por las autoridades para poner en marcha el local. El entonces presidente de la FET, Eduardo El Eter, felicitó a los que tomaron la decisión de abrir el lugar y exhortó “a sus colegas comerciantes (por los puesteros) a hacerlo crecer”.

El local para aquel diciembre tuvo gran movimiento y en las calles algunos otros ambulantes mantenían las escaramuzas para instalarse de nuevo en la vía pública.

El primer día de atención fue extraño. En el local hubo buena afluencia de clientes mientras mucho otros ambulantes se instalaron en las calles debido a que había un paro de municipales por cuestiones salariales.

También había una disputa entre dirigentes de los vendedores sobre la instalación en el predio. Quizás esta disputa llevó a que el 31 de enero de aquel mismo año vendedores que no aceptaron el Persia se instalaron en el predio de la vieja terminal de ómnibus. La terminal de El Bajo había sido reemplazada el 15 de diciembre de 1994 por la Nueva Terminal de Ómnibus que aún funciona sobre avenida Brígido Terán.

En enero de 1995 se anunció que el mercado iba a tener una salida por calle Córdoba donde se iban a instalar los artesanos. Mucho tiempo después y una vez afianzado como lugar de venta se decidió abrir una tercera galería con salida hacia calle Salta al 300.

Enfrentamientos

Aquellos inicios del Persia fueron conflictivos porque la división entre los gremialistas del sector creció. Al tiempo que las calles seguían siendo ocupadas por los vendedores, situación que se mantuvo por mucho tiempo.

En 2007 volvió a recrudecer el tema y la disputa entre el municipio y los vendedores ambulantes. Pero siempre se recalentaba la situación para los períodos festivos como los días del Padre, de la Madre, del Niño o las festividades de fin de año. Ese año, los ambulantes  hicieron una presentación judicial para que se los deje vender en las calles, cosa que les fue rechazada por la justicia.

En 2008 se ampliaron los puestos en la zona del bajo hacia la avenida Sáenz Peña con edificaciones de ladrillo que fueron derribadas por las autoridades provinciales ese mismo año.

Poco antes de cumplir su 25 aniversario el Persia nuestro diario hizo una nota sobre los efectos de la crisis hacia fines de 2019. Allí se contaba: “Los puesteros pagan un alquiler mensual o semanal, depende del sitio y del tamaño. Hay puestos por el que pagan $ 6.000 por mes, pero hay otros que deben abonar $ 2.000 por semana (es decir $ 8.000 al mes). Las ventas con tarjeta de crédito todavía atraen a los clientes, pero eso tiene sus consecuencias para los comerciantes. Por un lado, no reciben ingresos en efectivo, que necesitan para reponer la mercadería y, por otro lado, están obligados a tener los impuestos al día, porque es la única manera de acceder al posnet”. Además se hacía hincapié en que había locales vacíos y que se consideraba la posibilidad de cerrar en horas del mediodía.

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