Adolf Eichmann, el jerarca nazi que vivió en La Cocha

Fue condenado a muerte, en diciembre de 1961, por crímenes contra el pueblo judío y contra la humanidad. Fue quien diseñó el mecanismo de deportación y matanza de millones de personas.

EL JUICIO. Eichmann, más que un monstruo, parecía un oficinista que cumplía órdenes, según Hannah Arendt. ARCHIVO EL JUICIO. Eichmann, más que un monstruo, parecía un oficinista que cumplía órdenes, según Hannah Arendt. ARCHIVO
16 Diciembre 2023

El 13 de diciembre de 1961, un tribunal constituido en Jerusalén encontró a Karl Adolf Eichmann -teniente coronel de las SS del régimen nazi, el ideólogo de la “Solución final” y uno de los principales ejecutores del programa genocida- culpable de 15 cargos, incluidos crímenes contra el pueblo judío y crímenes contra la Humanidad.

El 15 de ese mismo mes, lo condenó a muerte.

El juicio fue transmitido por televisión en todo el mundo y fue presenciado por cientos de periodistas y personalidades. Quizás la más famosa sea la cobertura que hizo la filósofa Hannah Arendt, que condensó la experiencia en su libro “Eichmann en Jerusalén”.

El criminal de guerra que se veía a sí mismo como un oficinista que llenaba planillas había sido el responsable de diseñar la logística de la deportación en masa de judíos a los guetos y campos de exterminio en los países del este de Europa ocupados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Había estado encargado de coordinar las agencias policiales para la deportación de los judíos a campos de concentración, gestionar sus propiedades confiscadas y organizar el financiamiento y el transporte.

De nada sirvió el argumento de su defensa, que dijo que sólo cumplía órdenes de sus superiores y que jamás había matado a un judío en su vida.

El pedido de clemencia al entonces presidente del Estado de Israel, Yitzhak Ben Zvi, fue rechazado. El criminal de guerra, ideólogo de la “solución final”, fue ejecutado en la horca en la prisión de Ramle, en el centro de Israel, la noche del 31 de mayo al 1 de junio de 1962.

Moría así uno de los principales organizadores del Holocausto y responsable directo de la deportación, traslado a campos de concentración, tormentos y asesinato de millones de judíos alemanes y polacos.

De paso por Tucumán

Su última morada, antes de la prisión en Israel, había sido Argentina, a donde había llegado en 1950, a través de la infame “ruta de las ratas”, por la que el Estado permitió el ingreso a criminales de guerra nazis y les dio la oportunidad de disfrazar su pasado con nuevos nombres e identidades “limpias”.

Usando el nombre de Otto Eckmann, había sido capturado al finalizar la Segunda Guerra por fuerzas norteamericanas.

En 1946 logró escapar y ocultarse en distintos lugares de Alemania. En 1950 entró a la Argentina, donde vivió con el nombre de Ricardo Klement.

Vivió varios años en Tucumán, hasta que su familia pudo viajar y unírsele. Entonces se fue a Buenos Aires. Había huido de Europa con un documento y un pasaporte que le consiguió el obispo nazi Alois Hudal en la embajada argentina de Génova, Italia. Ingresó por Buenos Aires, el 15 de julio de 1950.

Poco después viajó a San Miguel de Tucumán para trabajar en la empresa Capri. Durante un tiempo vivió en La Cocha, la última localidad al sur de Tucumán.

Según recordaron pobladores y testigos de la época, estuvo allí poco menos de un año. Se paseaba en una moto poderosa y causaba un revuelo en el pueblo.

Luego se trasladó a Las Estancias, el pueblo de montaña en Catamarca al que se accede desde el departamento Chicligasta.

Sus últimos meses de estadía en Tucumán los pasó en norte de la provincia, donde colaboró en la construcción del dique El Cadillal.

El novelista Marcos Rosenzvaig, autor de “Querido Eichmann”, relata que el criminal, bajo su identidad falsa de Klement, pasaba por ser un hidrólogo alemán de lo más tranquilo, de buenos modales, que ponía especial cuidado en no despertar sospechas sobre su pasado como jerarca nazi.

En un encuentro con la actriz tucumana Marta Forté, cuyos abuelos habían sido cuasi fundadores de Las Estancias, le contó que sus padres habían invitado a cenar a Eichmann.

“Para ellos era un señor de profesión hidrólogo llamado Ricardo Klement. En uno de esos convites él contó que no tenía hijos, aunque sí sobrinos y que pronto estos llegarían a visitarlo”, dijo Rosenzvaig en una entrevista referida a la novela.

“Durante las cenas, aprovechando sus conocimientos de hebreo, manifestaba ser un admirador del pueblo judío. Los padres de Marta estaban, según contaba la actriz, sorprendidos por su versatilidad en idiomas y por encontrar alemanes que admiraran al pueblo judío, otra de las razones para despistar su verdadera identidad”, relata.

En una esas cenas, Eichmann mostró que creía en la existencia de OVNIS y decía saber sobre avistajes de platos voladores.

De regreso en Buenos Aires, fue reconocido por Lothar Hermann, un sobreviviente del Holocausto nacido en Alemania que había emigrado a Argentina.

Vivía en la calle Garibaldi. Allí lo capturó el Mossad, el servicio secreto de Israel el 11 de mayo de 1960. Después de confirmar su identidad, lo llevaron a escondidas, porque no confiaban en el gobierno argentino en la época.

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