Desde hace mucho tiempo, la basura y la suciedad son protagonistas del paisaje de San Miguel de Tucumán, que tienen, por cierto, fogoneros: el vecino tira residuos a la vía pública o se los entrega a un cartonero. Este que, en muchos casos, se traslada en un vehículo de tracción a sangre, arroja los deshechos en algún basural, un baldío o a la vera del río. Los caballos que tiran los carros, suelen ser víctimas del maltrato de sus dueños y ello genera el enojo de un sector de la sociedad. Esta pequeña historia se repite a diario y es reflejo del analfabetismo, la desocupación, la desigualdad, la miseria, que son algunas de las causas de la exclusión social.
En este cálido enero, entraron por mesa de entradas de la Legislatura, cuatro propuestas referidas a la erradicación de los carros de tracción a sangre en el ámbito provincial y a la protección de los animales, considerados “seres sintientes”. Como suele ocurrir a menudo con muchos problemas irresueltos en la sociedad, esta es una historia que comenzó en 1984, con la promulgación de la ordenanza 374 por la que se prohibió la circulación de vehículos de tracción a sangre en una buena parte del ejido municipal. En 1997, los ediles instaron al intendente que efectuara los controles correspondientes. En diciembre de 2007 informamos que alrededor de 600 carros tirados por caballos, de un total de 2.000 que circulaban en el Gran San Miguel de Tucumán, habían ingresado en la legalidad y que sus propietarios podían trabajar sin riesgo de que les secuestraran los vehículos, según la división de Delitos Rurales y Ecológicos de la Policía provincial.
En 2012, con la intención de “humanizar” el cirujeo y eliminar la tracción a sangre, el Concejo Deliberante de San Miguel de Tucumán aprobó una iniciativa para que los cartoneros accediesen a créditos sociales para reemplazar sus carros tirados por caballos por motocarros. El proyecto citaba como referencia la experiencia llevada a cabo en la ciudad colombiana de Medellín. En los fundamentos, un edil del FPV proponía que los cartoneros entregaran los animales enfermos al Estado, a ONGs o a particulares, para que estos se ocuparan de recuperarlos y cuidarlos en lugares aptos para que pudieran envejecer y morir con dignidad. En Medellín, el gobierno les había proveído de un motocarro para que siguiesen trabajando y al cabo de pocos meses, los trabajadores habían triplicado sus ingresos y los animales que habían sido recibidos por alguna o entidad se habían recuperado por completo. Se proponía que se efectuase en Tucumán la clasificación de los carreros por actividad, la división por zonas de la ciudad, la generación de cooperativas, así como la articulación con el Ministerio de Desarrollo Social para la obtención de sus vehículos.
La ley nacional 14.346 sobre el maltrato animal, sancionada en 1954, expresa en su artículo que será reprimido con prisión de 15 días a un año, al que infligiere malos tratos o hiciere víctima de actos de crueldad a los animales. El artículo N° 2 establece que se considerará actos de mal trato: no alimentar en cantidad y calidad suficiente a los animales domésticos o cautivos; azuzarlos para el trabajo mediante instrumentos que, no siendo de simple estímulo, les provoquen innecesarios castigos o sensaciones dolorosas; hacerlos trabajar en jornadas excesivas sin proporcionarles descanso adecuado, según las estaciones climáticas; emplearlos en el trabajo cuando no se hallen en estado físico adecuado; estimularlos con drogas sin perseguir fines terapéuticos; emplear animales en el tiro de vehículos que excedan notoriamente sus fuerzas. En septiembre de 2018, 64 años después, la Legislatura tucumana se adhirió a la normativa nacional.
Estas iniciativas deberían incluir como eje la educación y el objetivo fundamental debería ser la desaparición del cirujeo, una tarea que tan inhumana como el maltrato de los animales. Que tengan un motocarro o una bicicarro, es apenas una circunstancia en esta realidad de exclusión social, donde estos conciudadanos no tienen otra posibilidad que buscar su medio de subsistencia en la basura porque carecen de educación y de trabajo. En tantos años, este problema social no se ha logrado erradicar, lo cual no habla precisamente bien de nuestros representantes. ...