La fiscalía y la querella ya piensan en pedir 50 años de prisión para José Alperovich

Los titulares de la acusación basan sus estrategias en los dichos de la denunciante-

La fiscalía y la querella ya piensan en pedir 50 años de prisión para José Alperovich

Combina cigarrillos con caramelos. Agua con café. Siempre de camisa celeste o blanca y ubicado en el mismo lugar de su casa. Está atento a lo que se dice en las audiencias, pero a pesar de que hay algunos testimonios muy duros en su contra, no parece demasiado afectado. A veces comenta con quienes lo acompañan las alternativas del debate, y a veces se enoja, pero siempre es pasajero. José Alperovich sigue las instancias del juicio en su contra desde la comodidad que le permite la tecnología. Desde aquel 5 de febrero cuando comenzó el debate, y él estuvo presente, accedió a la posibilidad de seguir el resto de las audiencias vía zoom. Por eso no está sentado dentro de la sala del Tribunal Oral Criminal n° 29 que preside Juan María Ramos Padilla. Y hoy por hoy ese es su principal beneficio.

Alperovich debe responder por tres casos de abuso sexual, dos de ellos en grado de tentativa, y seis casos de violencia sexual agravada por acceso carnal, de acuerdo con lo establecido por la investigación judicial en base a las denuncias por los ataques. Esos abusos, de acuerdo a la imputación, fueron cometidos bajo “intimidación, abuso de una relación de dependencia, de poder y de autoridad”. Todos, según la denuncia de la joven que era su colaboradora y es su sobrina, ocurrieron durante la campaña política que se vivió entre 2018 y 2019 en Tucumán con vistas a las elecciones para gobernador.

Una de las figuras centrales en las audiencias es el fiscal Sandro Abraldes. El titular de la acusación es un hombre con probada experiencia. Entre otros casos participó de las investigaciones contra Anibal Lotocki por la muerte de Silvina Luna, analizó las circunstancias que rodearon el crimen cometido por el cantante Cristian “Pity” Álvarez y estuvo a cargo del juicio contra Francisco Amador, quien mató de 20 puñaladas a Marianela Rago. Pero hay un dato que une a Abraldes con Tucumán, en un caso similar al que tiene hoy contra Alperovich: fue el fiscal del caso en el que se condenó al legislador José Orellana a tres años de prisión por abuso simple en diciembre de 2022. En este caso una empleada de Diputados lo había denunciado por haberla besado sin su consentimiento. “Orellana se valió de la posición de superioridad jerárquica, de la investidura de Diputado Nacional para intimidar a la víctima y de ese modo concretar el acto sexual”, aseguró en ese momento Abraldes. Él es el hombre que tendrá a su cargo el pedido de pena para el ex gobernador que algunos sostienen que será de 50 años de prisión, el máximo posible para el concurso de delitos por el cual se acusa al ex senador.

Junto a Abraldes quienes sostienen la acusación como representantes de la querella son los miembros del Programa de Asistencia y Patrocinio Jurídico a Víctimas de Delitos Pablo Rovatti y Carolina Cymerman.

Entre los tres desmenuzan cada uno de los testimonios y atacan los puntos flojos de los declarantes. Son, por razones obvias, los primeros en creer los dichos de la supuesta víctima. Y sostienen la acusación sobre la base de la declaración de la joven, tanto en instrucción como la que dio el primer día del juicio durante siete horas. Siempre Abraldes comienza con la ronda de preguntas a los testigos, y luego le siguen Cymerman o Rovatti, convirtiéndose en un tándem muy sólido.

Tanto la fiscalía como la querella basan su estrategia en lo que dijo la joven. Y preguntan sobre circunstancias que rodean las actividades que realizaba en campaña Alperovich. A los allegados de las víctimas les preguntaron por cómo la habían visto a ella a lo largo de esos meses y sobre todo si habían advertido cambios físicos o psicológicos. Pero además hacen mucho hincapié en la relación jefe.subordinada que tanto acusado como presunta víctima mantenían. De esta forma tratan de aclarar uno de los puntos que más ataca la defensa: el tiempo que pasó desde que supuestamente se dieron los hechos y la denuncia, y el dato de que ella a pesar de haber estado sufriendo abusos tal como sostiene no renunció antes a su trabajo junto al ex senador. Y también inquieren sobre la personalidad de Alperovich y sobre cómo ejercía el poder para poder hacer un perfil que se ajuste, o no, al de una persona que podría usar ese poder para cometer abusos y centrar en ese aspecto los alegatos antes de la sentencia.

Tanto Abraldes como Rovatti y Cymerman tienen claro algo: en este tipo de juicios es la palabra de uno contra otro ya que no hay testigos presenciales y, particularmente en este caso, tampoco pericias contundentes que permitan probar una violación. Entonces ellos deben convencer al juez Ramos Padilla de que los ataques denunciados efectivamente ocurrieron más allá de que las pruebas son sólo testimoniales, lo que no es menor. Por eso, sobre todo en los casos de los testigos de la defensa, son punzantes y profundos a la hora de hacer las preguntas tratando justamente de probar que las agresiones se produjeron y que Alperovich era capaz de concretarlas. Y si bien no lo dicen públicamente justamente para evitar planteos, ambos apuntan a pedir el máximo de la pena para quien fue tres veces gobernador de la provincia y una vez senador. Todo su trabajo es para sostener esa acusación.

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