LA GACETA Literararia: a 10 años de la muerte de García Márquez

17 años dedicados a urdir el mejor retrato de Gabo.

LA GACETA Literararia: a 10 años de la muerte de García Márquez

BIOGRAFÍA

GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ. UNA VIDA

GERALD MARTIN

(Debate - Barcelona)

Gerald Martin dedicó 17 años de su vida a escribir Gabriel García Márquez. Una vida, la gran biografía del colombiano. Se compenetró tanto en la vida de Gabo, que los niños de la familia García Márquez le llaman “Tío Yerald”.

Es imposible no deleitarse con el relato de varias anécdotas familiares, como aquella que al nacer, Gabo salió del vientre de Luisa Santiaga con una vuelta de cordón umbilical alrededor del cuello. Su tía Francisca Cimodosea propuso que, de inmediato, le frotaran con ron y agua bendita, por si ocurría algún otro percance.

En su infancia en Aracataca, no era el único niño en la casa, pero sí el único varón entre tantas mujeres (abuela, tías, primas, y una hermana). Por eso fue el mimado de su abuelo Nicolás Márquez. Aquel hombre que alguna vez lo llevó a conocer el hielo solía mostrarle el mundo con tanto desparpajo que a su corta edad le hizo ver el cadáver de un vecino, como si fuese algo tan natural como tomar el desayuno. Pero el nieto nunca más podría reponerse de semejante escena. Mucho tiempo después, representó a ese personaje con el nombre de Jeremiah de Saint-Amour, un fotógrafo que bebe cianuro en el primer capítulo de El amor en los tiempos del cólera.

LA GACETA Literararia: a 10 años de la muerte de García Márquez

Después Martin se ocupa de los tiempos difíciles de un García Márquez que buscaba abrirse camino en el periodismo. Su primer rechazo editorial, el noviazgo con Tachia Quintana, en Paris. Más adelante, perfila al escritor que comienza a hilar en la vida política, aunque entre bambalinas. El hombre que se codea con el poder. El que se sienta a la mesa chica de los presidentes, no sólo de Colombia, sino de Latinoamérica. El Nobel que enlaza amistad con Bill Clinton, Felipe González, los Reyes de España y, por supuesto, Fidel Castro. El vínculo triunfal con Argentina y su amistad con Tomás Eloy Martínez en la víspera de la publicación de Cien años de soledad, las tertulias con Carlos Fuentes y las noches de bohemia con sus amigos de Barranquilla.

La obra de Martin sumerge al lector en el mundo más íntimo del escritor, a quien logra despojar de sus vestiduras como las capas que se desprenden de una cebolla.

(c) LA GACETA

Miguel Velardez

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