Las 15 copas de Argentina: Moreno y Di Stéfano juntos; fue demasiado

Capítulo 9: 1947.

José Manuel “Charro” Moreno. José Manuel “Charro” Moreno.

¿Quién no fantaseó con ver a la dupla Maradona-Messi tirando paredes? Claro, jugando juntos habría sido un robo, por más encumbrado que fuera el rival. Pues bien, Argentina disfrutó el placer de juntar dos megacracks y, por supuesto, ganó de punta a punta haciendo del fútbol un hecho artístico de incomparable belleza. Fue en el Campeonato Sudamericano (así se llamaba la Copa América) disputado a fines de 1947 en Guayaquil. El público ecuatoriano tuvo el privilegio de ver al “Charro” José Manuel Moreno y a Alfredo Di Stéfano en tándem, cabezas de una compañía en la que brillaban otras estrellas como el inefable “Tucho” Méndez, una máquina goleadora, René Pontoni, “Pipo” Rossi, Mario Boyé y Félix Loustau. Y eso que en Buenos Aires habían quedado -entre muchos otros- Adolfo Pedernera y Ángel Labruna...

Pues bien, el debate futbolero inquiere sobre la conveniencia de integrar a Moreno a la santísima trinidad conformada por Di Stéfano-Maradona-Messi. Tal vez el “Charro” era el mejor de todos, pero no puedo demostrarlo ni descollando en Europa ni ganando un Mundial. Pero, ¿no era acaso el número uno del fútbol sudamericano cuando el planeta estaba en guerra y el fútbol vibraba en el Cono Sur? ¿Qué culpa le cabe entonces? La discusión de café va perdiendo actualidad a medida que pasa el tiempo y la figura de Moreno -elegido el mejor jugador de aquel torneo de 1947- se desvanece como lágrimas bajo la lluvia.

Tras coronarse en 1945 y 1946, Argentina conquistó el tricampeonato, otra vez invicta. Brasil se bajó del certamen y Venezuela todavía no militaba en Conmebol; quedaron ocho participantes y jugaron todos contra todos en el estadio “George Capwell”. El único punto que resignó la Selección fue contra Chile (1-1), el resto implicó una cadena de éxitos sobre Paraguay (6-0), Bolivia (7-0), Perú (3-2, un partidazo), Colombia (6-0) y Ecuador (2-0). En la última fecha tocaba el clásico con Uruguay y la victoria por 3-1 se selló con doblete de “Tucho” Méndez y otro gol de Loustau.

Fue el único título que celebró Di Stéfano con la albiceleste; luego partiría a Colombia y, finalmente, a España. Y para Argentina significó el cierre de la espléndida década del 40, un lapso de hegemonía continental cimentada sobre una generación de jugadores irrepetible en cantidad y calidad. Se abría un compás de espera de ocho años hasta el siguiente festejo.

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